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22 de junio de 2023 0

Unidad

(Por Pedro Luis Llera) –

Esto me dice por Whatsapp una querida amiga de hace muchos años. Y lo hace después de leer este artículo: O Democracia Liberal o Reinado Social de Cristo:

Pues clarísimo y muy valiente. ¿Sabes qué echo de menos? Que tantos grupos carlistas vayan cada uno por su lado. La unión hace la fuerza… Ya comprendo que no es fácil, pero me duele ver cómo ponéis toda la carne en el asador y temer la poca eficacia que puedan tener tan meritorios esfuerzos. Desearía equivocarme. Gracias y un abrazo.

Y ese mismo es el sentimiento que tengo yo y que tienen otros muchos amigos y correligionarios. ¡Qué pena que seamos pocos y, encima, estemos divididos y hasta peleados!

Yo, que no soy nadie ni estoy en ningún bando, me atrevo a pedir humildemente unidad en las filas del Tradicionalismo Carlista.

¿Y qué nos puede unir a todos? Yo creo que Dios nos pide que seamos uno. Tenemos que unirnos, en primer lugar, porque todos queremos ser guerreros de Cristo Rey. Y todos comulgamos – o deberíamos comulgar – con la doctrina de la Santa Madre Iglesia: la doctrina tradicional, la doctrina de siempre; no la doctrina modernista infiltrada por la mentalidad mundana y por la ideología liberal. Todos estamos por el Reinado Social de Cristo y todos somos antiliberales y contrarrevolucionarios. No puede caer el Tradicionalismo en una pseudo democracia cristiana, porque para eso ya está NEOS, VOX o incluso el PP. Y un tradicionalista no puede ir de la mano de Mayor Oreja o de los nostálgicos de Grupo Tácito y del propagandismo. 

Los liberales niegan que Dios sea la sabiduría suma y que tenga el poder de dictar leyes. Se niegan a reconocer la santidad de Dios y a adorarlo como Él merece. Niegan que Dios sea el Creador y que tenga derecho a exigir obediencia de Sus criaturas.

Sin embargo, León XIII lo deja claro:

«Es absolutamente necesario que el hombre quede todo entero bajo la dependencia efectiva y constante de Dios. Por consiguiente, es totalmente inconcebible una libertad humana que no esté sumisa a Dios y sujeta a su voluntad. Negar a Dios este dominio supremo o negarse a aceptarlo no es libertad, sino abuso de la libertad y rebelión contra Dios».

Nosotros defendemos que tanto en la vida privada como en la política todo ha de ir destinado al bien común, a facilitar nuestro fin último que es la salvación de las almas. Y la libertad ha de ir de la mano del bien, de las obras de misericordia y de la Caridad. 

El mundo está necesitado de salvación, de esperanza, de caridad. Y sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. Bajo la cruz de Cristo venceremos a los impíos. Es la cruz de Cristo la que debe unirnos a todos los carlistas. Y solo así seremos creíbles y conformaremos una verdadera comunión. Porque nada ni nadie nos puede unir en comunión más que Jesucristo, que nos da la gracia para poner luz donde no hay más que oscuridad y pecado; corrupción, depravación y muerte.

Sólo unidos en Cristo podremos manifestar que la caridad vence al pecado y que todo lo podemos en Cristo Jesús. Y esa unión con Dios y ese cumplimiento inquebrantable del primer mandamiento es la premisa necesaria para trabajar por la Patria, que está hoy más en peligro que nunca. Y lo está porque las Españas sólo tienen su razón de ser por Cristo y por la devoción a la Santísima Virgen María. Y hoy la mayor parte de los españoles ha apostatado y el número de impíos ya es tan numeroso que ha convertido a nuestra patria en un verdadero estercolero moral. Y buena parte de la responsabilidad de la creciente secularización de España la tienen los pastores de la Iglesia que, traicionando la doctrina tradicional, se han vuelto entusiastas demócratas y liberales ad nauseam. Por contentar al mundo, traicionan a Cristo.

Hace falta que levantemos la voz por Cristo y por el bien de la Patria. Hace falta que hagamos frente a los impíos y a los enemigos de Dios con las armas de Dios: con humildad y con caridad; pero sin complejos ni cobardías, hablando alto y claro y en verdadera comunión. Aparquemos rencillas y divisiones que solo pueden venir del Demonio y unámonos por Dios, por la Patria, por los Fueros y por el Rey. 

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