Sacrificio heroico en 1936 y memoria escrita en piedra
También por su imponente y singular silueta el monumento atrae al visitante desde la plaza del Castillo hasta el final del IIº Ensanche de Pamplona, al que conduce directamente esa rectilínea arteria que es la avenida Carlos III. El monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada tiene la segunda cúpula mayor de España. Su nobilísimo nombre colectivo se inscribe -hoy torpemente tapado- en el friso sostenido por los seis enormes pilares de su amplio pórtico. A ambos lados de la gran puerta de bronce de la entrada principal, están ocultas con torpeza dos grandes inscripciones en piedra. La inscripción de la derecha recoge la proclama de la Diputación Foral de Navarra del 21-VII-1936, como primer voluntario: fíjense Vds. cómo estarían las cosas. A la izquierda se recoge el Decreto del Jefe de Estado español (Burgos 8-XI-1937), que concede la Cruz Laureada de San Fernando al escudo de Navarra como homenaje a sus gestas heroicas. Que ambas inscripciones estén tapadas tuerce la verdad y la historia de Navarra, que algunos quieren arrancar porque recuerda las gestas de las tres cuartas partes de aquella Navarra. Un primer paso -se engañan si querían contentar a todos- fue su ocultación talibán. ¿Qué sería de tratarse de un monumento a gudaris, brigadistas y milicianos?
En su día, el Sr. Urralburu (PSOE) talibanizó la amplia leyenda escrita en el muro del porche del palacio de la Diputación Foral que recordaba: “¡Navarra cubrió los frentes de combate!” con un esfuerzo casi milagroso, movilizando la décima parte de su población total. Lizarza y Nagore nos lo recordaban entre nosotros.
En la historia también hay Cruzadas. Una es la de 1936, y ahora quienes la provocaron y perdieron quieren hacer su contra-Cruzada. Pax, pax et non erat pax.
El Santo Cristo de Adsuara de 3 metros presidía la basílica de la Santa Cruz de la planta noble del Monumento. Era su única imagen exenta. Su Cruz estaba enclavada en una pieza con dos inscripciones: “Con este signo vencerás” y “Viva Cristo Rey”.
El arco del ventanal que contenía una vidriera hoy destrozada, dice: “+ Oh Crux ave spes única”. A esa misma altura y sobre las enormes puertas laterales del Crucero de la planta central, organizada en cruz griega donde se inscribe la gran cúpula, hay dos grandes inscripciones lapidarias. A la derecha: “Aquí se han enfrentado/ las dos civilizaciones./ Las dos formas antitéticas / de la vida social. Cristo / y el anticristo se dan la / batalla en nuestro suelo/. Cardenal Goma. Primado de España”. A la izquierda, hoy malamente tapada como la anterior: “Inclinamos nuestra frente / a la santa memoria / de los mártires / que sellaron con sangre / su fe en Cristo / Pío XII”.
Un friso orla el tambor con galería donde se asienta de la gran cúpula. Su inscripción en letra dorada dice: “Ya sabéis Señor cuanto hemos trabajado en las batallas así como mis hermanos y la casa de mi padre por defender nuestra ley y por el santuario… (I Mac XIII-3)”. La vista alcanza las cuatro grandes escenas del inmenso fresco de R. Stolz Viciano 16-VIII – 16-XI-1950, hasta llegar a la linterna de lo alto, donde se lee: “Et palmae in manibus eorum”. El fresco de las Navas de Tolosa de 1212 contiene la leyenda de las Cruzadas: “Deus lo volt”.
Cuatro hermosas escaleras conducían a la Cripta a través de unas puertas de bronce que recuerdan: “Pax mortui”. ¿Se enteran los desenterradores, cooperadores y talibanes? Hoy la Cripta está tapiada y aislada desde el interior del edificio, y ni siquiera se puede contemplar desde el balcón circular -cuyo vano hoy está cerrado- de la basílica superior. Se accede a la Cripta desde el bajo parroquial. Hoy, basílica y Cripta son dos ámbitos separados y aislados, y no porque esto sea aberrante debe desacralizarse la Cripta. Al revés; queremos que se vuelva a sacralizar lo que fue basílica de la Santa Cruz, aunque se admitan diversos usos nobles y adecuados al edificio, que excluirían lógicamente las vergonzosas exposiciones y la profanación de 2015-16. Aquí ocurren cosas demasiado serias. La basílica fue desacralizada por Mons. Fernando Sebastián, el 19-VII-1997 se celebró en ella la última Santa Misa, y desde 2002 el culto divino se celebra en la Cripta, lo que es querido por aquel.
Publicado en “Siempe P’alante” nº 781 (1-IV-2017), pág. 14