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28 de mayo de 2019 1

Reflexión (¿Jornada de?)

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Alguna figura anónima, determinó hace cuarenta años que una jornada como la de ayer era para reflexionar sobre el voto que todo ciudadano tenía derecho a emitir en una jornada electoral. Se agradece que alguien pensara que el “Pueblo” tiene el derecho concedido a un día cada cuatro años para reflexionar. El resto del tiempo lo puede dedicar a babear, relinchar o entregarse a las letanías de las perpetuas quejas entre comicios y comicios. La verdad sea dicha, ayer no vi ciudadanos encerrados en sus hogares, recluidos en bibliotecas o celdas monásticas, reflexionando sobre qué votar.

Dejémoslo claro. Los que tienen definida su opción política no necesitan reflexionar, al menos lo que van a votar (otra cosa es sobre lo que van a votar). Por el contrario,  el grupo al que los sociólogos les ha dado por insultar sutilmente con la categoría de “indecisos”, no reflexionan: simplemente dudan, titubean y se consumen en la incertidumbre de su ignorancia. Este último grupo, capaz de dar un giro a las previsiones y estudios prospectivos más caros, son los menos entendidos en cuestiones de la cosa pública. Su mente recorre extraños vericuetos intentando dilucidar la forma para que su voto “no se pierda”. No tienen ni idea de sistemas electorales ni cómo afectan los votos nulos o en blanco a los resultados, pero se sienten en la necesidad moral de salvaguardar y no mal usar su preciada papeleta aún no escogida. En un ataque de ilusión alucinada, piensan que esa papeleta puede determinar el rumbo de la nación … e incluso de Europa.

Se agradece que alguien pensara que el “Pueblo” tiene el derecho concedido a un día cada cuatro años para reflexionar. El resto del tiempo lo puede dedicar a babear, relinchar o entregarse a las letanías de las perpetuas quejas entre comicios y comicios.

No hay que desilusionarles diciendo que su voto, una vez introducido en las urnas, se habrá perdido para siempre. Será una papeleta anónima que recorrerá los caminos ignotos de la ley d´Hont, que puede acabar dando representación a otro partido muy diferente del que ha votado; que debe sortear los trapicheos de los recuentos; enfrentarse a barreras de porcentaje de participación. En fin, ese voto una vez traducido en un cargo electo con nombres y apellidos, probablemente no sabrá nada de aquél que ha sido elegido, ni el elegido de quién era esa papeleta. Como una rutina agónica, las gentes, muchas de ellas buenas gentes, de esas que nunca se han leído el programa político del partido que han votado, acatarán el anonimato democrático donde el protagonismo es nominalmente del “Pueblo”, pero en realidad es el triunfo de una Partitocracia y un sistema que de antemano ha escogido a los que pueden ser escogidos.

Unknown.jpgPor parte del que reflexiona en estas líneas, que recorrerán el anonimato de las redes, desearía que la “Reflexión” se produjera cada jornada del año. Que no hubiera día sin que meditáramos sobre nuestra existencia, sobre nuestro deber para con la consecución del bien común y los bienes particulares propios y ajenos; que esa reflexión fuera reflejo de un amplio espectro de actos del alma: meditación, contemplación … incluso oración. Y que nuestras acciones estuvieran regidas por una conciencia firme asentada en la espiritualidad, la formación y la recta intención. Ojalá cada amanecer lo tomáramos como un hecho irreversible que puede marcar la historia personal y de nuestra comunidad. Y que cada ocaso revisáramos nuestros actos para reconocer si hemos actuado conscientes de esa responsabilidad. Entonces, verdaderamente, estaríamos inmersos en comunión con la comunidad política. Hoy por hoy, esa “experiencia” es fruto artificioso manufacturado de las técnicas de ingeniería social, se producen en los “tempus” señalados y fuera de ellos no cabe protagonismo ciudadano.

Ojalá cada amanecer lo tomáramos como un hecho irreversible que puede marcar la historia personal y de nuestra comunidad. Y que cada ocaso revisáramos nuestros actos para reconocer si hemos actuado conscientes de esa responsabilidad.

17021633-nube-palabra-abstracta-para-la-democracia-totalitaria-con-etiquetas-y-términos-relacionados.jpgJornadas electorales como las de hoy nos las imponen como interpretaciones de algo extraordinario; como el kairós griego. Un tiempo religioso donde una misteriosa e intangible Voluntad General se manifestará hoy  instrumentalizando las voluntades individuales a las que, de forma casi mecánica e ilusa, se les ha sido concedido el poder de regir las naciones. Tras la sacralizada jornada electoral, la “jornada de reflexión” debe sucumbir. Ha cumplido su misión: impedir que las gentes piensen. Ni partidos ni votantes “reflexionarán” más hasta la siguiente convocatoria electoral. La deliberación será sustituida esta noche por euforia en algunos, frustración en otros e indiferencia en no pocos. La apatía es la zona de confort del que ha aceptado su esclavitud virtual en una sociedad donde el Big Data, los Medios, la Corrección Política y el control del pensamiento se han convertido en los productores y moduladores de las conciencias individuales.

Los partidos de la Partitocracia, tampoco reflexionarán. Simplemente intentarán interpretar datos y estadísticas al albur de los “expertos”. Y aconsejados por los gurús de la política -los asesores- buscarán cómo explicar, justificar o revestir unos datos meramente numéricos. Pero nada de reflexión, eso es para los filósofos, los contemplativos, los teóricos, los poco pragmáticos y otra serie de desgraciados que pretenden poner en duda los fundamentos filosóficos de la Democracia.

Tras la sacralizada jornada electoral, la “jornada de reflexión” debe sucumbir. Ha cumplido su misión: impedir que las gentes piensen.

Ante este panorama, sólo concluir que aquellos partidos que sepan sobreponerse al inmediatismo y reflexionar con categorías políticas reales, podrán decir que se han liberado de la Partitocracia, independiente de los resultados numéricos obtenidos. Y los votantes que al día siguiente reemprendan su compromiso político con una militancia idealista a la par que realista, podrá decirse de ellos que son los verdaderos ciudadanos. Los que bostecen o remilguen aullidos de queja, son los apósitos de un sistema que necesita votos y evita votantes capaces de reflexionar y continuar en la trinchera política una vez pasada la tan cacareada “fiesta democrática”. Mañana termina el espectáculo y empieza la praxis política.

Javier Barraycoa

 

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Un comentario en “Reflexión (¿Jornada de?)

  1. José Fermín G.

    Amigo mío, creo que nos quedamos cortos sin juzgar “el día después”.
    Aquí hay dos procesos electorales: el que llaman proceso electoral del ciudadano, y luego el proceso electoral de los partidos con el voto recabado del ciudadano.
    Si el primer proceso encierra mucha ilusión (en este caso de ilusos), el segundo encierra una gran trampa. Un cordial saludo y muchas gracias por la reflexión tan sesuda y vivaz.

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