Cinco Llagas
El ser humano es una unidad substancial de cuerpo y alma. Esto quiere decir que es , de hecho, cuerpo y alma, y no que los “posee”, ni siquiera cuando para darse a entender, se refiere a estos con posesivos, “mi cuerpo”, “mi alma”. El hombre es, entonces cuerpo y alma y no solo un mundano trozo de carne, ni una mente atrapada en una prisión.
Las heridas del hombre relatan mucho sobre su historia, tanto las invisibles, que duelen en el alma, como las que las marcas en su piel narran (es decir, las heridas que están en su cuerpo). Heridas de batallas ganadas, o perdidas, contra sí mismo o contra el mundo; heridas que enseñan, heridas que producen anagnórisis; heridas que al verlas en los demás, también le duelen. Heridas cargadas de recuerdos, heridas aceptadas con humildad, heridas de amor, heridas de sacrificio. Heridas que no quiso borrar ni siquiera, el Maestro Perfecto.
Cristo es Dios hecho hombre, esto es, verdadero Dios y verdadero hombre. Asumió la naturaleza humana haciéndola suya, no como simple instrumento, sino como parte de Sí Mismo. Puesto que Cristo es Dios, cuando obraba con su naturaleza divina, era Dios quien obraba, y cuando obraba con su naturaleza humana, cuando nacía, sufría y moría, era Dios también Quien lo hacía. Dios nació, Dios padeció, Dios murió y Dios resucitó.
Ese mismo Cristo que murió, resucitado, quiso conservar sus cinco llagas en su cuerpo radiante: sus manos y pies llevan la marca de los clavos, su costado, la de la lanza. Llagas tan profundas como lo eran cuando fue bajado de la Cruz. Llagas en las que el incrédulo apóstol Tomás introdujo sus dedos y que sirvieron para que lo reconociera como Quien era verdaderamente. Llagas permanentes sobre su carne glorificada de los estigmas de su pasión, que conservará eternamente. Llagas que lejos de atestiguar su derrota y su enfermedad, proclaman su fuerza invencible y su triunfo. Llagas que lo declaran Vencedor sobre la muerte ya en la Vida. Llagas Santas, para los cristianos, obra de sus innumerables pecados, refugio y escudo; para los mártires, ejemplo y gozo; para los impíos, confusión y espanto. Llagas que acarrean consigo la Salvación y la reconciliación, por el hierro cruel que atravesó su alma e hirió su corazón. Suaves llagas de bondad y misericordia. Llagas brillantes que conceden contemplar su Gloria.
4 comentarios en “Cinco Llagas”
Porfirio Gorriti
¡Qué texto más piadosamente hermoso!
Luís B. de PortoCavallo
Precioso
¡Enhorabuena!
José Miguel López Carmona
Gracias por este extraordinario texto.
Joaquim M.ª Cymbron
Será que despunta otra ‘Doctora Mística’?
No conozco de S.ta Teresa de Ávila más que unos cuantos trechos sueltos. Por ello, si uno me dijera que estas palabras llevaban su firma, yo me lo creería!
Qué Dios la conforte en su peregrinar!