No abandones a tu abuelo
(Por Sancho Guindano) –
Queridos jóvenes, en primer lugar: ¡Feliz Navidad! Dios se hace pequeño para enseñarnos a ser libres, a amar como un hombre ha de hacerlo, hasta dar la vida. Como dice el refranero popular: “Ha llegado la salvación a esta casa”.
Quisiera empezar dándoos la enhorabuena, así que: ¡Enhorabuena! Ya es legal asesinar a tus abuelos. Cumplimos las tres condiciones para ser llamados oficialmente una “sociedad enferma”: desenterramos a los muertos, matamos a nuestros hijos y, ahora también, matamos a nuestros padres y abuelos.
No es mi propósito hablar de la eutanasia y otras lacras de la sociedad actual, ya habrá tiempo para ello.
Esto es un llamamiento a no dejar solos a nuestros mayores durante estas fiestas, ni siquiera para protegerlos. También una tormenta de propuestas alternativas.
¿Sabes cuál es una de las principales causas de muerte en España? La depresión, a causa de la ausencia física de la persona querida, la soledad, la falta de sentido de la vida… En muchos casos lleva al suicidio, en otros no, pero hace la vida insípida y amarga, y la acorta sustancialmente.
Esto es un llamamiento para que no abandones a tu abuelo. Sé que no quieres su mal, pero tampoco quieres el tuyo, ¿a que no, pajarito? ¿Lo haces por su bien, o por el tuyo? ¡Te pillé!
Sé que no es sencillo, y menos con toda la lista interminable e indigerible de restricciones por zonas, provincias, comarcas, … Pero voy a intentar convencerte de que tu abuelo te necesita a ti, físicamente. No tu imagen, no tu voz lejana a través del móvil, no tu “detalle puntual” (o “impuntual”), no que le hagas la compra una vez al mes.
El hombre se ha vuelto cada vez más egoísta, cada vez se dedica más tiempo a sí mismo. Somos la “generación del espejito”. Está muy bien practicar deporte, hobbies, y es muy necesario. Pero al igual que buscamos tiempo para salir a correr o ir al gimnasio, hemos de hacerlo para acompañar a nuestros mayores. Una vida generosa nos volverá más humanos.
Es fácil caer en lo cómodo, en lo simple. “Es que no quiero contagiarle”. Pues entonces cuídate, prívate de caprichos, del bar, de botellón, de salidas con los colegas, móntate tu propia burbuja familiar, en la que tenga cabida el abuelo. “Pero es que mis hermanos pasan”. Pues cuídate tú, y vete tú solo a comer a casa de tu abuelo. “Pero es que mi abuelo tiene miedo”. Vale, no hay problema. Deja las reuniones familiares, pero queda con él frecuentemente a dar un paseo, que pueda palpar tu cariño. “A ver, que yo le hago mucho caso. Le hemos llamado por videoconferencia, y nos ha visto a todos los nietos”. ¡No! Por favor, no caigas en burlar la conciencia con ese tipo de “bulerías”. Hacer a tu abuelo invisible no es cuidarle, es procurarle una eutanasia a plazos. El abandono es una forma de eutanasia.
Si no se deja querer, al menos ya has hecho todo lo que has podido. Sigue con las videollamadas y haciéndole la compra.
¡Di la verdad! ¿Tienes miedo de incumplir la ley y que te multen? ¿O dicha ley te ha venido bien para esquivar ciertos compromisos? No hay barrera (o no debería haberla) que nos separe de un ser querido. ¿Tienes miedo de hacer daño a tus abuelos/padres? Pues ya se lo estás haciendo, no hay derecho a que la gente muera sola, ni viva sola. ¿Y si muere por mi culpa? Todos vamos a morir algún día. Confesado y con los santos sacramentos, el Señor le acogerá con los brazos abiertos en el Reino de los Cielos.
No acalles tu juicio interno ni te conformes con detalles como hacerle la compra, llamarle de vez en cuando… Entrega tu persona, sacrifícate por el ser amado. No volvamos a los aplausos de marzo: ¿héroes desde casa? Héroe San Francisco Javier, que dormía en los hospitales con las peores condiciones que te puedas imaginar, allá donde los pies le llevaban. Héroe San Francisco de Asís, que fue tratado de loco por dormir y convivir con los leprosos. Necesitamos de esos héroes que darían la vida (o simplemente su tiempo) por sus seres queridos y otros, como nuestro Señor Jesucristo en la Cruz.
Si todavía no te he convencido, sigue leyendo.
Conviene, además, que tus hijos te vean hacerlo y les des testimonio de amor desenfrenado y volcado por el ser amado. No dentro de mucho, tú estarás en la misma tesitura que tus abuelos, y tus hijos, amigos, hermanos, te pagarán con la misma moneda. Educa a tu entorno en el servicio al necesitado, sin necesidad de salir de tu entorno familiar. Sacrificarás tiempo y cariño que te será, con casi toda seguridad, devuelto cuando sufras la misma situación. Nuestros hijos ven lo que hacemos con nuestros padres, y harán lo mismo con nosotros. Trabaja duro por el prójimo, ya morirás en paz y bien acompañado.
Para escribir este texto, no he consultado diarios ni estadísticas. Solo he hecho uso del sentido común. “Si comes zanahorias…”. Ser fieles en lo poco, se nos pide. Pues así construiremos un Reino de amor y de justicia.
Un comentario en “No abandones a tu abuelo”
Fermín de Musquilda
Muchas gracias, Sancho, por recordarnos cómo vivir bien.