¿Acaso no está España ya constituída?
(Por Castúo de Adaja) –
La Constitución de Cádiz de 1812 es estudiada por nuestros escolares como fruto de una aparición cuasi milagrosa; una revelación inmediata sin estudio previo y en el que todos sus participantes mostraron su afán inmaculado de “dar a luz” a España. No obstante, este hecho, que tantas veces aparece formulado de manera simplista en los libros de texto de nuestros estudiantes, y aún más en los elogios compartidos por el común de los mortales, poco se asemeja a la realidad. El proceso de elaboración de este texto constituyente se desarrolló envuelto en sesiones, reuniones, debates y múltiples redacciones en cuanto se progresaba con el texto.
Es en este punto donde nos gustaría traer a colación la intervención magistral de uno de aquellos integrantes: Antonio Llaneras Amengual, diputado por Mallorca en las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz y, por encima de todo, párroco de la iglesia de San Nicolás. La intervención que nos ocupa tuvo lugar exactamente en la sesión del 25 de agosto de 1811 cuando, acertadamente, y ante lo que estaba presenciando, se atrevió a resaltar lo que habría de haber sido evidente al plantearse la definición del art. 1 de la incipiente Constitución: “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. No contento con el proceso liberalizador y rupturista que se estaba dando – y según recogen las actas de la sesión – se atrevió a pronunciar lo siguiente: “paréceme muy inexacta la definición ó explicación que de la Nación española se presenta en este primer artículo. Pero ya no lo extraño después de haber oído lo que acaba de decir el Sr. Espiga, uno de los individuos de la comisión; esto es, que esta definición no puede ser con la exactitud que corresponde por ser de la Nación española aun no constituida, sino que se está constituyendo, que no tiene Constitución, que está sin Rey; absurdo ciertamente es el decir esto de la Nación española. La Nación española está constituida, tiene y ha tenido siempre su Constitución ó sus leyes fundamentales, y tiene cabeza que es Fernando VII, á quien V.M. en el primer día de su instalación juró solemnemente por su Rey y por su Soberano”.
Certero resulta, por tanto, el calificativo de “absurdo” resaltado por Llaneras, pues venía a recordar lo que, hasta el momento de la irrupción de las Constituciones liberales en suelo europeo, era realidad más que aceptada y conocida. A saber: que España, como tal, estaba ya constituida por ser la constitución de un pueblo el conjunto de normas, costumbres, leyes, fueros y demás regalías y prebendas que, en el transcurso de su tradición e incorruptible historia conforman orgánicamente a un pueblo; a una nación, al fin y al cabo. Una nación constituida partiendo de las bases fundamentales: la sujeción a la Ley Natural y, por encima de ello, a la Ley Divina. La eliminación de estas dos sujeciones por la primacía de la Ley Positiva, dada por los hombres y para los hombres, sin ningún tipo de atadura, no sólo atentaba contra la naturaleza misma del propio ser como criatura hija de Dios, sino que abre la puerta a la deshumanización progresiva por la existencia de la concupiscencia, el abandono del deber en pos del libertinaje y la esclavitud del deseo primario por encima de la razón innatamente inscrita en la idiosincrasia del hombre.
Y con esta breve introducción, queremos unirnos al aviso planteado por Antonio Llaneras que tan acertadamente puso sobre la mesa la cuestión de la constitución de un pueblo: una constitución que es producto de la historia salvífica en la que está inserto el hombre, y no de una mera reunión de despacho que deja a voluntad los destinos del hombre, a merced de ocurrencias que, desligadas de su ligadura correcta, puedan llegar a atentar contra el mismo ser que las creó. Así pues, si alguna vez se les pregunta sobre el origen del constitucionalismo español, no olviden que éste no nace en una ciudad asediada a principios del s. XIX, sino que cobra su identidad a lo largo de los siglos de un pueblo que surge, se relaciona y crece vigorosamente bajo el nombre de Cristo.
He dicho.
Un comentario en “¿Acaso no está España ya constituída?”
Fermín de Musquilda
Pues muy bien dicho.