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18 de septiembre de 2017 0

Cataluña a la deriva, aviso para navegantes

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En todas las sociedades hay disensos, conflictos, roces y cosmovisiones variadas. Aún así, el propio bien común que supone la unidad comunitaria, sobrelleva normalmente las diferencias sin causar desgarros irremediables. La historia es maestra de los destinos de las sociedades fracturadas que siempre han comportado amarguras incluso multiseculares.

No es la primera vez en la historia que Cataluña se ha fracturado y ha caído en Guerras civiles. Desde la Guerra de las Remensas hasta la última Guerra Civil del 36 (que en Cataluña fue una Guerra civil interna, donde los católicos fueron masacrados), pasando por la Guerra del Segadors, la división entre austracistas y felipistas o las propias guerras carlistas, el pueblo catalán a experimentado el dolor y la desgracia de una fractura social.

Sin embargo, la historia parece haber sido mala maestra, y nuevamente se ha iniciado el camino hacia un desgarro interior. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? … es una pregunta que debemos formularnos siempre, pero que cada uno se puede contestar. Sin embargo, ahora nos interesa prever hacia dónde vamos. Son muchos los escenarios y unas cuantas las evidencias. La primera evidencia de todas es que el secesionismo ha perdido fuelle en las últimas Diadas. Como informaba Navarra confidencial, la asistencia –aunque disimulada por los medios separatistas- ha sido extremadamente débil.

No obstante en la medida que el separatismo pierde apoyo, se aplica la ley sociológica de radicalización. Por eso pasamos de la “revolución de las sonrisas” en 2012, a que el que ha sido definido como “ultimo bastión del bolchevismo”, la CUP, parece tomar las riendas de la lucha, marcar los tiempos y decidir las estrategias. De momento los efectos son patentes. La vieja táctica revolucionaria de provocar con acciones, reacciones represivas en el estado burgués, es la trampa en la que ha caído un burguesito como Puigdemont.

De momento, la táctica ya se ha puesto en marcha y ha obligado al Estado a desplegar un enorme aparato judicial y policial (legítimo para salvaguardar su supervivencia como Estado), pero que retroalimenta la fractura social. Por un lado, muchos catalanes no entienden por qué esto no se frenó cuando ya estalló el caso Banca Catalana. La inhibición de la judicatura, concedió un “supremacismo” moral al nacionalismo que dura hasta ahora. Por otro lado, muchos alcaldes de poblaciones pequeñas, inmersos en la burbuja nacionalista, se lanzan a proclamar su desobediencia abierta. Tampoco hay que olvidar que muchos convergentes ya han traspasado sus bienes a parientes para evitar ser embargados.

Creemos que este primer choque institucional acabará con una clara victoria a corto plazo del Estado español. Ello provocará unas elecciones autonómicas anticipadas, el triunfo de un frentepopulismo en Cataluña que acabará desestabilizando al gobierno de Rajoy. Un gobierno que posiblemente ya esté pactando una reforma constitucional para ganarse el apoyo de Pedro Sánchez. Y tras las próximas elecciones, un gobierno duro de izquierdas con pacto con los secesionistas y presión a la Corona para su caída.

Nos recuerda tanto a la deriva en la que entró Cataluña, y por ende España, tras el “pacto de san Sebastián”, la caída de la monarquía, el golpe de estado de Comapnys en el 34, las represalias del Estado, y la posterior victoria en febrero del 36 frente populista. Y luego llegaría el julio del 36. Ahí está la historia para aprender de ella, pero el sentido de ir a la deriva, no nos lo quita nadie.

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