La justicia se ve obligada a rehabilitar al Juez de familia Francisco Serrano
Durante un tiempo, Francisco Serrano fue conocido como el ‘exjuez’ al que la corrección política y varias sentencias que a posteriori se han conocido erradas le llevaron a ser expulsado de la carrera judicial.
Casi una década después de comenzar su calvario personal y profesional, Serrano ha recuperado su condición de magistrado, ahora en excedencia, después de lavar su honor y retornar, durante un breve espacio de tiempo, a su querido desempeño de impartir justicia en favor de la familia y muy en especial de los menores víctimas inocentes de los fracasos matrimoniales de sus padres y de las mujeres que han sufrido la violencia irracional de aquellos hombres –si es que se les puede llamar tales- en los que confiaron para compartir la vida.
La Justicia ha tardado casi una década en rehabilitarle en su condición de magistrado, y ahora hace para Actuall balance de esta epopeya, al tiempo que analiza asuntos de actualidad como el entramado creado alrededor de las leyes de género y de supuesto combate contra la violencia machista, el diseño ideológico del nuevo gobierno, la crisis estructural y de ideas del Partido Popular o la deriva secesionista en Cataluña.
Ha vuelto a la judicatura tras un proceso judicial, pero sobre todo social y mediático, durísimo que ha durado casi dos lustros. ¿Se siente compensado en su honor y en su labor profesional o la lentitud hace irremediablemente injusta a la propia justicia?
El daño ya se hace irreversible porque yo he sido un juez de carrera, vocacional: estudié Derecho con la idea de ser juez y saqué también las oposiciones a fiscal en el año 1991. Pero desde el primer momento mi idea era ser juez.
En el año 2010, por hacer bien mi trabajo, por no ser un juez políticamente correcto, sufrí un castigo tan desproporcionado como la expulsión. Unos meses antes ya me habían avisado de que me tendrían que expulsar de la carrera judicial por lo civil, por lo penal, por lo disciplinario o por lo militar. No deja de ser una represalia por no haberme amoldado y no ser socialmente correcto.
Ha sido un trayecto muy duro, muy duro. Personal y familiarmente. Pero al final me he tenido que reinventar, me he rehecho. He vuelto a la carrera judicial -quizá no como yo quería- pero ya demasiado tarde por lo que ahora he tenido que pedir la excedencia y me he tenido que ir de esa carrera judicial a la que amo y a la que regresaré, pienso, antes de jubilarme, pero ahora he emprendido otros caminos y tengo otras metas.
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