…y el Señor vino a nuestro encuentro.
Mi antiguo director espiritual solía decirme: ”El cristiano debe de ser como la brasa; perseverante en el calor, que cuando llueve no se extingue y cuando sopla el viento, en vez de apagarse se prende en llamas de amor y caridad”.
Hoy vivimos tiempos difíciles, no solo a nivel social, sino también a nivel espiritual: nos encontramos confinados en nuestras casas con la incertidumbre de qué pasará y muchos de nosotros nos hemos visto obligados a cerrar nuestros negocios o hemos prescindido de nuestros trabajos con mucha preocupación… pero la mayor pena la encontramos cuando nos vemos privados del sustento espiritual.
El culto público se ha prácticamente suspendido y con el estado de alarma se han cerrado numerosas iglesias. Muchos feligreses han visto cómo las puertas de sus parroquias se cerraban indefinidamente y con su cierre la posibilidad de recibir los Santos Sacramentos y poder asistir al culto.
Como decía, son tiempos tristes pero el Señor suele llamar para las batallas más difíciles a sus mejores soldados y de la misma forma que de la brasa al soplar se prende la llama, el Espíritu Santo incendia los corazones de los soldados de Cristo con llamas de perpetuo amor, caridad y celo apostólico.
Y cuando hablamos de soldados hablamos de obispos valientes, de conocidos apologetas… pero también hablamos de aquel párroco rural, que nadie conoce y que un día, cuando sopla el viento y se cierran los templos, da un paso al frente y honra su ministerio sacerdotal dándose completamente a su feligresía y a Cristo Rey.
Hoy os hablaré de nuestro párroco: Mossèn Joan Guerola, rector de la parroquia de Sant Miquel de Deltebre-La Cava, en la diócesis de Tortosa.
Lejos de encerrarse en sí mismo, Mossèn Joan desde el primer momento buscó la forma de no desamparar a su feligresía y de sostenerla espiritualmente -dentro de las posibilidades del momento- con un afán sacerdotal digno de su ministerio: no solo se preocupó de retransmitir todos los oficios, Santas Misas, liturgia de las horas, coronillas a San Roque o a San Pío de Pietrelcina o demás pías devociones, sino que además mantuvo las puertas de su iglesia abiertas en todo momento con él dentro dispuesto a confesar respetando toda medida sanitaria. Incluso un día nos animó a mirar el campanario a las 12 del mediodía y en ese momento desde allá nos bendijo con el Santísimo Sacramento.
Pero hoy, santo día de la Institución de la Eucaristía, nos sorprendió a todos: en el camión de un feligrés montó un altar y revestido para la ocasión bendijo calle por calle y casa por casa a nuestro pueblo con el Santísimo Sacramento. Que Gracia más grande nos ha concedido nuestro Dios, no podíamos ir a recibir al Señor y el Señor se ha valido de un buen sacerdote para venir a nuestro encuentro.
Son tiempos difíciles, son tiempos de anunciar a Cristo con mayor fervor que nunca.
Gerard Nicolás Pastor Maggio
Un comentario en “…y el Señor vino a nuestro encuentro.”
RAFAEL GONZALEZ, SERRANO
Nicolás no sé si te acuerdas de mí he coincidido contigo en varios eventos y me pedistes unas fotografias he hicistes una presentación que le puso música un amigo tuyo si pudieras mandarmela , te lo agradecería mucho