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14 de julio de 2023 0 / / / /

No todo vale para echar al colibrí Sánchez

(Por José Fermín Garralda)-

El incendio ha llegado a nuestra casa, que arderá. ¿Cómo evitarlo, hacer que el incendio retroceda y finalmente apagarlo? Muchos hogares ya han ardido, pero en las cosas de Dios siempre cabe reparación.

Es muy comprensible y está muy bien querer echar a Sánchez de una vez. El “tsunami” o “ciclón” que éste último ha supuesto como servidor de Soros -sin duda entre otros-, aunque nunca ganó las elecciones para ocupar “limpiamente” el poder, es tremendo. Lo es más que el Trienio constitucional, el Sexenio revolucionario y la IIa República española de nuestros pecados. La cuestión es cómo, a costa de qué, y cuál es el precio de echar al doctor amigo de movidas, terremotos y tifones.

Feijóo, a pesar de su grandísima  inteligencia, no es la “alternativa”. (Palabra feota ésta por suponer “el sistema”). Lo ha mostrado con creces. ¿Por qué? Porque en su persona vamos a poner en el poder, directa o indirectamente, a uno PARECIDO a Sánchez, salvo en las formas abracadabrantes de este ambicioso socialista-podemita y, por arrastre, bilduetarra y separatista, que es dicho Sr. Sánchez.

Si se vota a otro que no sea Feijóo, pero que finalmente dé el poder a éste, veremos cómo  el gran Feijóo girará hacia el PSOE, SI VE QUE Vox VA GANANDO TERRENO a los “peperos” una vez puestos estos a gobernar. (Esta es una de las claves y lo que Vox debiera de hacer).

Dicho giro “feijoita” lo facilita: a) que el punto de partida de Feijóo y el PSOE sean parecidos, b) que Sánchez tiene la relativa oposición de los viejos socialistas, que le han criticado con acritud (pero sin arrepentimiento de lo que ellos hicieron y por ello quizás con complicidad y previsión de partido), y le reclaman lo que llaman el “verdadero” PSOE, y c) que todos ellos (Feijóo y un PSOE más o menos podemita) se podrán aliar moderando algo el radicalismo actual. Si Sánchez se empeña en seguir siendo totalmente “podemita”, veremos jugar a todos entre sí para que resulte más de lo mismo. Si esto sigue así , ¿cómo cortaremos el nudo gordiano?

Ésta básica amistad política y, en lo moral y político, hasta ideológica entre PSOE-PP, hay que hacerla PATENTE CUANTO ANTES, para poner al PP entre las cuerdas en todo momento, ante buena parte de su electorado, y no retrasarla antes de que Vox, tocando el poder del Estado, vaya desvaneciendo su capacidad de oposición o denuncia propia, plasmada en no pocos y magníficos discursos que, algunos de los suyos, han dado en las Cortes, parlamentos autonómicos y ayuntamientos.

Hay que hacerlo patente antes de que se diga y convenza a la gente que hay dos PSOE: el podemita y el verdadero de “los Felipe González”. No, el PSOE es uno.

Antes que el PP, ante la amenaza de que Vox le coma terreno, haga un giro hacia un PSOE podemita o bien algo moderado. Siempre el PP (queriendo o no) ha favorecido a sus oponentes de izquierda. Y va tras ellos.

Que el PSOE se “modere’ algo, gracias a los viejos socialistas de Felipe González, Guerra, Corcuera etc. no hace a estos últimos mejores, ni a Sánchez peor.

En ninguno de ambos casos, parte de los anónimos votantes del gran Feijóo debieran tronar loores a éste último, atribuyéndole el conseguir, él solito, tal “moderación” antipodemita. Sí, la capacidad de autoengaño de los “conservadores” que no saben qué es la Revolución, es cuasi infinita. Y así vamos.

Todo lo anterior pudieran ser cábalas y entretenimiento. Y nada de ello es solución alguna. Hablar de estas cosas -cálculos y aparentes divisiones, equidistancias, movimientos y nuevas amistades entre los revolucionarios, siempre tan aburridos y ombliguistas-  es parte de la miseria de la política liberal. ¿Por dónde pasa la solución? Si la política (así es la política liberal) supone desentenderse de la sociedad, si conlleva no poner en primer plano los bienes morales y religiosos, si admite olvidar los cuerpos intermedios privados o administrados por la gestión pública, si es desvincular dicha sociedad viva y vertebrada de la alta política, entonces cualquier consideración anterior sobra.

¿Pero qué c…… (perdón, perdón, se me ha escapado en un ataque de sinceridad) pasa en España? ¿Es que no se puede y debe plantear una política lisa y llanamente buena por sí misma, conforme las necesidades objetivas de nuestra sociedad concreta? Yo me niego ir a remolque de los desgraciados -porque sus resultados son muy desgraciados para todos… ¿o no?- que nos mandan y dirigen la política.

De entrada que respeten los derechos de la Iglesia. Que respeten mi fuero y jurisdicción personal, familiar y hasta social: ello o  nada. Y si hay más amigos que así piensan, estupendo. Construyamos lo bueno desde abajo, exijamos lo bueno en la alta política, y veremos qué se puede hacer con estos mimbres y con los que otros pudieran aportar con las debidas reservas. Al final, la realidad se impone a las cábalas de la politiquilla liberal.

Pues nada, que fuera de las raíces y ramas floridas que aún quedan en España, es decir, fuera de la tradición española –carlista más en concreto-, no hay solución. La piedra de toque de la esperanza exige hablar con naturalidad de la Unidad Católica de España -esta es la clave- en todo lo que se pueda, y no espantarse de ella, atendiendo debidamente a la teología, la sociología y no sólo el gusto particular.

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