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1 de mayo de 2022 2 / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / /

Héroes sin capa (I) – La margarita matinera

(Por Sancho Guindano) – Hoy estreno esta nueva sección de mi blog, dedicada a los “héroes sin capa”, personas anónimas de todas las edades, de todos los estados. Todas tienen algo en común: son de carne y hueso, y son sencillamente extraordinarias. No salen en la televisión ni en los periódicos. Viven entre nosotros haciendo el bien. Pasan desapercibidos y, sin embargo, viven intensamente su vocación cristiana al amor. ¿Motivo? Aprender de su ejemplo, de su entrega total. Darles ese reconociendo que merecen.

La de hoy, una margarita catalana que, precisamente hoy, 30 de abril, cumple 21 primaveras. Estudia el tercer curso de magisterio de educación primaria con mención en educación especial, en la Universidad de Navarra. La pequeña de cuatro hermanos. Sus jovencísimos padres, catalanes de pura cepa: él taxista, ella enfermera. Generosos con todos. Siempre se han preocupado de vivir la vida como una fiesta: la alegría y la Fe por bandera. Con sentido común y sentido del humor. Su hogar es ese sitio donde siempre te sientes bienvenido: un hogar cristiano.

María, que así se llama, es alegre, divertida, piadosa, sufrida, inteligente, responsable, servicial, atenta, y muy guapa, por cierto. ¿Lo mejor? Que no le cuesta ser así. Yo fui su monitor cuando ella contaba tan solo 8 años. Me tenía completamente enamorado: “¡María! ¿te quieres casar conmigo?” Le insistía día tras día, a pesar de su negativa. Mira cómo es la vida, que acabé casándome con su hermana mayor.

Cuando tenía 6 añitos, un perro le mordió en la cara, desgarrándole su preciosa estampa. Para muchos, este motivo es suficiente para desertar de la Fe y de todo sentido de vivir. Sin embargo, sus padres han sabido darle la vuelta a la circunstancia puntual de su vida, que ha marcado, sin duda, todas sus relaciones sociales y ámbitos cotidianos. Ella ve lo que para cualquier persona sería un castigo divino, como una circunstancia desafortunada a la que es necesario sacarle el bien que le puede ofrecer. Un medio de santificación. “Mamá, pienso que si no me hubiera mordido el perro, con lo presumida que soy, y viendo cómo son algunas de mis amigas… a lo mejor ahora sería mucho más frívola”, decía a sus 17 años. “Creo que estas cicatrices me han ayudado a elegir mejor mis amistades y a alejarme de ciertas formas de vida”. Si ha sufrido, no lo sabemos: no nos lo ha dicho. Dios le ha dado la gracia de ser fuerte, de ser un gran faro que ilumina con la mirada. Su cara es reflejo del amor de Dios a los hombres. María ha sentido siempre el amor de Dios en sus seres queridos, hasta el punto de que lo encarna: es su modus vivendi: “que te vean a Ti en mí”, reza su estado de WhatsApp.

Todo esto era necesario explicarlo para introducir la siguiente hazaña, nada extraordinaria para la protagonista, heroica para todos cuantos fuimos testigos.

En enero de 2020, l´avi Joaquim Illa muere, dejando viuda a l´Àvia Ana María Lligoña (abuelos maternos). En marzo de 2020, España entera es confinada en sus hogares por la aparición del virus Covid-19, en lo que se llamará más tarde como “la época del confinamiento”. La abuela está sola, con el vivo duelo del vacío que ha dejado su marido, después de 54 años de matrimonio. En Manresa, tiene lugar una conversación entre los padres de María: “que se vaya con tu madre. Quizás le contagia, pero tu madre estará peor si está sola”, exclama su padre.

Dos días antes del encierro, María estaba en su colegio mayor de Pamplona, cuando recibe una llamada de su padre: “haz las maletas, te vas a vivir estos días con la abuela”. María dice sin pensarlo. Y aquí empieza la aventura.

El resultado de la convivencia, visto con perspectiva, fue de una genialidad abrumadora. Es curioso cómo una jovenzuela de 18 años recién graduada, puede llegar a “deseducar” a una señora abuela recién viuda, con sus rutinas perfectamente establecidas y adquiridas.

Después de cenar, María introduce a su abuela en el mundo de las series. Hay días que “el mentalista” les atrapa, hasta el punto de que, cuando van por el quinto capítulo, a las 12.30 de la madrugada, la abuela exclama: “Ai, el rosario, hay que rezar el rosario”. Se apaga la tele, y a rezar el rosario religiosamente las dos, tan felices (y tan dormidas). Con paciencia de santo, María también introdujo a l´àvia en el mundo de la informática, mirando y comprando ropa por internet para ponerse guapas. Incluso llegaron a colgar vídeos en tik–tok (para consumo familiar) bailando con la tortuga centenaria que vaga por el jardín.

En el cumpleaños de su madre, l´Àvia y María, nos hicieron reír a mares, con un humor clásico, inteligente, irónico… para troncharse. Grabaron un vídeo a cámara rápida, interpretando una caricatura de su vida diaria durante el confinamiento. La abuela sale representada como la señora de la casa: grave, seria, todo el día “a mesa puesta”, tirada en el sofá leyendo revistas, viendo la TV, dando órdenes y sin pegar “un palo al agua”. Y María, toda bondad, como la criada explotada que no descansa ni un segundo. Le prepara el desayuno, limpia la cocina, hace la casa, las camas, pasa el aspirador por debajo de los pies de su abuela, que ni se inmuta, hace la comida, recoge de nuevo cocina, luego el salón, la colada, … Y al acabar la jornada, cae rendida en la cama, con mandarra y zuecos incluidos. Da gusto verlas. Como dos quinceañeras.

María atiende sus estudios, responsable con sus obligaciones, pero dócil a todo lo que la abuela le propone. Nunca se le oyó una queja. Si estaba cansada de estar en Mataró, nunca lo dijo. Estaba para su abuela y su abuela estaba para ella. Se hicieron muchísima compañía. Me atrevo a decir que se hicieron amigas. Cada una con sus manías, sus inquietudes diferentes. María es joven, la abuela es mayor. Diferencias, muchas. Aun así, “el amor vence siempre”.

Días antes de la llegada de María, la abuela estaba muy triste. Sus llamadas a casa de sus hijas eran constantes quejas sobre sus achaques físicos, médicos… pero llegó María. Le dolía todo y, con María, se le fueron todos los males. Gracias a María, hoy no hablamos de lo mal que l´avia Ana María lo pasó en el confinamiento, sufriendo el duelo de su marido sola. Hablamos de una época que marcó a estas dos personas, porque supieron vaciarse sin reservas para el otro. María, como nieta. Ana María, como abuela.

La margarita matinera hace referencia al espíritu de María, siempre dispuesta y pronta a ayudar a quien lo necesite, sin preguntas, sin “esperas”, sin pensarlo dos veces, como “el ángel de la caridad”. No entiende de horarios, tan solo se guía por la fuerza del amor. Ha nacido para “en todo amar y servir”, para “ahogar el mal con sobreabundancia de bien”.

La reina Margarita es la esposa de don Carlos María Isidro de Borbón (Carlos VII), conocida por sus seguidores como el ángel de la caridad. Su sobrenombre se debe a las horas de servicio en los hospitales donde sus voluntarios, heridos, acudían para ser sanados y consolados. Más tarde, a todas las mujeres carlistas se les llamará “margaritas”.

Los matiners eran “els carlins” de Catalunya que se levantaron en armas en la 2ª guerra carlista, en territorio catalán. Dios, Patria, Fueros y Rey, defendían. Una Catalunya tradicional, católica, fundada en el fuero viejo, fundado a su vez en la doctrina social de la Iglesia. Su nombre se traduce al castellano como “madrugadores”, llamados así por sus enemigos liberales, por sus tempranas incursiones aprovechando el conocimiento del terreno. De noche, antes del alba, cuando todo el mundo dormía. Sin perezas, con diligencia.

En una época en la que el miedo a morir deshumanizó España y el mundo entero, María es un ángel que Dios envía para dar luz y claridad sobre cómo se debería de actuar en caso de que la situación de pandemia se repitiese. Uno ve su ejemplo y exclama: “Claro, así tendría que haber actuado yo”. Que conste para las generaciones venideras y para todos los presentes. Gracias María, y mil veces: GRACIAS.

Moltes felicitats, Marieta. Que Déu et pagui tot el bé que fas! Tant de bo que t´agradi…

Sancho Guindano, a María P. I. en su 21 cumpleaños.

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2 comentarios en “Héroes sin capa (I) – La margarita matinera

  1. José+maria

  2. Alexander López

    En este momento me quedo corto en dar mi opinión sobre un texto tan exquisito que mejor cito lo siguiente . “Escribir es devolver al mundo a su estado original, expulsarlo hacia el territorio de lo que aún no ha sido nombrado”. – Jorge Esquinca.
    Gracias Sancho por tan buen aporte un abrazo .

    Responder

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