La Hungría de Orban se opone al actual Pacto Mundial sobre la Migración
El Gobierno de Hungría no está muy contento con las negociaciones del Pacto Mundial sobre la Migración de la ONU, que “describe la inmigración como algo bueno e imparable”, tal y como lo ve el ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó. El problema pivota sobre la cuestión eterna de la obligación de acoger a los refugiados, que el gobierno del primer ministro Viktor Orbán considera una destrucción de la soberanía nacional.
Es gracioso –sí, gracioso– que en el contexto de esta polémica, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, haya recomendado que los países occidentales sean abiertos con la inmigración, ya que de lo contrario sufrirán un retroceso demográfico importante. ¿Por qué lo es si hablamos de Hungría? Si recordamos lo que dijo Viktor Orbán durante la 28ª edición de la Escuela de Verano Tusnádfürdő, nos daremos cuenta que este argumento es falso: “los países más fuertes son aquellos que son capaces de mantenerse biológicamente. Para que Hungría tenga futuro tiene que mantener una tasa de de fecundidad de 2,1 hijos por familia”.
Hungría no debe oponerse a la inmigración pero tampoco puede aceptarla indiscriminadamente. Tiene sentido que podamos viajar al extranjero y buscar nuevas oportunidades en otras sociedades en las que podamos desarrollarnos como personas, como familias… Es lógico que un Estado permita que sus ciudadanos emigren y, dentro de una reciprocidad sana, tiene sentido que aceptemos a ciertas personas en nuestro hogar. Pero hay requisitos de integración, un respeto al legado de nuestros antepasados y de nuestra Historia. Lo que propone el Pacto Mundial sobre la Migración es la desaparición de la cultura cristiana y patria, la claudicación ante la pérdida demográfica causada por el modelo de vida que ha propuesto el liberalismo y la democracia. No tienen sentido estas recomendaciones de Guterres en Hungría porque es un Gobierno que verdaderamente quiere recuperar su crecimiento demográfico sostenido, porque no quiere promover la anticoncepción y el aborto para recuperar la familia. De hecho, en Hungría, gracias a esas políticas profamilia se ha reducido en un 25% el número de abortos. ¿Que tiene que ser el primer paso dentro de una agenda provida más completa que termina en la abolición de este genocidio? Por supuesto. Pero lo están haciendo bien.