¿Qué España verán nuestros hijos si los buenos están desvertebrados?
Esto se pregunta una madre: “¿Qué verán nuestros hijos?” “¿Qué España van a recibir nuestros hijos?”
La respuesta surge rápida: verán una España sin instituciones, que son un desastre, y sin embargo con mucha gente que quiere a España y los españoles, incluyendo en ellos Cataluña y los catalanes….
Más todavía: verán un desierto institucional y mucha gente buena como ovejas sin pastor, que quiere la unidad de España en la variedad, que están lejos de numeritos separatistas en Cataluña, de baladronadas de los malos catalanes, y de los actuales radicalismos que suponen, para sus agentes, una huida hacia adelante y sin sentido.
¿O toda esta deriva nacional-separatista es para proteger de la cárcel al honorable Pujol y su familia, proteger de la cárcel a los compinchados en la mordida del 3%, y a los responsables de la quiebra económica de Cataluña, Principado otrora floreciente y con un “seny” admirado por todos?
España está sin instituciones firmes y con muchos españoles de bien, huérfanos. Las instituciones del sistema son ineficientes pues no han sabido prevenir, ni saben paralizar ni desvertebrar a los golpistas. Es más, es el liberal-socialismo quien ha generado la situación que sufrimos. ¿Y qué recursos hay para poner fin al golpismo secesionista? ¿Y qué puede ocurrir si se suman, como se empiezan a sumar, los secesionistas vascos (mal llamados vascos)? ¿Y si los amigos de ETA hacen causa común en la calle con los separatistas en Cataluña?
Recapacitemos: ¿El pueblo bueno y español está organizado? Pues no. ¿Tiene líderes independientes y de prestigio? Tampoco. ¿Sabe cómo hacer oír su voz? ¿Puede hacerse oir? Menos. Entonces…, ¿para qué somos?
Mal está la política en España, fruto de haber plantado el arbolito muy mal en su día. Los carlistas tenían razón, pero eso no nos consuela. Ahora estamos pagando unas consecuencias que son el asombro de Europa.
Tememos que para solucionar el imposible de un Gobierno (Rajoy) ineficiente y el imposible de unos golpistas (Puigdemont) insuficientes en su cometido, ambos se sienten a “negociar”, y que lo hagan contra los buenos españoles y contra España, que carecen de líderes, de organización y que no sabrían ni cómo hacer oír su voz. Mal los golpistas, mal el Gobierno y… ¡pobre pueblo español!
Si nadie lo dice, al menos nosotros tenemos que decirlo, a la vez que denunciamos la desarboladura de un pueblo por el sistema que dice protegerle, que da cobijo a negociadores de los bienes ajenos, a negociadores que hasta hoy sólo han sabido degradar a España y su futuro, a los españoles y sus hijos.
El poder totalitario de la democracia es un gigante con pies de barro, con unas élites corrompidas, con una legalidad sin espíritu, que en sus contradicciones genera su propia ruina perjudicando siempre a la gente honrada.