Infórmate – Que alguien haga algo (nº 29)
Se cae un avión en las antípodas y nos enteramos antes que la madre del piloto. Se monta una guerra en la selva más remota y conocemos al dedillo las condiciones de los insurgentes. Se cuece una fusión empresarial y podemos seguir día a día las estrategias negociadoras de cada parte. Aparentemente no nos falta información. Planteamos cualquier consulta en el oráculo de internet y las máquinas nos responden al instante con tablas, datos, estadísticas y encuestas. Esta hiperinformación da lugar a dos actitudes igualmente perniciosas y deshumanizadoras.
Unos, la mayoría, se contentan con vivir al día, van llevados por la cresta de la ola y no tienen tiempo para meditar, para asimilar, para descubrir las relaciones que ordenan y explican una ristra de sucesos aparentemente enmarañados. En el mejor de los casos la historia se convierte para ellos en estadística. Son carne de cañón del manipulador porque carecen de memoria.
Otros, aturdidos por la vorágine de los titulares más o menos catastróficos se refugian en el puro ideal, en la pura opinión. Su alejamiento de las noticias parece al principio un sano ejercicio pero conlleva el riesgo enorme al que conduce el alejamiento de la realidad. Cualquier idea, por pura que sea, enloquece alejada de la realidad, se convierte en un reduccionismo, en una nueva ideología.
Informémonos pues. Sepamos encontrar ese equilibrio entre el dato y la opinión, la realidad y el deseo, lo limitado y lo ideal, el cuerpo y el alma. Eso es lo que nos hace humanos.