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13 de mayo de 2021 0 / / / / / / / / / / / / / / / / /

Más respeto. Un edificio en Pamplona a los cruzados

(Por José Fermín Garralda) –

A los que siempre han estado muy lejos, les decimos que respeten el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada en su integridad, porque éste testifica a los que murieron por Dios y por España siguiendo a su Diputación Foral como primer voluntario frente al comunismo, la persecución religiosa, la dictadura del proletariado y el separatismo. No es un monumento a los amigos del Moscú de Stalin, ni a los de la fea aldea de Sabino Arana. Realmente, el monumento no se construyó contra nadie. Asume el paso del tiempo que suaviza y repara, y la reconciliación -no olvido- realizada en el ámbito popular. El monumento explica con creces la caída del muro de Berlín en 1989 y de la tiranía comunista, y, ahora, explica el turbio afán por separar a Navarra de su historia, por blanquear el terrorismo de ETA, y la agitación para traer una IIIª República.

El mal viene de atrás y se ha ganado a pulso. Hace 46 años un amigo conservador  ironizaba sobre nuestro “vaticanito”, esta hermosa basílica-panteón, que gozaba de un culto divino frecuente y regular, y es un precioso recuerda. ¡Ay si fuera el recuerda de los brigadistas, milicianos y gudaris…! ¡Qué no dirían y harían unos y otros! Imaginen algo y nos quedaríamos cortos.

Los dieciséis intelectuales -respetarles no impide  discrepar (SP’ nº 850)- que buscan convertir el monumento en el Museo de la Ciudad de Pamplona, se quejan del maltrato que ellos y su iniciativa han recibido de la Administración pública de la Sra. Chivite, socialista y aliada con Bildu. ¿Pero qué esperaban? ¿Desde cuándo la omisión  durante décadas puede con el sectarismo ideológico, activista y prepotente?

Examínense los dieciséis si se les puede felicitar a ellos. ¿Qué han hecho por el monumento durante décadas?  ¿Qué hicieron por enseñar? Me temo que nada. Y aquel grueso y magnífico libro que da voz a los voluntarios -mejora el libro sólo descriptivo de Aróstegui-, no puede ignorar que el monumento es su mejor voz. Más: ¿dónde estaban los dieciséis cuando la basílica del monumento se abría y se celebraba el culto divino en ella antes de su penosa entrega en 1997, y cuando ocurría lo mismo con su cripta desde el año 2000 hasta hoy mismo? Si nunca se les ha visto, estará bien que no hagan de Salomón. Sí, hoy día es preciso ser púgil en la arena, y trabajar contracorriente no sólo en las cosas directamente de Dios. Si así tratamos a los difuntos y sus familias, ¿nos extrañaremos que Dios tenga tan pocos amigos?

Somos los primeros en examinarnos si durante décadas hemos dado la espalda al monumento, si lo hemos ignorado a pesar de ser lugar de culto divino, una memoria viva, si nos hemos involucrado en él y en su significado. Si hemos fallado, ¿podremos desbaratar “una especie de purificada utopía” que pretende amedrentar y humillar a lo Talibán con un “uso sistemático de la Historia como arma” (S. Payne)? Por su penosa omisión, la cultura local, las firmas de la universidad, los arzobispos y los sucesivos Gobiernos de UPN, han fracasado rotundamente a largo plazo.

El espíritu conservador, individualista, complaciente y cómodo, busca vivir sin problemas, con prestigio profesional y pedigrí, para así influir mejor -dicen- en la vida social. Elitista, admirado pero no querido, refugiado en la inteligencia y los salones, evita la salpicadura social de las “problemáticas” reales. Su rostro agujereado reduce el monumento a un “vaticanito” molesto y un adorno con goteras, con casi cinco mil “problemáticos” nombres heroicos -hoy tapados- inscritos en sus muros que recuerdan a quienes no tienen parangón en la Historia y a quienes tanto se debe agradecer. Una hermosísima juventud y madurez que sabía por quién vivía y, llegado el caso, por qué y quiénes moría.

Sumemos al conservador, la política liberal del cómodo y estéril laisser faire et laisser passer, y una partitocracia temerosa hacia el que trabaja y sobre todo brama. El vacío promovido por el liberalismo “católico” en la sociedad, se enfrenta ahora al vengativo totalitarismo comunista y separatista. Relean a Lenin. Dicho liberalismo “católico” ha perjudicado a Navarra, convertida en un bardal, y a los navarros en unos hijos y nietos irreconocibles. ¿Es eso lo que se quería? Las ilustradas luces son inútiles si hay dejación, que da paso al miedo frente el ruido y los panfletistas. Hoy sufrimos un enorme vacío de ideales, de prensa y organización.

La memoria del verdadero ayer es fundante, aunque sea de muy distinta manera: en efecto, la tradición es reverencial y la revolución, explosiva, cree que todos son de su condición a lo Katyn. ¿Se acuerdan? El abandono de la memoria tuvo lugar en la Transición política de 1975, siendo una de las confusiones intencionadas el confundir la democracia con el olvido del pasado histórico. Ante el “o todos o nadie”, los conservadores  se olvidaron  del pasado que los marxistas y separatistas ansiaban tergiversar. No, no querían polémicas que “tiznaban”, y temerosos del “qué dirán”, abandonaron en  silencio.

Otear en lontananza la vida social desde la propia torre de marfil, permitía adivinar la lógica, segunda y gran ruptura política que hoy los talibanes comienzan a plantear  con dureza. En esta nueva hora de la verdad, Navarra no debiera vivir de rentas espirituales, con pobres respuestas, y sin un espíritu propio.

Unos y otros  invocan al pueblo aunque la voz política ha monopolizado la voz social, y los partidos se han presentado como causa ejemplar de la sociedad. A una  izquierda que actúa machaconamente sobre el pueblo, le “responde” la derecha dejándole expedito el camino. Unos y otros pretenden hablar en nombre de una expectante sociedad.

Sólo hará nada quien no quiere hacer. En vez de convertirlo en museo, es la ocasión para que el monumento albergue una capilla a los navarros beatificados que, itinerantes, aún no tienen dónde reposar. Esto no va contra nadie, pues los beatos perdonaron heroicamente.

Si el navarro se avergüenza u olvida del monumento como es, quiebra su historia y su ser. Los contrarios lo saben, y debieran saberlo los museólogos y la jerarquía eclesiástica usufructuaria de la cripta. Si los casi cinco mil navarros de todos los ámbitos sociales, son los que más hicieron en toda Europa, en realidad lo están pagando muy caro. ¿Será por ser exponentes de la última Cruzada en la vieja y nueva Europa?

José Fermín

Publicado en “Siempre P’alante”, nº 851 (8-V-2021), pág. 14.

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