La Constitución de los mandiles, a revisión – Entrevista a Ramiro Grau Morancho
Entrevistamos al escritor, abogado, fiscal, juez y profesor de Derecho civil don Ramiro Grau Morancho, una de las voces más controvertidas de la jurisprudencia española: un hombre íntegro a la búsqueda de la Verdad y la Justicia. En esta entrevista nos esclarecerá sobre los problemas y errores, explícitos e implícitos, de la Constitución de 1978.
– Don Ramiro, como ha apuntado algún analista, el artículo número 2 de la Carta Magna porta la gran grieta del edificio constitucional, puesto que intenta armonizar una contradicción insalvable…
– Según Fraga Iribarne, uno de los padres putativos de la Constitución, no era la mejor Constitución que se podía hacer, pero sí era la única posible. En otras palabras, allí empezó el famoso consenso, consistente en ponerse de acuerdo los siete ponentes constitucionales, a base de ceder y transigir, etc. De aquellos polvos vienen estos lodos…
Al parecer fue una imposición de los dos ponentes catalanes y catalanistas.
Se intentó “contentar” a los vascos y catalanes, dándoles autonomía, y como ya vemos son insaciables.
Al tiempo, y para intentar diluir esas autonomías en un estado autonómico, modelo que no existe en ningún otro país del mundo, se dio también autonomía a otras 15 regiones, o simples provincias (Madrid, Santander, Murcia, Logroño, etc.), e incluso a dos ciudades, Ceuta y Melilla.
Pero no sólo fue eso, sino que el Título VIII “consagró” la existencia de dos clases de autonomías, de primera, en función de si “en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de Estatuto de autonomía…”, es decir, Cataluña, País Vasco y Galicia (disposición transitoria segunda de la Constitución).
Y el resto de las regiones, por ejemplo Aragón, pasábamos a ser autonomías que podríamos llamar de segunda, con menos competencias iniciales, etc., aunque pasados cinco años, se podían ampliar (artículo 148, 2).
Asimismo, y vista la penetración de Herri Batasuna, sus sucesores Bildu, etc., en Navarra, nos parece puesta a propósito la disposición transitoria cuarta que permite fagocitar e integrar en el País Vasco la autonomía, histórica y foral, de Navarra, disposición transitoria que en 42 años de vigencia de la Constitución nadie se ha preocupado de derogar, ni siquiera los propios navarros…, lo que es altamente sospechoso y preocupante…
– ¿Estima factible la hipótesis de que la Constitución del 78 fuera impuesta a los españoles por la vía de un pucherazo? (Puesto que, tal y como don Laureano Benítez ratifica y documenta en su libro La Patria traicionada, ésta “se aprobó en referéndum el 6 de diciembre de 1978 mediante un porcentaje que sospechosamente apenas superó el umbral de dos tercios más uno del censo electoral necesario para su validación ciudadana”).
– Desconozco el libro de don Laureano, por lo que no puedo pronunciarme al respecto, pero sí le diré que la mayoría de la población voto a favor por miedo a enfrentamientos, posible vuelva a un clima de preguerra civil, etc.
De alguna forma se confirmaba la tesis gubernamental, de la UCD, e incluso del propio Movimiento Nacional, del que la UCD era heredera, de que “después de Franco, las Instituciones”, y que era mejor agruparnos todos en torno a una Constitución que, de alguna forma, asegurara la paz en España.
Creo que votó mucha gente, pero desconozco los porcentajes exactos, y como estamos viendo en las últimas elecciones generales, incluso con sofisticados sistemas informáticos, etc., lo cierto es que la posible alteración de los resultados electorales, a gusto de los que mandan, es una práctica bastante frecuente en nuestra Patria.
– ¿Puede decirnos algo sobre los denominados “Padres de la Constitución”?
– Yo creo que, en general, eran personas muy competentes, y formadas en Derecho, Historia, Sociología política, etc., aunque algunos de ellos obedecieron más a las consignas recibidas de Cataluña, por ejemplo, que al interés nacional.
También había algún comunista recalcitrante, como don Jorge Solé Tura, que tiró para donde le interesó a su partido, buscando siempre la desintegración de España, y posibles modelos comunistas de control y planificación de la económica por el Gobierno, como podría hacerse con una aplicación sectaria de los artículos 33, 38, 128 y 138 de la Constitución, entre otros.
– ¿Cree que la reposada apoliticidad del grueso de los españoles de a pie, en paz y en orden tras la muerte del Generalísimo Franco, contribuyó en buena medida a ser embaucados por esta maniobra plutocrática internacional? Tengo entendido que la gente votaba a favor de la Carta sin siquiera conocer sus contenidos, ¿es esto así?
– Sí, no me cabe ninguna duda.
Como he dicho en la contestación a la segunda pregunta, y yo lo viví en mi casa, con mis padres, abuelo, etc., había un gran temor a volver a las andadas, y una población mayoritariamente inculta –más o menos, como ahora–, prefería apostar por la continuidad, en torno a la figura de Don Juan Carlos I, nombrado a dedo por Franco, y que, se suponía, iba a encarnar la continuidad dinástica del régimen, pues, conviene no olvidarlo, no se restauraba la monarquía borbónica, sino que era una instauración, es decir la asunción del poder, ex novo, de un Borbón, elegido y designado por el Caudillo.
Hay que reconocer la gran probidad de Franco, que pese a las presiones de su esposa, etc., se negó a cambiar el nombre del elegido, y poner a Don Alfonso de Borbón y Dampierre, que en paz descanse, sobre todo tras casar con su nieta, y que, dicho sea de paso, seguramente hubiera sido un mejor Rey que el elegido.
¡Pero es fácil acertar sobre el pasado, pero no sobre el futuro!
Digamos que Franco actuó con limpieza, con toda limpieza, y en ningún momento quiso restaurar la monarquía en la figura del Conde de Barcelona, del que todo el mundo decía que era masón, y estaba a las órdenes del contubernio judío internacional.
Franco trajo a don Juan Carlos a España de muchacho, se preocupó de dotarle de buenos preceptores y formadores, y procuro que fuera un Rey como Dios manda.
Que el “resultado” haya dejado mucho que desear, no es culpa de Franco…
– Hasta hoy, España ha conocido 7 constituciones, amén de un Estatuto real. ¿Qué saldo queda en pie de todo este legado “constitucionalista”, por orden histórico tan alejado de la tradicional Monarquía hispánica?
– Con todos sus defectos, la Constitución del 78 es la que más ha durado, y supone, a Dios gracias, más de cuarenta años de relativa paz, salvo los casi un millar de personas asesinadas por la ETA, además de los cientos de inválidos e incapacitados para el trabajo, que han sido los grandes héroes de la democracia, y con los que España siempre estará en deuda.
Desgraciadamente, es un modelo que va camino del desguace, de la mano de los actuales partidos “desgobernantes”, la PSOE (yo siempre les llamo así, pues son una empresa de “colocación”), y Unidas Podemos, a la que añado el apellido de Joderos, y perdón por la expresión, es decir un partido neocomunista, que pretende subvertir el orden constitucional, volver a la república, que tan funestos resultados ha tenido en la historia de España, derogar la Constitución, e instaurar un estado federal, que nos llevará o nos llevaría, a medio y largo plazo, y no tan largo, a la desmembración de España en varias naciones insignificantes en el Mundo: Cataluña, el País Vasco, y el resto de España, que yo llamo la Ex España, o los restos del naufragio.
En definitiva, una auténtica ruina para todos nosotros…
– Ateniéndonos a la lectura textualista de la Carta, llaman la atención innumerables artículos, que no pasan de ser hoy por hoy lo que se dice “papel mojado”. Por ejemplo, el artículo 8.1… Sin embargo, nuestras Fuerzas Armadas están al servicio de organismos multilaterales, y por ende su condición de cipayo hunde por así decir su aparente legitimidad…
– Así es. En varias ocasiones he defendido, y con bastante éxito, que todo hay que decirlo, a un teniente coronel en la reserva, al que no paran de abrirle expedientes disciplinarios, simplemente porque dice eso mismo.
El problema de fondo, creo, es que se ha transformado al Ejército en una especie de ONG, quitándole la N, es decir, una “organización gubernamental española” para prestar servicios en el tercer mundo… mientras que aquí la Guardia Civil tiene que destinar cientos de efectivos a vigilar las fronteras de Ceuta y Melilla, por ejemplo, cuándo la GC es un cuerpo básicamente policial, y el art. 8.1 de la Constitución dice bien claramente que: “Las Fuerzas Armadas… tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.
– Se va hablando cada día más de la pátina masónica que acusa la Carta Magna. El artículo 16 es elocuente al respecto, al asumir el carácter aconfesional del texto. Curiosamente y en pleno 2020, la “neutralidad religiosa del Estado” es un mito, a tenor de la cristofobia reinante y la torticera omisión de todo aquello que denote la esencia espiritual de España, que siempre ha sido católica romana, al tiempo que se sobredimensionan y promocionan otras religiones, filosofías y creencias.
– Cuando estuve en Argentina, por ejemplo, e ignoro si ha sido modificado, la Constitución decía claramente que la religión católica es la religión oficial de la República Argentina.
¿Cuál es el problema para decir lo mismo en España, cuando esa declaración oficial solamente hubiera reconocido y constatado la realidad social…?
Parece evidente que hubo presiones masónicas para impedirlo…
– ¿Es partidario de una reforma de la Constitución, o meramente la dejaría tal cual está?
– Yo, hoy por hoy, la dejaría como está, pues parece evidente que su reforma iba a ser más su ruptura, un cambio total de régimen, que en realidad ya estamos embarcados en él, en un viaje a ninguna parte, pues no dicen claramente qué es lo que quieren o pretenden.
En el caso de Pedro Sánchez, resulta meridianamente claro que él en realidad lo que quiere es ser presidente de la república, para lo cual habrá que destronar al rey actual, cambiando la forma de la Jefatura del Estado, etc.
Ahora bien, ¿los españoles queremos tener un presidente que solo represente al cincuenta por ciento de la población, eso en el mejor de los casos, y que se dedique a imponer por la fuerza del poder su “visión” de la sociedad…?
Pienso que no, sobre todo si tras ello viene el ateísmo público, la “apropiación” de nuestros hijos, la desaparición de toda manifestación religiosa en la vida púbica, etc., en definitiva, cortar las raíces de nuestra Historia como pueblo y como nación.
– La nefasta situación política actual está preparando el solar patrio para un nuevo escenario de ingeniería social que algunos ya han tildado de “dantesco”. ¿Propone alguna alternativa para repeler este ataque contra nuestra soberanía y nuestras libertades?
– Churchill les pedía a los británicos, en la Segunda Guerra Mundial: “Sangre, sudor y lágrimas”. Yo, que no soy Churchill, evidentemente, ni estamos en guerra, a Dios gracias, pediría a los españoles “Sociedad civil, sociedad civil y sociedad civil”.
Solamente desde el esfuerzo de todos, pero no encerrados en nuestra casa, y guardándonos las opiniones, sino de forma pública y manifiesta, tenemos que salir a la calle, a los medios, medios propios, patrióticos, digitales, pues los diarios en papel están todos quebrados, y por lo tanto tienen que subsistir de la mendicidad institucional, etc., y exponer nuestra verdad, que es diferente a la “verdad” oficial, que no es tal, sino manipulación, pura y dura.
Nunca había habido tanta información disponible, pero es tan escasa la formación de la mayoría de la población, por desgracia para todo, que son o somos incapaces de sistematizarla, procesarla, asimilarla, etc.
– Muchas gracias por atendernos, una vez más.
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