Carta abierta al Lehendakari Urkullu
(Por Zortzigarrentzale) –
Excmo. Sr.:
Escribo la presente con los sentimientos de simpatía que me embargan cada vez que oigo o leo su apellido.
En efecto: es el recuerdo de aquel comandante del batallón de gudaris, Gordexola, que desobedeció el mandato que emanaba de Prieto de destruir la industria de la margen izquierda de la Ría de Bilbao. En contra de las órdenes que recibía de sus superiores, desplegó su batallón por Baracaldo y por las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya, protegiéndolos hasta que se rindió a las fuerzas nacionales. Gracias a su acción, muchos vizcaínos hemos tenido una fábrica en la que desempeñar nuestra profesión. Diversas circunstancias me hacen pensar que se trataba de un antepasado de V. E.
Leo en la prensa que V. E. exige del Gobierno de Pedro Sánchez que se reconozca a Euskadi como nación. Y mi reacción inmediata es: ¿Pero sabe alguien lo que es una nación? En la Comunión Tradicionalista corre la idea de que nadie lo sabe. También la de que es el concepto más confuso del derecho político.
Hace una veintena de años el honorable Pujol declaraba a boca llena; “España no es una nación, Cataluña sí es una nación”. No nos decía, ni podía nacerlo, en qué basaba su contundente afirmación.
No sé si España es nación o no. Lo que es evidente es que España ha representado un `papel en la historia universal. De no ser así no existiría la Leyenda Negra que contra ella se ha forjado. De ese papel en la historia los carlistas estamos muy orgullosos. Y los vascos mucho más pues vascos fueron los españoles que formaron en las primeras filas de la Hispanidad.
Y como son tan evidentes los servicios que la Hispanidad ha prestado a la Humanidad, queremos hoy que España siga unida y obrando en su papel tradicional.
Nadie sabe lo que es una nación, Sr. Urkullu. Por eso no perdamos el tiempo en defender un concepto gaseoso y dediquémonos a restaurar nuestras instituciones forales, que nos permitieron una libertad, de la que hoy no disfrutamos. Olvidemos los idealismos y centrémonos en las realidades.
Por ejemplo: las Juntas Generales actuales, podrían ser reformadas y recuperar las funciones que tuvieron las tradicionales. Que tanto bien hicieron en nuestras provincias, dando lugar a que en toda España se nos envidiase, como ya lo manifestaba Cánovas del Castillo en 1873.
En aquellas Juntas estaban representados los municipios. En las actuales, están representados los partidos políticos. Son un remedo, a pequeña escala, del parlamento de Madrid, mientras que aquellas juntas eran algo nacido en nuestra tierra.
Eran mucho más baratas que las actuales. Los apoderados solamente cobraban dietas, que les abonaban los municipios que representaban, por los días que duraban las sesiones.
Es evidente que su partido, El PNV, se nutrió de gentes que creyeron que sería un instrumento para defender mejor los intereses de nuestra tierra. La realidad es que nos ha impuesto unas Juntas Generales que son extrañas a nuestra tierra y están proscritas las genuinas, las “de aquí”. Están Vds. traicionando a la tradición de nuestros mayores. No puedo creer que lo estén haciendo a gusto.
¿A quién obedecen Vds.?
Hubo un momento en que a un Urkullu le ordenaron algo que iba en perjuicio de nuestro pueblo. Desobedeció y por eso su nombre es pronunciado con respeto por todos los que conocemos el hecho, aunque militemos en grupos contrarios. Es lamentable que seamos muy pocos los que recordamos aquel episodio que hoy todos Vds. quieren olvidar.
Ya sabemos que la política es muy complicada. Y que son muchas las ocasiones en que tenemos que tragar lo que no nos gusta, Pero que ello no nos haga olvidar una gran verdad: la libertad de los vascos está en la Tradición Española, siempre respetuosa con nuestros derechos.
Lo demás es basura copiada a Europa que no sirve más que para llevarnos a la esclavitud que ya estamos padeciendo y cada día se hace más gravosa.