Noviembre rojo
Las elecciones presidenciales en EEUU, que se celebran el martes después del primer lunes de noviembre de los años bisiestos, son las más seguidas y estudiadas del mundo entero y de la historia de la democracia contemporánea. Aunque nos pueda parecer que la inundación mediática sobre este tema es por el efecto Trump, muchos recordarán cómo pasó algo parecido en la elección del año 2000. Durante semanas los medios no hablaban más que de la polémica victoria de Bush en el Estado de Florida, cuyo recuento papeleta a papeleta fue detenido por el poder judicial cuando unos 500 votos separaban a Bush del demócrata Gore.
En las elecciones de este 8 de noviembre, el resultado ya está fuera de toda posibilidad de cambio por muchos recuentos de última hora que lleguen. Pero hasta finales de noviembre los estados no están obligados a comunicar el resultado definitivo de la votación y por eso todavía faltan semanas para que se pueda hacer un análisis del todo pormenorizado y preciso de los votos reales totales. Lo que parece inamovible es que Donald Trump obtendrá 306 votos en el Colegio Electoral y Hillary Clinton 232.
El Colegio Electoral es una institución muy relevante del entramado de instituciones estadounidenses. Los primeros presidentes no fueron elegidos directamente sino por un Colegio Electoral formado por compromisarios enviados por las asambleas legislativas estatales. Los Founding Fathers fundaron una república, no una democracia, y aborrecían un poder popular directo por el riesgo de demagogia. La figura de un presidente con apoyo territorial extenso se creó para hacer de contrapeso al poder legislativo popular. Sólo en la década de los 20 del siglo XIX empezaron los estados a introducir el voto popular en la elección de presidente, pero manteniendo siempre el filtro del Colegio Electoral. Cada estado tiene asignados en el Colegio Electoral un número de votos electorales equivalente al número de congresistas. Como el Congreso de los EEUU está formado por la Cámara de Representantes (actualmente 435 representantes, cuyo mandato dura solo dos años) y el Senado (dos por cada estado, elegidos escalonadamente y cuyo mandato dura seis años) serían 535 votos en el Colegio Electoral. Pero además hay que añadir, desde 1964, 3 votos electorales del Distrito de Columbia, donde está la sede del Gobierno y el Congreso, que no pertenece a ningún estado ni tiene representantes en el Congreso, pero viven 600.000 personas. Así las cosas, el total de votos en el Colegio Electoral es 538. Y el que obtenga más de la mitad de los votos electorales es designado presidente. La cifra “mágica” es 270. Si se da un empate a 269 (en algún momento de la noche electoral hubo alguna combinación probable que hubiera arrojado este empate) la Cámara de Representantes se encargaría de desempatar. Aunque la elección presidencial se realiza en la fecha antes señalada, cada estado es autónomo acerca del modo en que otorga sus votos electorales así como el modo de presentar las papeletas de voto, el voto por correo, el voto electrónico y todo lo relacionado con el control del proceso electoral. El hecho es que prácticamente todos los estados otorgan íntegro el total del votos electorales al candidato que haya ganado en ese estado, independientemente de la distancia con otros candidatos. Hay dos excepciones irrelevantes. En Nebraska y Maine los votos electorales no se asignan automáticamente en su totalidad al vencedor, pero tampoco se hace un reparto proporcional del voto popular. Se hace lo siguiente: se asignan dos votos electorales al candidato más votado en el conjunto del Estado y se asigna un voto electoral al más votado en cada uno de los distritos electorales empleados para la elección en la Cámara de Representantes (3 en Nebraska y 2 en Maine). Pero, a pesar de la diferencia de método, sólo en 2008 Nebraska repartió los votos electorales (4 a McCain y 1 a Obama, que ganó en el distrito de Omaha). Y Maine nunca lo había hecho hasta justo ahora, en que Trump ha ganado en uno de los distritos de Maine y ha conseguido 1 de los 4 votos electorales.
Cuando faltan aproximadamente cuatro millones de votos por contar oficialmente a lo largo del país, es seguro que Hillary Clinton gana en voto popular y probablemente acabe ganando por más de 700.000 votos de diferencia (63 millones frente a 62,2), o sea algo más de un punto porcentual (47,7% frente a 46,6 ). Aunque no hay datos oficiales definitivos, los expertos prevén que la participación habrá sido del 58,9%, muy parecida a la de otras ocasiones. Según mis cálculos, aunque solo con resultados preliminares no oficiales, se puede afirmar que Hillary hubiera ganado las elecciones si hubiera conseguido 106.000 votos adicionales repartidos debidamente por los estados de Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Hubiera obtenido la victoria en el Colegio electoral por 278 a 260. Aunque los cálculos se pueden hacer también para favorecer a Trump: 92.000 votos adicionales repartidos debidamente por los estados de Nevada, Minessota, New Hampshire y Maine hubieran dado una victoria a Trump apabullante en el Colegio electoral por 329 a 209 y hubiera seguido perdiendo en voto popular.
Todo apunta a que Hillary Clinton pasará a la historia como el vencedor en voto popular por mayor diferencia de entre los derrotados en el Colegio Electoral. ¿Qué precedentes hay? Hay por lo menos tres. En 2000 Bush ganó a Gore por 271 a 267 (en voto popular perdió por 50,5 millones frente a 51 millones) con un 54,2% de participación. Fue famosa la polémica de las papeletas mariposa de Florida, cuyo diseño provocó miles de errores en los votantes a favor de Bush y contra Gore. Lo más gracioso del caso es que el diseño era responsabilidad de una Gobernadora demócrata de Florida. También en 1888 y en 1876 ganó el colegio electoral un candidato perdedor en voto popular. En 1888, Harrison (republicano) ganó a Cleveland (demócrata) por 233 a 168 en el Colegio Electoral pero perdió en voto popular por 5,34 millones de votos frente a 5,44. En 1876, Hayes (republicano) ganó a Tinder (demócrata) por 185 a 184 en el Colegio Electoral pero perdió en voto popular por 4,04 millones frente a 4,3. Y también porque en Colorado, que se acababa de incorporar, no hubo voto popular sino que la asamblea estatal otorgó sus votos electorales directamente a Hayes.
En 1960 Kennedy ganó a Nixon por 303 a 219. Aquí hay una doble polémica: una, sobre cómo contabilizar el voto popular por la división demócrata entre Kennedy y Bird. Otra, por el pucherazo más que probable en Illinois y Missouri. Respecto a la primera, hay razones técnicas para considerar a Nixon ganador en voto popular. La razón es que en la papeleta de Alabama figuraban sólo 5 electores comprometidos a votar por Kennedy. Los otros 6 votaron por Bird. Así que si contamos sólo 5/6 de los votos demócratas en Alabama como votos para Kennedy, Nixon ganó en voto popular por 34,11 millones de votos frente a 34,05. Respecto a la segunda polémica, Nixon ganó en 93 de los 102 condados de Illinois, pero Kennedy obtuvo (con la ayuda del alcalde de Chicago Richard Daley y grupos mafiosos) una cantidad inusual de votos, 450.000, en el Condado de Cook, un suburbio de Chicago, y se le adjudicó la victoria por 8.858 votos sobre un total de casi cinco millones. En Texas, donde Kennedy ganó por un estrecho margen, se dieron numerosos recuentos inexplicables y circunstancias tan curiosas como que en el Condado de Fannin Nixon obtuvo 1.534 votos y Kennedy 4.604 votos siendo que sólo había 4.895 votantes registrados…
¿Y qué pasa con el misterioso Ohio? No es cierto que siempre gane ahí el mismo que gana las elecciones. No siempre. Pero es cierto que, desde 1948, sólo ha dejado de ocurrir en una ocasión, precisamente en 1960, con el pucherazo de Kennedy. Con 136.000 votos más en Ohio, Kerry hubiera derrotado a Bush en 2004 en el Colegio Electoral aunque no en voto popular.
Hablando de presidentes especialmente populares, en 2012 Obama ganó a Romney por 332 a 206 (en voto popular: 65,6 millones frente a 60,9) con un 58,6% de participación. Desde 1916 no había un presidente reelecto con menos votos electorales que en la primera elección porque en 2008 Obama había ganado a McCain por 365 a 173 (en voto popular: 69.5m a 59.9m) con un 61,6% de participación. En 1860, Lincoln, republicano, obtuvo la presidencia ampliamente en el colegio electoral (180 votos) pero con solo un 39,8% de votos. Dos candidatos demócratas, Douglas (12 votos electorales) y Breckinridge (72 votos electorales), obtuvieron 29,9% y 18,1% respectivamente.
Teniendo en cuenta que presidencias alcanzadas en elecciones tan extrañas como la de Lincoln o la de Kennedy acabaron en asesinato y la de Bush en el 11 de septiembre, habrá que estar atentos a los próximos cuatro años. Aunque lo más probable es que Rajoy durará menos.
Por último, una aclaración. El New York Times, que no leen los neoyorquinos pero sí el resto del mundo, puso de moda en 2000 colorear en su información gráfica de rojo y de azul a los partidos republicano y demócrata respectivamente. O sea que aunque Trump sea “rojo” y “republicano” no es por eso por lo que se le compara con Pablo Iglesias. Tampoco es por ser amigo del Gran Wyoming, aunque haya sido precisamente en el estado de Wyoming donde Trump logró su victoria más aplastante: 70% de voto frente al 22%. Será por el color de sus bosques en otoño o lo que sea, pero el noviembre en Wyoming ha resultado bien rojo.
2 comentarios en “Noviembre rojo”
Miguel Angel Belmonte
Una semana después de las elecciones, continúan llegando recuentos provisionales de votos. En estos momentos, Clinton gana en voto popular ya en más de un millón de votos. Tiene 62.403.469 votos frente a Trump 61.242.652. En porcentaje están 47,8% frente a 46,9%.
Miguel Angel Belmonte
FInalizado definitivamente el recuento (incluidos los nuevos recuentos oficiales forzados por la candidata ecologista Jill Stein, que recaudó varios millones de dólares para forzar legalmente nuevos recuentos en Wisconsin, con el resultado de 162 votos más de ventaja a Trump en dicho estado), Hillary obtuvo oficialmente la victoria en voto popular más abultada de la Historia de EEUU de un candidato derrotado en el Colegio Electoral: 65.844.610 votos (48,2%) frente a 62.979.636 de Trump (46,1%). En el Colegio Electoral, 227 frente a 304 a favor de Trump. 7 electores de Washington, Hawai y Texas votaron a terceras personas que ni siquiera habían sido candidatas. Tres electores de Minessota, Colorado y Maine intentaron votar en contra del mandato de sus estados y se les desestimó el voto, forzándoles a cambiar su voto o a ser sustituidos por otros electores. Digamos que Clinton ganó el pichichi, pero Trump ganó la liga, que es lo que cuenta. Probablemente hizo mejor campaña, aunque solo fuera por los sitios en que estuvo (en cantidad y en calidad) durante las últimas diez semanas de campaña. Recomiendo un gif en que se ve cómo los candidatos pelearon sobre todo por el voto en los estados indecisos, dejando de lado los estados con clara ventaja de uno o de otro candidato:
http://fivethirtyeight.com/features/the-last-10-weeks-of-2016-campaign-stops-in-one-handy-gif/