El congreso vota a favor la prueba piloto para el traslado de sedimentos al Delta del Ebro.
‘’La comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Congreso de los Diputados ha aprobado hace una semana la proposición de ERC que pedía una partida económica para hacer un proyecto piloto de transferencia controlada de sedimentos desde el embalse de Riba-Roja d’Ebre hacia la desembocadura y la redacción de un plan integral de gestión de los sedimentos en la cuenca del Ebro’’.
Más allá de los tientes políticos es una noticia que debemos celebrar.
Muy poca gente es realmente consciente del problema que se esconde tras la erosión del Delta, el caudal de rio Ebro y los planes hidrológicos de trasvase.
Durante años hemos sido testigos de las constantes pugnas entre los partidarios del trasvase y sus detractores, banderas tomadas demasiadas veces por las ideologías políticas
que viendo en la demagogia la posibilidad de hacerse con votos, no han dudado en revestir este problema con los tintes del independentismo (como protectores del agua) o del partidismo Popular (defendiendo los planes hidrológicos).
Pero tras esta fachada de nacionalismos y partidismos nos encontramos una realidad aterradora, pero vayamos por partes.
La cuestión no es ‘’que tengamos mucha agua, que nos sobre y que no la queremos dar’’. Agua hay, claro que sí, y para regar los cultivos que fueran necesarios. No es ese el problema, sino más bien los sedimentos que esa agua aporta a la desembocadura del Ebro, sedimentos por litro que desde la construcción de los embalses de Riba Roja, Flix, etc.. en épocas de Franco ya no son suficientes para compensar la erosión que efectúa el mar sobre el Delta del Ebro y que nos está llevando día tras día a perder terreno ante el mar, haciendo de cada litro de agua algo muy preciado, no por el agua en si (repito) sino por los sedimentos que arrastra.
A día de hoy, desde las hermosas playas de mi pueblo, mirando mar a dentro, a 8km, contemplamos un gran faro. Ese faro, hace 75 años, marcaba el límite de nuestras costas. Y es que, cuando se construyeron los embalses -muy necesarios-, no se tuvo en cuenta esta característica y desde entonces no se ha tomado ninguna iniciativa real -y practica- para solucionar este problema, habiendo dinero siempre para mil proyectos inútiles, tanto en Catalunya como en el resto de España, pero nunca para subvencionar los necesarios.
Y es que el Delta del Ebro no es un terreno sin ningún interés. Al revés, es una de las zonas húmedas más importantes de Europa, sus cultivos de arroz son reconocidos a nivel mundial, alberga un parque natural impresionante y lo más importante, sobre este suelo, distribuidas en diversas poblaciones, habitan 14.000 personas.
Los análisis realizados sobre el nivel del mar indican un aumento de 4’5 mm/año en el periodo 1992-2007. Unido al incremento del nivel del mar, hay que añadir también el aumento de la subsidencia media (estimada en 2 mm/año) debido a la falta de acreción vertical, lo cual ayuda a compactar los sedimentos, produciendo un relativo hundimiento que según varios modelos establecen el nivel del mar en esta zona para el año 2100 entre 40 centímetros y 1 metro por encima del nivel actual.
Y un metro de agua sobre una superficie totalmente plana es la crónica de una muerte anunciada.
La iniciativa de poner en marcha este proyecto (que consiste en trasportar los sedimentos estancados en embalse de Riba-Roja y depositarlos en los canales de riego del Delta) requiere de un esfuerzo económico muy grande, pero necesario. Hasta hoy con excepción del Partido Popular, todos los demás partidos se han comprometido con esta iniciativa.