¿Es buena la prisión permanente revisable para los asesinos como el Chicle?
ANÁLISIS – El asesino de Diana Quer ha sido detenido, el apodado el Chicle. No es una noticia nueva. Cada tanto, la televisión y los medios del sistema se hacen eco de una tragedia de este calibre, tratando de manera sensacionalista lo que en realidad es un sufrimiento muy grande para la familia que ha perdido a su ser querido. Sin embargo, a propósito de este caso, ha salido a la luz un debate público interesante desde el punto de vista político. Ante el gran problema que hay en nuestras calles generado por la degradación moral y, también, por la crueldad de ciertos individuos que se dedican a secuestrar, matar o violar a mujeres… ¿la justicia está preparada para proteger a la población general? ¿Hay verdaderos elementos de resocialización penitenciaria? ¿Hay posibilidad de arrepentimiento personas que han dado muestras de tanta crueldad? Y la pregunta más mediatizada es: ¿por qué no cadena perpetua revisable para delincuentes sexuales o asesinos de especial peligro?
Se ha debatido en el Congreso, con el ánimo de destruir una de las leyes del Partido Popular por parte principalmente de PSOE, Podemos y Compromís. El Gobierno de Mariano Rajoy, acertadamente en esta medida por una vez, aprobó esta pena en 2015 como parte de la Ley de Seguridad Ciudadana. La pena máxima prevista en el Código Penal Español está reservada a asesinatos de especial gravedad como el de Diana Quer, por ejemplo, y también contra los miembros del Gobierno, el Jefe del Estado y sus herederos, Jefes de Estado de otros países en territorio español o delitos de lesa humanidad. Se revisa por la Justicia siempre dicha pena tras cumplir una parte mínima de condena teniendo en cuenta la seguridad ciudadana, la situación del recluso y otros factores.
Es un debate complicado en cuanto sí que es cierto que por el tratamiento de los medios de comunicación de los casos de asesinatos horribles, por una parte se está aplicando una respuesta emocional contra los culpables. Es inevitable pero no hay que dejarse llevar. Por otra también se genera un miedo colectivo ante estos sucesos, por el miedo a que estos sujetos anden sueltos por la calle. Por último, toda persona es digna y siempre tiene derecho a otra oportunidad, hasta el día de su muerte, cuando se presentará cada hombre delante del verdadero Juez. Así lo ha dispuesto Dios en la vida de cada hombre. Sin embargo, confiar en la reinserción por arte de magia de estos delincuentes en un sistema penitenciario que deja tanto que desear es una bobería. Las actuales condiciones del sistema solo protegen contra la fuga en estos casos tan radicales.
En realidad, la prisión permanente revisable es una pena muy interesante, pero no es la solución, en la medida en que las Autoridades tienen que mejorar las condiciones de tratamiento psicológico y espiritual de todos los presos, y en especial de aquellos que son especialmente gravosos. En la pena no se incluye a los delincuentes sexuales, que también deberían estar incluidos en esta pena máxima, por violentar un aspecto sagrado de la persona. Confiar en la reinserción social es poner los medios para que se produzca efectivamente sin dejar que estos individuos hagan daño a más personas con sus tendencias degeneradas. Sin duda, si ponemos los medios y se produce algún milagro en uno de estos delincuentes, el sistema español será envidiable. Hoy por hoy, estas personas deberían estar entre rejas, dada la naturaleza del delito y también dada el peligro que suponen para la comunidad.