El Liberalismo mata la Libertad
Es algo evidente para quienes creemos que se debe de hacer más caso a lo que vemos que a lo que nos cuentan.
Estamos bajo un régimen liberal. Así lo proclamaron cuando se promulgó la Constitución, en 1978. Como liberal lo ensalzan sus panegiristas. Sin embargo, en muchas regiones de España, en muchos aspectos de la vida, se acusa una falta de libertad. Es notorio que se dan casos de imposición tiránica de leyes que van contra la naturaleza de la Sociedad.
Surgen movimientos políticos que invitan a suprimir esa tiranía. Y para ello invocan al liberalismo.
Nosotros vemos en ello una inconsecuencia. Para nosotros, repetimos una y otra vez, la falta de libertad es debida al liberalismo. Los carlistas lo venimos proclamando desde hace casi dos siglos.
Y tiene que ser así. La libertad nace con el Cristianismo. La libertad viene de Dios. Y el liberalismo prescinde de Dios. En su versión más extremista se manifiesta como una persecución contra los cristianos. En una versión más “light”, la más extendida y peligrosa, se limita a eliminar a Dios de la vida pública y relegarlo al armario de los trastos viejos.
El liberalismo tiene como uno de sus tres dogmas el de libertad. Se trata de una libertad absoluta. Y como tal de una libertad abstracta. Libertad, sí pero no se dice para qué.
El vacío que ha dejado Dios, en los sistemas liberales lo ocupan los gobiernos. Y actuando como dioses privan a la Sociedad de su autonomía y legislan sobre todos los temas que se les ocurre. Observemos que las acciones de los gobiernos, central o autonómicos, que constituyen verdaderos actos de tiranía, nacen cuando se entrometen a someter a su ley la vida de la sociedad.
Una ojeada sobre los casi dos siglos de lucha contra el liberalismo, nos lleva a la conclusión de que muchos, que se titulaban liberales, no eran auténticos liberales. Aunque con su postura política apoyasen la disolvente acción de los verdaderos liberales. No era congruente con el liberalismo la invocación a la Virgen de Begoña que hacían los Auxiliares de Bilbao, en su himno. Los Auxiliares eran los voluntarios que reforzaron al Ejército cuando el sitio carlista de Bilbao, en 1874.
Liberal era el bando en que militaban los tales. Pero muchos de ellos ignoraban la maldad que encerraban los principios del liberalismo. Para ellos liberalismo era contrario al Carlismo al que consideraban propio de aldeanos incultos. Por eso, no tenía nada de absurdo que, en los meses de mayo y junio de 1937, un anciano, antiguo miembro de los Auxiliares bilbaínos, deseara la pronta entrada en Bilbao de los “carcas”. Como él decía recordando el lenguaje de sesenta años atrás.
Hoy, las cosas están mucho más claras para quien quiera ver. Y nosotros suponemos que, quienes se lanzan a la lucha política para combatir los errores del sistema actual, están deseando ver. Les basta abrir los ojos para comprobar que vivimos en un sistema liberal. Del mismo modo que ya han visto las agresiones que a, muchas libertades concretas se están perpetrando. Todas ellas se hacen en nombre de la libertad. Son consecuencia del liberalismo imperante. Si luchan contra ellas, deben ir a la raíz del sistema. Deben tener en cuenta que es absurdo aprobar unos principios y combatir sus resultados. Con su actitud, están proclamando que su enemigo es el liberalismo. Pues lo primero que tienen que hacer es dejar de llamarse liberales.
No pretendemos imponer una ideología. Queremos que los españoles tengan ideas claras. No le exigimos que crean lo que les decimos. Nos limitamos a recomendarles que abran los ojos, saquen las consecuencias de los que ven y que actúen en conciencia. Si les encarecemos que dejen de titularse liberales, es porque los hemos visto protestar contra las consecuencias del liberalismo imperante.