18 de mayo: museos
18 de mayo, San Juan I, papa y mártir.
Hoy, gracias al Consejo Internacional de Museos (ICOM) se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Museos. En España debería ser fiesta nacional porque somos un país enormemente musealizado y que avanza hacia una musealización total. No existe aspecto de nuestra cultura, de nuestra historia, de nuestra geografía que no cuente con su correspondiente museo, exposición o centro de interpretación. Como todo en la vida existen elementos positivos y negativos en ello. No caeremos por tanto ni en la euforia de los que ven en nuestros museos un activo importantísimo para la marca España ni tampoco en el catastrofismo de los que piensan que ahora que nos han momificado ya no hay nada que hacer. Efectivamente hay un poco de todo. Un tanto de lo uno y de lo otro. Por un lado la belleza y enormidad del legado que enseña nuestra España adormecida demuestra que fuimos capaces de hacer cosas admirables: templos de toda clase y tamaño, palacios de todos los estilos, pueblecitos pintorescos, hospitales para pobres que se han convertido en paradores de cinco estrellas, incontables piezas de arte y artesanía que llevarán necesariamente a una pregunta incómoda: ¿cómo es posible que quienes idearon todas estas maravillas sean al mismo tiempo los protagonistas malditos de la leyenda negra?
Por otra parte no podemos evitar que nos asalte un temor: ese afán por musealizarlo todo, ¿no será una forma de matar, de acartonar, de congelar para siempre formas, tradiciones, saberes que deberían ser una explosión de vida y no un catálogo de muertos? Ahí les dejo con estas dudas filosóficas para su reflexión. Las últimas tendencias museográficas parece que van en la línea de sacar el museo a la calle, del jolgorio y de la celebración. Ojalá que fuéramos capaces de hacerlo todo compatible: la conservación de las joyas para las generaciones futuras. Y la conservación -tradición vivida- de la función para la cual esas joyas fueron creadas.