Reyes que fueron tales. A propósito de la muerte de Isabel II
(Por Javier Urcelay) –
La Monarquía no es la Corona, aunque la Corona sea una institución clave de la Monarquía. Pero no la única. La Monarquía Hispánica es la Monarquía Católica, Social y Representativa que, más allá de la figura del rey, o de la reina, es un completo entramado institucional que da forma al estado y soporte a la sociedad formada por sus cuerpos intermedios, y que se constituye así en Reino.
En la monarquía constitucional o parlamentaria, en cambio, la monarquía se identifica y se agota en la Corona, en la figura del rey o de la reina. Figura esencialmente simbólica, en la que el monarca, privado de poder real, empieza por no hacer honor a la etimología de su propio nombre: poder de uno. Es más, condenado a no poder sustentar opinión propia, el rey parlamentario se ve desprovisto de las prerrogativas que ningún ciudadano aceptaría perder: el derecho a actuar conforme a sus propias ideas y a expresar sus propios pensamientos, es decir, a ser considerado responsable de sus actos.
La monarquía británica es una monarquía parlamentaria, pero está dotada de particularidades que la diferencian de otras monarquías constitucionales. Entre ellas, la de no ser, en sentido estricto, una monarquía constitucional. Al no existir en el Reino Unido una Constitución al uso, la legitimidad de la monarquía británica no procede propiamente del parlamento o, en último término, de un sufragio electoral, sino de la historia y la tradición.
Esta circunstancia dota a los soberanos ingleses de unos atributos que van más allá del carácter meramente protocolario al que nominalmente está reducida su misión. La recién fallecida Isabel II ha sido un elocuente ejemplo de ello. A pesar de no haber podido pronunciarse nunca sobre cuestión alguna de carácter político, conforme a las imposiciones higiénicas de la monarquía parlamentaria, ha ejercido -como escribe este 9 de septiembre Ignacio Camacho en ABC- un liderazgo intangible edificado sobre el prestigio de una herencia de siglos, asentado sobre una estructura de fondo, blindada contra contingencias y cambios, establecida sobre la memoria del pasado como referencia simbólica de la continuidad de una nación.
Ese es el valor esencial de la Corona, encarnación humana, personal, de la unidad y estabilidad del Reino.
El mismo periodista recoge una anécdota que tiene, en el caso de Isabel II y de todos los verdaderos reyes, carácter de categoría: “Una vez, allá por 2007, la soberana plantó a la fotógrafa americana Annie Leibovitz por sugerirle que posara “informalmente” con el manto y el cetro. Los blandió con orgullo y le preguntó a la artista con un rictus de desprecio: “¿Usted qué se cree que es esto?”.
Una anécdota que vale más que un tratado de Derecho Político.
Concluye el editorial de ABC de esa misma fecha: “El de Isabel II es el adiós de todo un símbolo con una innegable dimensión histórica de dignidad, aplomo y representatividad para todas las monarquías del mundo…encarnada en toda una seña de identidad patriótica, orgullo y tradición”.
Con ello, Isabel II supo trasformar su legitimidad histórica en legitimidad de ejercicio.
Pensando en todas estas cuestiones me viene a la cabeza la figura de Carlos VII, el monarca que debió subir al Trono de España y que encarnó, al menos para una parte de su pueblo, la legitimidad monárquica no durante siete décadas, pero sí durante 40 años. Como Isabel II de Inglaterra, se sintió rey por la Gracia de Dios, por una legitimidad que no viene de la pasajera y volátil opinión de una generación, sino del sufragio de los siglos.
Reyes que sabían lo que significaban el cetro y la corona, que no representaban ni un disfraz ni el uniforme de una profesión.
Reyes que no se sintieron en la necesidad de pedir perdón por serlo, y que, por no hacerlo, fueron queridos y seguidos por sus pueblos, cuya historia, glorias y tradición supieron encarnar.
Otras comparaciones las omito, porque el inteligente lector sabrá imaginar a qué me refiero.
5 comentarios en “Reyes que fueron tales. A propósito de la muerte de Isabel II”
Juana de Beira
¡Gibraltar español!.
¡Malvinas argentinas!.
¡Que Dios la perdone!, de su herejía y piratería de ocupación.
Enrique Goicoechea
A propósito de tus comentarios, mientras el rey de España no ejercite de facto, lo que para mí son algunos poderes o facultades discrecionales atribuidos por la Constitución, su figura será eminentemente decorativa y en cierto modo inútil si no puede ejercer su función moderadora y mediadora ante las situciones de crisis entre las instituciones del Estado.
Cuando Pedro Sánchez presentó al rey el gobierno que iba a presidir, el rey, que le encargó su formación, debió poderle decir con la autoridad que le confieren sus atributos de Rey y Jefe del Estado, que no aprobaba la formación de un gobierno con la extrema izquierda anticonstitucionalislta y apoyado por los terroristas e independestistas que quieren atacar al propio Estado. Que ese Gobierno no podría cumplir con el sagrado deber de la defensa del Estado y, por ende, de España. Si el rey no puede hacer eso, el encargo de la formacióde gobierno se convierte en un puro paripé y un mero trámite sin ninguna profundidad ni provecho. ¡Cuánto bien hubiera hecho a España y a los españoles haber impedido este detestable y criminal Gobierno a la altura del Frente Popular de la II República de tan infausto recuerdo.
Resulta desalentador y lamentable, contemplar el maltrato a que está siendo sometido el rey por este Gobierno que lo tiene secuestrado en la Zarzuela. Incluso parece que el Gobierno quiere vedar al rey su asistencia a los funerales de la reina Isabel II, prima tercera, según creo. Resulta patétio ver al rey tan humillado y como si fuera el pim, pam, pum de un Gobierno que dispone de él a su antojo y en contra de los intereses de la Corona, incluso para destronarle a la primera oportunidad.
Si todas las instituciones del Estado y estancias públicas gozan de poderes y dispone de autonomía y autoridad, ¿porqué la primera institución del Estado carece de los más elementales atributos y está condenada a ser simplemente el muñequito que culmina la tarta?
A este paso, pronto veremos la III República con las consabidas consecuencias de las anteriores.
Luís B. de PortoCavallo
La reina de un enemigo
https://periodicolaesperanza.com/archivos/14089
Carlos Ibáñez Quintana.
A Enrique Goicoechea:
La rama borbónica que hoy ocupa el trono de España es una esclava de la Revolución . Así lo proclamó Dª. Isabel, cuando su hijo Alfonso estuvo a punto de caer en manos carlistas en la batalla de Lácar, con la frase. “habría preferido ver a mi hijo prisionero de Carlos que de la Revolución”.
Por eso D. Alfonso entregó España a la República. Por eso D. Juan buscó u arreglo con Prieto allá por los cuarenta y tantos del siglo pasado. Por eso D. Juan Carlos en 1978 entregó España a los rojos vencidos en 1939.
Hoy la Revolución mantiene a D. Felipe porque no necesita otra República para deshacer a España. LLO estamos viendo. Es más la falsa monarquía presente ofrece para ello una estabilidad de la que carecieron las repúblicas anteriores.
Por eso no creo que veamos una III República. A este paso desaparecerá España. Y no habiendo España, no podrá haber III República.
Ignacio Marti
Buenos días,
Me temo que si veremos una Iii República, porque la monarquía actual hace su papel mientras le sirve al poder, hasta que a este le incómoda y creo que Felipe VI empieza a incomodar, su discurso frente a los independentistas, frente al propio Sánchez, etc… de hecho entiendo que a diferencia de su padre que era un vendido este rey tiene ciertos principios y comulga, algo que se agradece en Las España donde todo el mundo renuncia a sus creencias. Por todo ello, creo que le van a buscar una salida, ni creo que Doña Leonor reine en nuestras España, no creo, el pueblo español una vez más se dejará llevar por el momento y tirara al mar la monarquía en un acto de modernidad y de democracia (lástima de incultura, que diferencia hay entre la España de los años 30 a ahora pues que ahora ven “Salvame” y pueden leer los subtitulos)
En fin, esto no tiene solución, mientras seamos minoría los que pensamos que el error está en el sistema…. no hay nada que hacer…. y pasaremos hambre pero no dudaremos del sistema….