Arte Cristiano, Santidad y Belleza Divina
Federico José Ferrando Roda.
Feodor Dostoievski utiliza la expresión de que “la belleza salvará el mundo”. Pero, nosotros creemos que es Jesús quien salva. Entonces, ¿por qué dice que la belleza salva?
Para responder a esta pregunta, podemos acercarnos a lo que dice San Justino y San Clemente de Alejandría en sus reflexiones sobre la función de la filosofía como precursor, pedagogo de los pueblos helenos, respecto al mensaje mesiánico. San Justino dice en su Primera apología, 46 dice:
“Los que vivieron de acuerdo con la razón, aun antes de la venida de Cristo, son cristianos”. Algunos, sin razón, para rechazar nuestra enseñanza, pudieran objetarnos que, diciendo nosotros que Cristo nació hace sólo ciento cincuenta años bajo Quirino y enseñó su doctrina más tarde, en tiempo de Poncio Pilato, ninguna responsabilidad tienen los hombres que le precedieron. Adelantémonos a resolver esta dificultad.
Nosotros hemos recibido la enseñanza de que Cristo es el primogénito de Dios, y anteriormente hemos indicado que Él es el Verbo, de que todo el género humano ha participado. Y así, quienes vivieron conforme al Verbo, son cristianos, aun cuando fueron tenidos por ateos, como sucedió entre los griegos con Sócrates y Heráclito y otros semejantes, y entre los bárbaros con Abraham, Ananías, Azarías y Misael, y otros muchos cuyos hechos y nombres, que sería largo enumerar, omitimos por ahora. De suerte que también los que anteriormente vivieron sin razón, se hicieron inútiles y enemigos de Cristo y asesinos de quienes viven con razón; más los que conforme a ésta han vivido y siguen viviendo son cristianos y no saben de miedo ni turbación”.
Miremos también lo que dice San Clemente de Alejandría en su obra Stromata, 1, 5, 28:
“La filosofía, preparación para el Evangelio”.
Antes de la venida del Señor, la filosofía era necesaria a los griegos para la justicia; ahora, en cambio, es útil para conducir las almas al culto de Dios, pues constituye como una propedéutica para aquellos que alcanzan la fe a través de la demostración. Porque «tu pie no tropezará» (Prov 3, 28), como dice la Escritura, si atribuyes a la Providencia todas las cosas buenas, ya sean de los griegos o nuestras. Porque Dios es la causa de todas las cosas buenas: de unas es de una manera directa, como del Antiguo y del Nuevo Testamento; de otras indirectamente, como de la filosofía. Y aún es posible que la filosofía fuera dada directamente (por Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un pedagogo para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos (cf. Gál 3, 24). La filosofía es una preparación que pone en camino al hombre que ha de recibir la perfección por medio de Cristo.
No hay nada de extraño en el hecho de que la filosofía sea un don de la divina Providencia, como propedéutica para la perfección que se alcanza por Cristo, con tal que no se avergüence de la sabiduría bárbara, de la que la filosofía ha de aprender a avanzar hacia la verdad. De la misma manera que recientemente, a su debido tiempo, nos vino la predicación (del Evangelio), así a su debido tiempo fue dada la ley y los profetas a los bárbaros, y la filosofía a los griegos, para ir entrenando los oídos de los hombres en orden a aquella predicación.
Entonces, una vez visto que la filosofía sirvió como pedagogo, propedéutico para la recepción del kerygma, cabe preguntarnos nosotros, ¿es posible hacer de la estética el propedéutico del mensaje evangélico para el mundo de hoy?
Si preguntamos a cualquier publicista nos dirá sin titubear que nos convertimos en aquello que contemplamos. De ahí la cantidad de anuncios que aparecen en los medios de comunicación y para algunos, el talón de Aquiles de la sociedad actual. Ciertamente, es un hecho innegable, la sociedad de hoy en día se mueve por criterios estéticos, de moda; en definitiva, de sensaciones.
Pero para nosotros, los cristianos, el arte no es una cosa baladí. Durante muchos siglos el arte ha sido el canal de transmisión del mensaje del evangelio para las personas a las que los sermones de teología o simplemente leer, les quedaba fuera de su alcance. La Iglesia en el siglo XII supo captar esta intuición. Supo ver en el arte la manera de traspasar la frontera que causaba el latín. Pero, hoy en día, la misma obra de arte, ya no dice lo mismo al pueblo. Unos vemos el mayor acto de amor acontecido en la humanidad. Otros admiran la destreza del pintor para resaltar las líneas y jugar con los colores. Otros, pasan de largo ante la misma obra, pues piensan que no tienen que recibir nada de ella.
En el mundo en el que hoy vivimos, es evidente, que hay una multiplicidad del discurso estético. El canon de belleza se ha desdibujado. El arte ha dado un giro copernicano. Mientras hasta ahora el arte apuntaba hacia un horizonte, donde el artista salía de sí mismo para intentar captar la belleza, el canon, que estaba frente a sí, ahora el arte se basa en la autorreferencialidad. Todo ahora va en función del artista, se admira, se contempla y se observa al artista, ya no al arte.
1. Salus Populi Romani
Entonces, ¿es posible hablar de una belleza que trascienda los tiempos, que está por encima de las corrientes estéticas y de las sociedades, y que esta belleza sea capaz de cautivar al hombre? Primeramente, podemos pensar que no. Pero, si nos acercamos con detenimiento a la Historia del Arte, podemos descubrir una manifestación artística que se ha mantenido en el tiempo. Es el arte de los iconos. Si nos acercamos por ejemplo a la Salus Populi Romani, la patrona de la ciudad de Roma, que está atribuida a San Lucas Evangelista. ¿Cómo es posible que un icono, escrito X u XI siglos antes que el inicio del arte románico, sea pictóricamente tan evolucionado con respecto a dicho estilo? Por lo tanto, queda demostrado que existe un canon de belleza que ha caminado diferente a la evolución y desarrollo de la historia del arte. Ahora bien, cabe preguntarnos si se ha experimentado cambios estéticos en función de la época en la que se ha desarrollado.
Y vemos que tampoco. Esto se contempla en la imagen de la Virgen de Vladimir, una imagen rusa del s. XII. Aquí podemos ver otro testimonio de cómo el arte de escribir iconos se ha mantenido en un canon estético, por encima de las influencias del arte. Pero, ¿incluso hoy día sigue vigente este criterio? ¿Podemos encontrar iconos hoy que, ante este mundo ante tal multiplicidad del discurso estético, mantenga el canon? Ante esto, tenemos que decir que escribir iconos es un arte al que no todos están llamados.
2. Virgen de Vladimir
Es una obra como consecuencia de un movimiento interior del espíritu. No es producto de una intelección, de un movimiento intelectual. Por lo que no todo el arte religioso es un icono. Pero, haciendo esta primera diferencia, podemos decir que sí que existen los iconos hoy en día que mantienen el canon, no por convencimiento, ni como ejercicio intelectual, sino como fruto del espíritu. Es el ejemplo de la “Doncella de la vida” del monasterio de la Familia Monástica de Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno.