La tragedia moral de Colombia, ¿qué pasa en una sociedad sin justicia?
Artículo publicado en Panam Post, escrito por Vanessa Vallejo
Dijo Joseph de Maistre que cada pueblo tiene el Gobierno que merece, eso a veces es cierto, otras veces no. Los colombianos no nos merecemos los gobernantes que tenemos.
El otro día le escuché decir a una mujer que fue secuestrada por las FARC cuando era una niña, que no sabía cómo decirle a su hijo -producto de una de las tantas violaciones que tuvo que sufrir en los años que estuvo secuestrada- que sus violadores y torturadores hacen las leyes del país. ¿Puede un país soportar semejante tragedia moral?
Es muy difícil encontrar un colombiano que no haya sufrido de alguna forma por el actuar criminal de más de 50 años de las FARC. El país llegó a estar casi completamente secuestrado. Los guerrilleros de las FARC estaban a las afueras de las principales ciudades del país, en Cali incluso entraron al centro de la ciudad y secuestraron a los 12 diputados de la Asamblea del Valle, 11 de ellos fueros asesinados luego.
La mayoría de los colombianos tiene una historia triste para contar en la que el victimario es la guerrilla de las FARC: me mataron a un familiar, secuestraron a alguien cercano, tuve que huir de mi casa, me quitaron mi tierra, etc. Cómo un país puede asimilar que los culpables de todas esas tragedias no solo no están presos ¡sino que legislan!
Los colombianos no pedimos esto, no nos lo merecemos. En el plebiscito realizado en el 2016 para consultar a los colombianos si aprobábamos o no el acuerdo de La Habana, aún a pesar de que Juan Manuel Santos Mintió y aseguró, por ejemplo, que los guerrilleros no podrían ir al Congreso sin haber pagado sus delitos y sin haber sido votados por la gente, la mayoría rechazamos las negociaciones de Cuba. Y luego de que Santos impusiera el acuerdo, los guerrilleros participaron en las elecciones, como era de esperarse, nadie votó por ellos.
A pesar de eso, 10 miembros de esa guerrilla, sin haber obtenido un solo voto, están en el Congreso. Todos los cabecillas del grupo guerrillero están libres y lo que algunos llaman «disidencias» de las FARC, que no son más que los mismos guerrilleros de siempre que siguen siendo mandados por los mismos hombres, tienen el país lleno de coca y siguen cometiendo asesinatos, secuestros y demás crímenes.
Pero todo esto fue a espaldas de la mayoría de los colombianos.
¿Qué pasa en una sociedad sin justicia?
La idea de que es necesario «hacer pagar» al delincuente es algo en lo que nos hemos puesto de acuerdo desde hace mucho, por eso existen las cárceles.
El asunto de que haya un tribunal especial que debe ser impoluto e imparcial y que tiene que analizar las pruebas para tomar una decisión, surge para evitar que la gente tome la justicia por sus propias manos y termine, por ejemplo, matando a un inocente. La idea es que todos, el más débil y el más fuerte, el más rico y el más pobre, se acojan a las mismas reglas y, sin importar su condición, si comenten algún acto rechazado por la sociedad, sean castigados.
Se trata de un avance de las sociedades. Yo, víctima, no voy a buscar al que me robó porque hay un grupo de personas designadas para eso, que probarán que sí sea el culpable -para no afectar a un inocente por equivocación- y que de manera racional y sin odios personales definirán cuál debe ser el castigo para el delito cometida.
Esa es la forma que hemos encontrado para organizarnos mejor, pero ¿qué pasa cuando esa justicia que se supone que debería funcionar no lo hace?, en Colombia ha quedado claro que cuando eso ocurre la gente hace justicia con sus propias manos.
Por ejemplo, los tan repudiados paramilitares colombianos que en algún momento se volvieron narcotraficantes, extorsionistas, brazo armado ilegal del Gobierno y demás, en su inicio eran realmente un proyecto de autodefensa de propietarios que no estaban dispuestos a dejarse quitar sus tierras y el fruto de su trabajo.