El separatismo catalán, una ideología femenina y feminista
Lo vemos continuamente. En Cataluña en las manifestaciones y actos independentistas casi siempre predominan las mujeres. Por supuesto, hay muchos hombres, pero las mujeres, de todas las edades, casi siempre son más. En la CUP el partido más radical del ya de por sí radical separatismo catalán predominan claramente las mujeres en su dirección y en sus actos y manifestaciones. Y siempre que hay en Barcelona y Cataluña “asambleas” de estudiantes separatistas sentados y cortando la vía pública oiremos casi inevitablemente los chillidos desafinados e histéricos de alguna mujer con un megáfono llamando en catalán a la revolución y a la revuelta violenta. Las organizaciones subvencionadas autodenominadas ANC y Omnium, grupos que juegan un importante papel en el proceso separatista, han estado dirigidas mayoritariamente por mujeres en los últimos años. La actual presidenta de la ANC defiende abiertamente la violencia para lograr la independencia.
Incluso durante la semana del odio independentista cuando ha ardido media Barcelona llamaba la atención ver entre los terroristas incendiarios a numerosas mujeres. El feminismo radical es dogma de fe para todas las facciones del separatismo catalán y para la CUP, rendida fan de ETA, que actualmente marca la pauta a todos los partidos separatistas, es de hecho su componente fundamental. Por otra parte en los pueblos y en la Cataluña rural las señoras mayores, antiguas devotas de Jordi Pujol, forman la mayor parte de aquellos, que con un lazo amarillo, participan en concentraciones y actos separatistas, muchos de ellos esperpénticos y con un componente friki considerable.
De hecho las señoras mayores, normalmente con cara hosca, tal vez porque ahora se reprochan a sí mismas no haber hecho nada contra el franquismo cuando eran jóvenes, son el segmento mayoritario en las calles de Barcelona entre quienes llevan el lazo amarillo. También las jóvenes de aspecto rural y estética proetarra con sus pañuelos palestinos y ropa pseudomontañera que están estudiando (al menos supuestamente) en Barcelona son otro segmento “clásico” entre los portadores del lazo amarillo en las calles de la Ciudad Condal.
Antes de los tiempos de la corrección política, cuando se decía que las mujeres son espíritus más simplistas que el hombre y más temibles en el odio, este fenómeno no hubiera extrañado. El que una doctrina de odio como es el separatismo catalán esté formada mayoritariamente por mujeres. Es cierto que esto también tiene sus ventajas. Probablemente tanta presencia femenina ha contribuido también a que hasta ahora el separatismo catalán haya sido menos propenso a las armas que el separatismo radical vasco (donde curiosamente aunque había muchas mujeres, siempre predominaron y predominan los hombres). En cualquier caso la alta presencia femenina es un componente distintivo del independentismo catalán.
Otro distintivo es su aldeanismo. Hace pocos días hemos visto como los habitantes de Vich (mal llamada Vic actualmente) cortaban las carreteras entre otras razones para quedarse aislados, según ellos mismos admitían. Es toda una metáfora de un movimiento político que a fuerza de tanto decir que ellos eran europeos en contraposición a la supuestamente atrasada España ahora por fin admiten ya que una hipotética Cataluña independiente no formaría parte de Europa y que su auténtica referencia es la aldea étnica. El discurso ya abiertamente antieuropeo de Puigdemont es otra referencia altamente simbólica hacia la creciente transformación del separatismo catalán en un ideología bolivariana y cada vez más cerril. Y eso sí, muy feminista.
Javier Navascués Pérez