Testimonios sobre la muerte: un padre de una familia con 18 hijos y un joven cristiano de 21 años
En este año 2017 nos han dejado Pablo Raez y de Chema Postigo: dos personas con historias de cómo afrontar la muerte desde una perspectiva cristiana.
“Mucha fuerza”
El domingo 26 de febrero nos dio el último adiós Pablo Raez, un joven de Málaga que cautivó a decenas de miles de personas por su lucha contra la leucemia. Su enfermedad la utilizó para realizar una campaña a favor de los transplantes de médula, para dar ánimos a tantas personas que sufren su misma enfermedad y a difundir todo ese mensaje por Internet y por los medios de comunicación. Es una pena que se haya hablado muy poco de que era creyente y que muchos de esos momentos los fundamentó en Jesús y en su relación personal con Él.
Era deportista y la enfermedad le impidió continuar ese deporte al llegar su desmejoría. Aun así no cejó en mostrar el lado positivo de la vida a tantas personas que se encontraban en su misma situación: ingresados indefinidamente en un hospital sin posibilidad de hacer vida normal. Su testimonio consiguió lo que no ha hecho ningún Estado: multiplicó la cifra de donantes de médula ósea. Su recuperación parecía segura pero recayó inesperadamente y falleció a causa de la leucemia.
Uno de los lugares más importantes para él era la parroquia de la Encarnación de Marbella. Allí acudieron cientos de personas para despedirle. Posiblemente porque sus inquietudes espirituales bullían dentro de él desde muy pequeño. A los 14 años, junto a sus padres, pidió el bautismo y su padrino fue el párroco. Sus compañeros monaguillos en la parroquia, de su edad, compartieron con él muchos momentos y fueron los que acompañaron el féretro al salir del templo. Ese sacerdote que le invitó a ir a la iglesia para que si le gustase se quedara y “empezó un proceso que culminó con su Bautismo, Confirmación y Eucaristía”, fue una figura que le marcó.
“Pablo llegó a la parroquia junto a sus padres con ganas de ser bautizado. Vino como un adolescente de que nos vamos encontrando más que por circunstancias de la vida ni se bautizaron ni hicieron la comunión” – ha declarado “Pepe”, el párroco de la Encarnación.
El párroco le invitó a ir a la iglesia para que si le gustase se quedara y “empezó un proceso que culminó con su Bautismo, Confirmación y Eucaristía”.
“Pepe es mi padrino pero es mucho más que mi padrino. Es mi amigo. Realmente Pepe es un gran amigo para mí. Ha estado muy presente en mi enfermedad. Ha sido de las personas que más cercanas ha estado. Siempre, siempre, siempre que ha podido ha estado para venir a verme. Siempre que he necesitado algo ha estado para dármelo”. – declaró el joven.
Ahora tanto el párroco como su familia quieren que su testimonio haga crecer la caridad en los corazones, el servicio a los demás y la fe en Jesús. “Hizo lo que tenía que hacer, ha dejado su huella en este mundo. Pablo ha hecho lo que podía hacer, sigamos nosotros”.
Chema Postigo: esposo y padre de 18 hijos
José María Postigo era el padre de una familia numerosa con ¡18 hijos! Falleció el 6 de marzo con 56 años víctima de un cáncer que le diagnosticaron hace 3 semanas. Su biografía es impresionante. Nació en una familia numerosa de 14 hijos y su mujer en una familia de 16 hijos. Aprendieron lo mejor en sus respectivas familias: ser generosos en dar vida a otros. Su primera hija, Carmineta, había nacido con una cardiopatía muy severa. Les dijeron que no vivirían más de tres años, pero vivió hasta los 22. Había concluido una carrera universitaria, un máster, hacía deporte… Una operación rutinaria para cambiar el marcapasos terminó con su vida. Javier, su segundo hijo, murió cuando tenía año y medio, y la tercera, Montserrat, a los 10 diez días de nacer.
“Tengo una fe vivida, gracias a Dios, porque si no, no hubiésemos podido soportar la muerte de estos dos hijos en cuatro meses. La gente me decía, ‘Rosa, ¿pero no te tirarías por la ventana?’. Pues sí, si no hubiéramos tenido esta fe me hubiera suicidado, pero gracias a Dios que la tengo”
Del resto de sus hijos, ocho padecen la misma cardiopatía, razón que les llevó a promover una fundación dedicada a la investigación sobre esta dolencia llamada ‘Menudos corazones’.
Hace dos semanas, el padre de la familia fue hospitalizado porque en un mes y medio perdió 11 kilos y tenía fuertes dolores. A la semana, le fue detectado un cáncer de hígado y fue tratado con quimioterapia. El duro golpe no impidió que la familia perdiera la sonrisa y se volcara con “el paciente mejor acompañado del hospital”. La fe, de nuevo, les ha vuelto a mantener.