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12 de octubre de 2022 2

De cara al XIVº Congreso de la CTC: retrospectiva de aprendizaje y prospectiva

(Por José Fermín Garralda Arizcun) –

¿QUÉ problemas -parecían “genéticos” pero quedaron resueltos- hubo tras la unión de los carlistas en 1986? ¿Qué otros hubo siempre, superados sólo a corto plazo, hasta hoy?

DECÍAMOS que la unión de los carlistas y sus organizaciones, lograda en el Congreso de El Escorial de 1986, fue una gran victoria sobre la Revolución,  que siempre les procuró divididos y enfrentados. Fue un don del Cielo para seguir bregando y alimentar el faro en medio de una tempestad in crescendo que hoy va culminando en todo el mundo.

Lograda, la unión no fue un camino de rosas: 1º) Por un lado, hubo varias dificultades iniciales que grupalmente se fueron solucionando y superando. Cuando hubo un reencuentro éste siempre fue gozoso. 2º) Por otro, hubo las dificultades de siempre, constantes y habituales, de colaboración -brazos se dice- y disciplina, de organización y dinero.

Un primer capítulo son las dificultades iniciales, aquí sólo presentadas como un “recuerda genérico” y con el objetivo de  que nadie se asuste por ver surgir otras viejas como la Historia. Los problemas son comprensibles -no por ello admisibles- estando siempre como estamos en la oposición política, sufriendo la falta de un rey -¿aunque no hubo problemas tremendos con S.M. delante, aunque en el destierro?-, perteneciendo a un organismo vivo y familiar como la Comunión, y también acusando el golpe de situaciones extremas. Desde luego, las cosas “son como son”, dice mi amigo Javier.

A pesar de ello, aunque existan grandes escollos y a veces nos digamos “las verdades del barquero”, podemos salir adelante, con nuestra cooperación y sacrificio, y la Gracia de Dios, pedida y sobre todo suplicada. Digamos, sin entrar en precisiones, reconociendo la buena fe en todos -no en vano las cosas se fueron solucionando-, y sin querer asentar verdades indiscutibles, ni discutir con nadie, que en los primeros años:

  1. Hubo algún desviacionismo pujolista (de Jordi Pujol o algo así) de quien tomó como pretexto cuestiones de máxima autoridad política, lo que fue desvelado por Juan Casañas y solucionado por la Junta de Gobierno.
  2. No faltaron ciertos personalismos, originados por el peso específico de cada cual, y desvelados por quien siempre advirtió –recordando al gran Carlos VII- frente a las vanidades y tonterías personales.
  3. Cierta tendencia democristiana en algún veterano, que afectó de alguna manera a los temas de unidad católica y los partidos políticos, fue desvelada por ese gran caballero que fue don Salvador Ferrando -que falleció pronto- entre otros.
  4. Ante esto último, algunos respondieron de una forma contundente, algo rigorista en la práctica y en las  formulaciones, y quién sabe si algo precipitada. En realidad aquello era reconducible -y se recondujo- mientras estaba en juego la misma unión de 1986. Sin embargo, durante 5 años unas seis personas muy queridas dejaron la Comunión. José Miguel Orts, hombre de mirada larga, había  prevenido sobre esta y otras posibilidades antes de mayo de 1986. Ahora bien y afortunadamente -según mi criterio-, en no mucho tiempo se logró desde dentro y por unas vías más hábiles y tranquilas, lo que dichos seis pretendían.
  5. A alguno que vivió la crisis del 68, le costó entender la profundidad anticristiana de la Revolución.
  6. Algunas dificultades prácticas obligaron a transformar el Consejo inicial, que tenía su estructura paralela y hasta fondos, en consejeros.
  7. No fue fácil asumir suficientemente por todos la disciplina política de la que en casos extremos era capaz la Junta de Gobierno.
  8. No se logró la recuperación del patrimonio secuestrado por el partido único FET de las JONS en 1937, aunque los restantes partidos fueron recibiendo millonadas del Estado.
  9. Algún veterano de gran valía que pensaba más en convivir con los “afines” que en la unión de los carlistas -el Carlismo siempre ha estado unido-, no  llegó a entrar en la Comunión.

Lo peor fue que varios de estos puntos se fueron trenzando como si de un gran enigma se tratase.

Afortunadamente, no existieron problemas que podríamos llamar “dinásticos”, pues la escisión o movimiento de Carlos Hugo fue agonizando paulatinamente. Aunque desde la Comunión se consideraba al PC (EKA) no carlista y además anticarlista, nunca se buscó la trifulca con él o sus militantes, pues se sabía que entre sus bases había carlistas de buena fe, sin duda más partidarios de personalidades que conocedores de principios, idearios y programas. Además, no se debía poner en bandeja a la Revolución el poder explotar a su beneficio enfrentamientos estériles.  Ante don Carlos Hugo, que pronto dejó su partido -por el que se presentó en las elecciones como diputado a Cortes-, y ante la enorme labor práctica que se tenía por delante tanto de cara a los leales como de cara a la sociedad española, se  acertó en la decisión de que la Comunión no tratase del tema dinástico, a la espera de que con el tiempo y sobre todo con la necesaria preparación de la sociedad, Dios favoreciese a los españoles con un rey (Acuerdos de Talavera, Congreso de El Escorial). Sobre qué decían los acuerdos tácitos o expresos en los primeros pasos de la CTC, el actual secretario general de la CTC trató en “Ahora Información”.

A pesar de aquellos problemas, se mantuvo la ilusión y entusiasmo de 1986. Se superaron gracias a la ilusión por la Causa, la  confianza, y el paso prudente del tiempo, pero también gracias a desdramatizar situaciones -aunque es cierto que todo tiene un límite-, quitar hierro a los tropiezos por otra parte reales, y no matar mosquitos ni moscones a cañonazos. Saber que se buscaba el bien, trajo seguridad y firmeza. Confianza en el futuro, fue el lema. Organización, fue el mandato. Carlismo otra vez, la convicción.

Y así todos igual: liberales, socialistas, comunistas, separatistas de todos los colores, de aquí y allá.

Durante años, el Norte y objetivos prácticos los marcaron los Congresos, y singularmente de hecho Domingo Fal Conde y  Miguel Garisoain Fernández. La Comunión caminó con dificultades -como la vida misma- y un notable éxito.

Como segundo capítulo, también hemos de mencionar, para evitar los brazos caídos entre los carlistas de hoy, las dificultades constantes, habituales, las de siempre, comprensibles en una organización tradicionalista, netamente española, ajena y contraria al poder establecido. Diríamos que menos mal que se tienen, porque de lo contrario podría sospecharse con fundamento que la Causa “vive” hipotecada. Fue contante la necesidad de:

A) Obtener medios:

  1. Una organización local, regional y general, con una secretaría Técnica, y un boletín de acción y órdenes. Como durante la IIª República el Boletín de Orientación Tradicionalista (BOT).
  2. La afiliación: necesidad de afiliados, saber quiénes son, su consideración como tales, encargarles tareas, distinguirlos plenamente de los simpatizantes, con cuotas y donativos
  3. Construir un patrimonio común.

B) Ir hacia la sociedad: revistas de actualidad y cultura, actos, foros y formación, actuar desde abajo hasta entretejer una sociedad tradicionalista –algo de ello tiene la actual Liga Tradicionalista-, campamentos de jóvenes.

C) La disciplina, sin insubordinaciones, desterrando el vicio de la crítica, exigiendo que se sigan los cauces reglamentarios, encauzando los posibles conflictos en la comisión de disciplina.

¿La situación de hoy no es como la de ayer? Lo dicho es el sino de toda organización. Y menos mal.

El gran objetivo fue organizar una secretaría técnica, lo que se logró, y también la adquisición patrimonial de la oficina de Zurbano, como soporte a beneficio de toda la Comunión. La generosidad inicial de algunos donantes fue decisiva, y la intención era clara: la propiedad y disfrute de toda la Comunión.

La Comunión hizo lo que nadie podía pensar en 1986 que llegara a hacer, y fue presentarse a elecciones. ¿Cuáles fueron estas?

  • Candidatura a Europa, 5.236 votos, 1994 – “Acción Carlista” AC, 3ª época nº 8, VI-VII-1994
  • Candidatura al Senado 21.509 votos, 2000 – AC nº 43, III-IV-2000
  • Candidatura al Senado 25.000, 2004 – AC nº 66, V-2004
  • Candidatura al Senado 45.000, 2008 – AC nº 95, III-VI-2008
  • Candidatura Impulso Social, 2014 – AC nº 119, 1-VI-2014

Pues ya sabemos. Si tenemos todo esto y más en cuenta, se nos irán los complejos y nunca diremos que lo nuestro es la “tradición del fracaso”. Seguramente –y sin ser historicista- algo nos dirá el libro de Vicente Palacio Atard, Derrota, agotamiento, decadencia, en la España del siglo XVII (1956).

Si uno tiene exceso de celo, hablando con paz él sólo se sosegará. Si uno no conoce bien la norma establecida, pues vamos a leerla despacio. Si en cualquier grupo humano lo malo es la hipocresía y la vanidad, siempre se dijo que ninguna de ellas dura mucho tiempo, pues a la larga ellas mismas manifiestan su propia contradicción interna. La hipocresía, porque el mismo ser no pueden mantener mucho tiempo dos posturas encontradas, y la vanidad porque pronto se advierte cuándo nos servimos del otro en vez de servirle con generosidad. El problema es, ¿qué pasa hasta que se desvela el pequeño misterio? De ahí que haya que decir las cosas en el lugar adecuado y la forma adecuada. Eso sí, hay cosas que caen por su propio peso, por lo que concluiré que menos mal que existe la ley de la gravedad.

Pues a seguir. A no dejarnos llevar por la intemperancia facilitada por los medios digitales (se dice que quien escribe debe hacerlo pensando en qué diría su lector enemigo). A respetar a todos y a todo. Respetar al presidente de la Comunión -Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo- que es quien, además, “dirige las tareas de la Junta de Gobierno” (Estatutos vigentes).  A respetar al secretario general, a la secretaria y al tesorero que todos ellos tienen sus graves responsabilidades y trabajan como leones… a respetar a todos y hasta  -por decir requete-todo-  los inmuebles ajenos. Y a ser elegantes.

El presidente de la CTC Telmo Aldaz se dirige a los carlistas en Montejurra, septiembre de 2022. Javier Barraycoa sostiene la bandera. Foto:FdeM

A mantener la secretaría técnica con las adaptaciones que se deban y puedan hacer. A aumentar el patrimonio de la Comunión, ya de cara a la oficina de Zurbano como propiedad de la CTC, ya en las Regiones y municipios. A recoger y hacer mejor lo que se dejó por el camino debido al desdichado coronavirus (la revista Ahora Información, el boletín Acción Carlista, reuniones y afán por reunirse, mejorar mucho el digital Ahora-Información y los regionales). Y a pensar cosas nuevas. Desde luego, las Regiones tienen que espabilar pues son el soporte de la Comunión, y todos debemos dirigirnos sobre todo a los jóvenes, las familias y conectar con los campamentos.

Para terminar: el amigo Manuel Concepción nos ha escrito desde el extranjero para este XIV Congreso: “Hoy por hoy se presenta una oportunidad ideal para organizarnos y luchar (…) (porque) el encantamiento liberal que se cierne sobre el pueblo cristiano esta debilitado, y muchos están abiertos a ver el mundo con nuevos ojos”.

Retengo especialmente lo que dice: “muchos están abiertos a ver el mundo con nuevos ojos”.  Pues si.

(Perdón por lo largo. Soy incorregible).

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2 comentarios en “De cara al XIVº Congreso de la CTC: retrospectiva de aprendizaje y prospectiva

  1. Juana de Beira

    Con todo el respeto que me merece su persona:

    “se acertó en la decisión de que la comunión no tratase el tema dinástico”. Dice usted, a mi me parece una huida hacia delante pero no es esta la cuestión, en cambio descalifica políticamente al jefe de una familia, ya fallecido que no puede defenderse, cuando afirma antes que el tema dinástico no debe ser tratado. Siempre he defendido los derechos incontestables de la Dinastía que tiene la Legitimidad de Origen, no es la familia a cuyo jefe difunto usted descalifica, pero jamás criticaria a ningún jefe de familia rival ni a ésta, más aún en un medio que no trata el tema dinástico.
    Sea tomado el comentario como una crítica constructiva y cariñosa al autor del artículo.

    Responder
  2. identicon

    José Fermín Garralda

    Querido amigo de Beira: Pues sí, tengo ganas de conocerle personalmente. Yo no creo que mi colaboración “descalifique” a nadie, término que hoy día suena feo. Me parece que he sido muy prudente. Siento que Vd. no lo vea así. Y si se trata de “descalificación política”, pues en efecto don Carlos Hugo se descalificó como carlista a sí mismo en su última etapa, la de su lamentable “huida” ideológica. Es ésta última una descalificación “personal”, pues así lo fue la decisión. Un saludo muy cordial. ¡Ah!, y gracias por su paciencia en leer.

    Responder

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