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22 de abril de 2020 1 / / / / / / / / / / / / / / /

¿Por qué ahora no dejan al pueblo fiel asistir a la Santa Misa?

La Santa Misa de cuarentena. Ni lo entendemos ni lo  aceptamos.

por José Fermín Garralda

Esta no es una celebración de cuarentena, pues queda abierta a los fieles.

El día 14 de abril quise asistir a la Santa Misa a las doce del mediodía, como lo hice en el mismo lugar día tras día hasta la celebración del Jueves Santo, día 9 de abril. A esa hora y consternado, vi  cómo las enormes rejas y puertas de la parroquia estaban cerradas a cal y canto. Según el cartel, durante las dos horas y media anteriores habrían estado abiertas para hacer oración, lo cual resulta contradictorio.

A quienes ansiábamos entrar, la reja convertía la plaza de la Cruz en una gran cárcel. Otros dos o tres fieles también  tuvieron que volverse atrás. Un cartel ponía: “Mientras siga la normativa de las autoridades sanitarias”, se celebrará la Santa Misa a puerta cerrada y sin pueblo fiel.

* * *

¿Qué había pasado? ¿Es que algo ha cambiado? Y sigue la pregunta en pie, pues no es creíble que durante todos los días anteriores hiciésemos las cosas mal.

No sabemos a qué normativa civil se refería dicho cartel. El Art. 11 del Decreto del estado de alarma, ampara la asistencia a lugares  de culto, de modo que ir a los templos es legal, con las debidas cautelas sanitarias –respetar las distancias y evitar aglomeraciones-. Por eso, el párroco -por otra parte muy buen párroco- que ahora cerraba la Iglesia, hasta entonces había aceptado que un grupo -aunque por el temor colectivo muy pocas personas- asistiese con las precauciones sanitarias para evitar el contagio en aras de la suprema caridad. Así, antes del Jueves Santo, asistíamos un grupo de fieles a la Santa Misa, aunque reducido a tan sólo 20 personas.

Catedral de Granada. Viernes Santo 2020.

Seguramente, lo ocurrido en la catedral de Granada y otros lugares el Viernes Santo es lo que ha provocado el estupor, y es posible que a ello se deba  el cierre de nuestra parroquia, pues ahora dicen que el artículo 7 crea un conflicto de interpretación. Pero ya es tarde para pensar en ello, ¿no les parece?. ¿Y antes no lo creaba? La Iglesia es cuidadosa y no apreció confusión alguna antes el Jueves Santo. ¿Nos hemos vuelto de repente más celosos de la ley que el mismo Real Decreto? Ante la duda –y sentido común- ¿no prima la libertad? Lógicamente, algún templo de la ciudad sigue admitiendo fieles a la Santa Misa.

Al margen de estas precisiones, no concedamos las cosas fácilmente, porque sabemos que en España hoy se trampea la ley, pues el estado de alarma no avala el confinamiento, ni prohíbe la libre circulación, propio únicamente del estado de excepción. Es más, ahora se confunde el confinamiento y el  distanciamiento social, realidades que no son lo mismo. Así mismo, nos hemos vuelto más celosos que los médicos, ¿pues no bastan las medidas razonables de prevención?

Me extrañó cuando, cierto día, el Sr. párroco dijo a los pocos fieles que asistíamos a la Santa Misa de 12, que no se sabía qué iba a pasar en adelante, porque alguno había llamado extrañado de que la iglesia estuviese abierta a los fieles para la Santa Misa… Pues bien, preguntemos a ese tal si quiere tener una seguridad mayor que la indicada por las autoridades sanitarias. A su vez, pregunte el Sr. párroco a las 20 personas que estaban presentes qué les parecía el cierre. Pero es que los del “no” se hacen oír más que los del “sí”, y además se presentan como los  más celosos del amor fraterno.

La cuarentena a la Santa Misa y el Sacramento no es de recibo. Así ha estado esta iglesia desde jueves santo hasta ayer día 29 en que abrió sus puertas. Hasta entonces, la Santa Misa, una al día, fue a puertas cerradas, pero con algunos fieles que tuvieron la suerte de enterarse y acudir. Aleluya.

Con la iglesia cerrada, con la anulación de la Santa Misa de fieles, nos retorcimos de pena. Máxime, en estos momentos tan especiales. Supongo que estamos en nuestro derecho para que nuestra posición no se anote en culpa y como egoísta y exagerada, porque quien esto escribe ha tenido la pena de ser  captado por un periodista de Navarra.com, como “persona (que) camina con una barra de pan por la calle…durante la crisis del coronavirus”, lo que parece dar la falsa impresión que tampoco eso se puede hacer. “Encerrando”la Santa Misa, no vamos adelante, sino hacia atrás, máxime después del día de Resurrección, en plena Pascua.

¿Qué queremos? Simplemente asistir a la Santa Misa y recibir a Jesús sacramentado día tras día. Como es muy insuficiente imaginar el pozo de la samaritana, queremos la misma agua del pozo.

* * *

Tampoco el día 18 se abrió la puerta a los fieles para la Santa Misa, lo que me animó a presenciar la emisión de la Liturgia en directo por internet. La pantalla de TV fue para nosotros una ficción, salvo que nos traslademos espiritualmente al lugar donde se celebra la Santa Misa, lo que indica que lo  importante es el lugar, el acto, y estar en él unidos en cuerpo y alma. Por lo mismo nadie quiere estar lejos de su amada por mucho teléfono y pantalla que haya. Ni creo que el  discípulo que huyó ante la presencia de las instituciones judías, tuviese más amor a Cristo que Juan estando al pie de la Cruz, pues por encontrarse ahí recibió en premio el tener como madre a la Madre del Crucificado.

Ante la TV no hemos querido caer en ficción alguna, aunque en ella cayó la representación litúrgica, al aparentar que todo seguía igual, al hacer que dos laicos leyesen las Lecturas, al decir “podéis sentaros”, o cuando el sacerdote bajó a repartir la Sgda. Comunión… a dichos dos laicos –suponemos-.

En la predicación del día 18, el señor párroco -un buen párroco hay que decirlo- destacó los bienes que podemos alcanzar en la pandemia y quedándonos en casa: desde ir a lo esencial, levantar la mirada a Dios, y reconocer nuestra dependencia de unos para con los otros en el matrimonio, la familia y la amistad… hasta reconocernos criaturas, no ver la muerte como algo lejano, plantearnos la vida eterna, vivir la familia como iglesia doméstica, y saber que con Dios nada está perdido. También dijo que tenemos motivos para reconocer nuestra fragilidad y debilidad, nuestra inseguridad, que podemos ganar en humildad y en no ser autosuficientes. Bien está esto, pero –y me pregunto con las palabras de nuestro predicador-: ¿cómo vamos a encontrar la misericordia divina en los sacramentos si no hay Santa Misa de fieles? ¿Cómo vamos a aceptar los dones Pascuales que son el mismo Cristo resucitado, la Eucaristía y el salir a las plazas y calles? Con estas privaciones, ¿puede resultar fácil contagiar Paz, alegría y perdón? Muchas palabras estas, pero vemos que algo falla.

Ya sé que Dios está en todos los lugares, pero esto no es un argumento para el cierre -si lo fuese, ¡menudas consecuencias se extraerían de ello!-, porque la manifestación de la Fe debe ser real y no virtual, presencial y no a distancia…

Debemos obedecer: lo que no sé es a quien, porque no creo que se hayan modificado las normas del poder civil. El Art. 11 está claro, ha sido practicado sin problema, ¿y si algunos amigos de la persecución a los cristianos alegan interesadamente las carencias del Art. 7? Es como creer que si en la Constitución falta un derecho humano éste no existe, o que la norma debe precisar todo, máxime cuando hay un Art. 11.

No vamos adelante sino hacia atrás, lo virtual nos impide pasar a lo real, la alegría se transforma en pena como si estuviésemos de nuevo en un prolongado Sábado Santo. Total, si a la Santa Misa asistíamos 20 personas y no más, ¿pero qué pasa aquí?

* * *

El miedo al coronavirus es colectivo. A él se le suma ese otro miedo como es, a última hora, de chocar con quienes manejan las instituciones civiles gracias a una interpretación forzada de Real Decreto del estado de alarma. Ambos miedos los vemos en personas particulares, que todo lo censuran salvo su  confinamiento, su seguridad y seguir a pie juntillas a los políticos que ocupan la administración pública.

Pues bien, a los máximos responsables de la Iglesia estos miedos les hacen exagerar el problema, supeditarse a la interpretación del R.D. de quienes buscan perjudicarles, y cortar las alas a quien quiere volar. Quienes buscan un pretexto para anular la Santa Misa abierta a los fieles se han encontrado con la volatilidad de las palabras humanas y con una jerarquía complaciente.

* * *

No entendemos la Iglesia como una ONG -tampoco la  entiende así el Papa Francisco-, que es en lo que da la impresión se ha estado cayendo. Debe interesarnos mucho más Cáritas que el aplauso del Ayuntamiento de Madrid, y, como Iglesia, mucho más la Santa Misa que Cáritas, pues ésta es un elemento subsidiario,  toda vez que el alimento de los cuerpos es misión principal de la ciudad temporal y, en ello, misión subsidiaria del poder civil.

No entendemos la Iglesia como una asociación sujeta siempre a “hacerse perdonar”, y a seguir al poder civil que en este caso es amigo de restringir a la Iglesia sus derechos. Ello se debe a tanto “votar en conciencia” pero sin revisar dicha conciencia, y a cerrar los ojos a las trampas que suponen los incumplimientos electorales desde la UCD hasta hoy.

No entendemos que la Iglesia se comporte como una institución empeñada en caer simpáticos a las instituciones civiles, en no ejercer como sociedad perfecta al igual que lo es el Estado, en poner la polis o política por delante de la pastoral, en poner lo virtual y el consejo por delante de la atención real y sacramental a las almas.

No es cierto que el coronavirus se haya extendido más, aunque sí lo es la ineptitud de nuestros ambiciosos gobernantes. Digan que es preciso atajar el coronavirus por el Bien Común, pero eso ya lo sabíamos antes de Jueves Santo y pudimos asistir a Santa Misa de doce y de siete de la tarde… con lo que el habitual recurso argumental al bien ajeno es más verbal que objetivo y real.

Teníamos dos celebraciones diarias y en cada una había 20 fieles. ¿Por qué no multiplicar la Santa Misa, una cada hora, para que en cada una estén 50 fieles? Ya digo que vamos atrás.

Puede decirse que quitando todo -Santa Misa, sacramentos…-, así los echaremos más en falta. Esto sería un argumento / no argumento, y además para niños. Tan “cortos” no pueden considerarnos. Lo que así se puede hacer a los católicos es un poquito anticlericales, porque lógicamente ni el clero es la Iglesia, ni Cristo ha resucitado para no prodigarse.

Ya me duele escribir esto, pero respondo al abandono que sufrimos a pesar que los pastores no lo admitan.  Si no hay Santa Misa con fieles, si no hay sacramentos, si los ministros no urgen el acercarse a ello, los fieles se separarán primero real y luego virtualmente. Alguna iglesia queda abierta al efecto… pero hay que buscarla mucho.

Menos mal que al fin la Conferencia Episcopal solicita al Gobierno que se puedan celebrar la Santa Misa sin que intervenga la policía, y que el arzobispo de La Plata (Argentina) proponga celebración de la Santa Misa tomando las medidas sanitarias.  Es un poco tarde, ¿no? A ver qué les contestan, lo que resulta peligroso y es un punto de partida falso, porque la Policía se ha extralimitado, el poder civil también cuando ha actuado restringiendo el Art. 11, y el mismo clero cuando ha dado por buena y legítima la situación temporal de excluir a los fieles de la Santa Misa y Sacramentos.

Estamos viviendo un exceso por parte de los interesados en silenciar la religión y otro exceso de los pastores de la Santa Iglesia. Los primeros responden al odio antirreligioso sembrado. Los segundos responden más a los complejos, a querer evitar agresiones, las presiones, y al afán por quedar bien ante el poder público, o bien para prepararnos a las catacumbas.

Madres y abuelas… y mayores. Tienen derecho a los mismos cuidados que los demás.

A mi dolorida extrañeza por la cuarentena de las iglesias, más me extraña no haber escuchado a la jerarquía eclesiástica su denuncia profética cuando el poder civil abandona a los ancianos contagiados en sus domicilios…. Si la Jerarquía calla, ya ha terminado de comprar los boletos para la gran persecución. ¿O es que no se han enterado de lo que ocurre con los ancianos, de alguna manera “eutanasiados”?

No es fácil escribir esta carta, pero no puedo sino ejercer con responsabilidad mis obligaciones y libertades.

Adenda. Escrito el artículo anterior, la mañana del 26 de abril nos enteramos de la causa del cierre de la iglesia a la que se accede desde la Plaza de la Cruz. Algunos vecinos habían denunciado (mejor sería decir protestado, lo que es muy propio entre nosotros) por la reunión de fieles, seguramente sin saber cuántos asistían y en atención a medidas sanitarias. Por lo visto no sabían que en cada celebración había una docena de persona -tenemos fotografías-, muy separadas por metros de distancia, y manteniendo  las normas sanitarias dadas por los médicos.

La ignorancia es atrevida, el impulso muy navarro a veces también, y quizás haya mala fe en dichas protestas. Interesa saber quién es el que protesta, porque es muy fácil hacerlo y fastidiar sin motivo a los demás.  Ya dijimos que en esta parroquia había un buen párroco -tampoco nosotros somos quiénes para juzgar-, y sin lugar a dudas sigue activo en favor del derecho de la Iglesia y de los fieles. Vale. 

Desde el Jueves Santo hasta ayer 29 de abril, la parroquia tuvo sus puertas cerradas al público fiel. Ayer las abrió de par en par, lo que se agradece muchísimo. Días atrás, la Santa Misa se celebraba a puerta cerrada, con asistencia de algunos fieles privilegiados únicamente porque de alguna manera se enteraron. Vale también. 

 

 

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Un comentario en “¿Por qué ahora no dejan al pueblo fiel asistir a la Santa Misa?

  1. Schkopp

    totalmente de acuerdo con el artículo. Por favor, que resuciten las autoridades eclesiásticas. Estaban muertas cuando han permitido la profanación de una tumba en sagrado, anunciando que pasarían de sus fieles. Ahora pasan igualmente y se dejan ningunear. El obispo de Granada podría haber amenazado con excomunión a los que le echaban de la catedral.

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