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9 de septiembre de 2016 0 / / / / / / / /

No es solo cuestión de moral católica…

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Ayer se celebró una votación en la mesa del Congreso en la que se aprobó la convocatoria de un Pleno para que el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, explique porque se quiso nombrar a José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial, cuando ha sido investigado por evasión fiscal por causa de los Papeles de Panamá. Lo propuso el PSOE y Podemos para que Guindos comparezca ante la Cámara con carácter urgente.

Ana Pastor, presidenta del Congreso, y los diferentes grupos parlamentarios han tenido discusiones sobre el calendario de los plenos, lo que algunos interpretan como un síntoma de nerviosismo en el PP. Será que las terceras elecciones pueden celebrarse y que hay un poco de miedo a las encuestas por lo que Pastor no incluyó la comparecencia en el calendario ni la convocó como urgente, lo que es una irregularidad desde el punto de vista del reglamento del Congreso.

Todo este “tejemaneje” de fechas y de huidas nos dejan algo muy claro: el Partido Popular no es el partido de la sinceridad. Personalmente no suelo darle importancia al discurso de la corrupción que hacen Ciudadanos, PSOE y Podemos. Sin embargo, aunque la corrupción se sitúe en un cuarto lugar en la lista de problemas de nuestro país, no podemos los carlistas olvidar que es un problema importante. Un partido que no sabe dar la cara por los errores de un miembro de sus filas, no es el partido que debería gobernar. Si no sabe dar la cara en temas de menor importancia, ¿cómo habrá de hacerlo en temas como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la libertad de enseñanza…?

Además no podemos olvidar que un país no solo se compone de problema morales, sino también de anhelos políticos, económicos, sociales… Un país no puede gobernarse solo a través de una moral católica fundamental sino que hace falta algo más. Esa sinceridad de los gobernantes es un ideal por el que tenemos que trabajar, ya que es el requisito para que el engaño no haga mella a nuestra unidad política.

Los carlistas nos comprometemos no solo con la política de valores, sino también con la vida de las familias, de los cuerpos intermedios. Esa es otra razón por la que no votamos al PP. El conservadurismo pepero, algo que ha muerto hace década y media con José María Aznar, es el fósil del arma que destruyó nuestro país. Este tipo de noticias nos deberían recordar que los mentirosos no son dignos de confianza para acometer siquiera la reforma moral que necesitamos. La mentira también hace mella al bolsillo del ciudadano medio, a la integridad de nuestras instituciones y por supuesto, al consecución correcta de la justicia social.

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