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15 de junio de 2025 0

Un día grande en Orduña: Consagración del Corazón de Jesús y homenaje a Carlos Ibáñez

(Por José Fermín Garralda)-

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Antes de mostrar las veinte imágenes finales, he aquí algún comentario de qué representan.

Se ha celebrado en Orduña (Vizcaya) el 150º Aniversario de la consagración del Ejército Real de Carlos VII al Sgdo. Corazón de Jesús. Ha sido este 14 de junio de 2025.

Una representación de carlistas procedentes de diversos lugares de España, han acompañado a los carlistas vizcaínos que han podido estar presentes, asistiendo a la Santa Misa con el debido recogimiento en el santuario de Ntra. Sra. de La Antigua, en Orduña, enclave del Señorío de Vizcaya rodeado de las simpáticas tierras alavesas. El santuario nos pareció precioso a quienes no lo conocíamos. Y donde está enclavado, es una maravilla que hemos de conservar.

Avanzada la Santa Misa, y antes del Ofertorio, el Sr. Valerio, secretario de la Junta de Vizcaya, y el Sr. Garisoain, presidente de la CTC de España, efectuaron la lectura del texto de la consagración. Todos los asistentes la siguieron con el debido recogimiento, ayudados del texto repartido antes de entrar en el templo. El texto es el mismo que pronunció don Carlos VII ante su Ejército Real en la plaza de Orduña aquel 16 de junio de 1875.

La fórmula de Consagración, que es larga, comienza así: “¡Oh Jesús, mi Redentor y mi Dios! No obstante el grande amor que tenéis a los hombres, para redimir los cuales habéis derramado toda vuestra Sangre preciosa, sois verdaderamente tan poco correspondido por ellos, más aún tan ofendido y ultrajado, especialmente con las blasfemias y con la profanación de los días festivos. / ¡Ay!, ¡ojalá pudiera dar a Vuestro Corazón alguna satisfacción!; ¡ojalá pudiera reparar tanta ingratitud e ignorancia que recibís de la mayor parte de los hombres mismos! Quisiera poder demostraros (…)”.

La fórmula tiene el sabor del tiempo, y expresa la enorme cercanía que los hombres de entonces mostraban hacia N.S. Jesucristo, conjugando la reverencia a la majestad divina con la proximidad característica del amor. Temor y amor se conjugaban perfectamente en los hombres del pasado, a diferencia de lo que suele decirse. La fórmula de consagración fue aprobada por Pío IX y tenía un carácter  universal para todos los lugares del mundo. Fue un texto dado por la Iglesia, lo que  es necesario tener en cuenta para responder a la observación siguiente: ¿qué alcance tuvo la consagración realizada por don Carlos VII como rey de España ? Para no interferir esta breve crónica, lo comentaremos a título privado y bajo nuestra responsabilidad exclusivamente personal (1).

Al acabar la Santa Misa, el celebrante bendijo los “¡Detente!” repartidos, y leyó la siguiente Noticia: “En 1870 se le presentó  a Pío IX un detente, recibiendo por respuesta: “Doy mi bendición a este Corazón y quiero que todos (los detentes) que se hagan conforme a este modelo, reciban esa misma bendición sin que tengan necesidad de ninguna ora. Además, quiero que el demonio no tenga poder alguno sobre los que lleven este Corazón“. El detente significa: ¡Detente, Satanás, que el Corazón de Jesús, mi Dios, está conmigo!”

Después de la Santa Misa, los asistentes fueron al camerino de Ntra. Sra. de La Antigua, a la que se tiene tantísima devoción, para contemplar a la preciosa imagen de cerca y besar su manto verde, bordado por margaritas, y que tiene los símbolos de las diferentes Armas del Ejército (infantería, artillería, ingenieros, sanidad, aviación…). 

Una vez fuera del santuario, y en la explanada del precioso monumento, rodeados del esplendor de la naturaleza del suelo vizcaíno, se desplegaron las banderas de España con el Sgdo. Corazón, y la Cruz de Borgoña. A continuación se formó un amplio círculo, y varias personas presentes realizaron breves explicaciones sobre el santuario, la consagración de don Carlos VII en la plaza principal de Orduña aquel 16-VI-1875, cómo durante la guerra la persecución religiosa la convirtió en Cruzada y otras cuestiones. La sencillez y flexibilidad del formato nos hizo estar muy a gusto. Como que no nos íbamos. Luego, el Oriamendi y la foto de rigor. 

La comida de hermandad fue en un amplio y bonito restaurante donde la cocina vasca mostró su gran altura. A los postres se realizó el homenaje a Carlos Ibáñez Quintana, que durante muchos años fue  presidente del Círculo Carlos VII, presidente de la CTC del Señorío de Vizcaya, miembro de la permanente de la Junta de Gobierno, presidente de la Comunión, autor de múltiples artículos de las más diversas revistas y el diario “El Pensamiento Navarro”, de sesudos trabajos en Verbo, de varios preciosos folletos y de libros de amenísimo relato que añadimos al final (2). Ahí estuvieron sus cuatro hijos y algún nieto. Don Carlos siempre estuvo haciendo presente la mejor tradición de su tierra Vizcaya y del resto del País Vasco y de España. Además de sus enseñanzas y magisterio, hay que agradecerle haber estado presente en todos los actos carlistas, próximos o lejanos a su Vizcaya natal. Para los que ya somos abuelos, Carlos Ibáñez fue una referencia desde los campamentos en Roncal de nuestra primera juventud: ahí es nada. Y sigue siéndolo.

Se le entregó una hermosa placa y Carlos Javier Mirones, María Cuervo-Arango y Javier Garisoain, pronunciaron significativas palabras de afecto, que transmitían  el agradecimiento y admiración que todos sentimos por Carlos Ibáñez. El homenajeado dijo a los jóvenes que sean fieles, que la fidelidad conlleva la felicidad. Javier Garisoain se sinceró mostrando que no es tan difícil ser presidente de la CTC, gracias a que tenemos dos presidentes honorarios como María Cuervo-Arango y Carlos Ibáñez. Lo que hay que hacer es seguirles y ya está. También dijo que no hay que hacer lo mismo que hicieron los antiguos, sino como ellos lo hicieron. De Carlos admiró su excelencia y su humildad, el hacer las cosas bien hechas, con sencillez y sin darse importancia, con sentido común, respondiendo a la realidad de las cosas y no a ideologías, el buscar el equilibrio y hacer las cosas a su tiempo. En fin, todo ello expresa al maestro de la vida política.

De lo mucho que hablamos entre nosotros, claro es que la comida de hermandad sirve para mucho. Los hay que no pudieron asistir como Ángel Armentia… Además, se conocen caras nuevas, en mi caso a dos hermanos de Evaristo Palomar -uno, el padre de Luis Gonzaga, cuyos gestos tanto recuerdan a él-, también a Alberto David Jáimez Ortega y esposa que este lunes presenta su tesis doctoral sobre “Asombro, reverencia y sobrecogimiento. Teología natural en la obra divulgativa del astrónomo Carl Sagan”, a Moratinos hijo, a la esposa de Javier Urcelay… Incluso tuvimos presente al de todos conocido escritor y activista Eloy Landaluce Montalbán (+ 18-09-2009), hoy ausente entre nosotros pero que descansa en su Orduña natal. Cada cuál puede contar su experiencia y todas serán bien recibidas porque hubo muchas caras nuevas.

Agradecemos mucho a la Junta carlista del Señorío de Vizcaya la preparación y desarrollo de este inolvidable día, con frutos ante Dios, nuestros mayores, los que vivimos y nuestros hijos. Inolvidable para la Causa a la que servimos, y porque nos alienta a trabajar todos los días.  Que ahí es nada, ea pues.

Addenda y Notas: 

(1) Vayamos con lo prometido: ¿qué alcance tuvo la consagración realizada por don Carlos VII como rey de España? 

En primer lugar, Don Carlos actuó comprometiendo su ámbito privado, pero también su actuar público y su Oficio de rey. Era una consagración a la vez como persona particular y como institución pública. 

Si don Carlos VII se consagró como rey, es decir, en su Oficio de rey, la pregunta es: ¿también consagró España? Sólo en alguna medida y por extensión diremos que sí por varias razones. Además no podía dejar de ser así por la distinción mellista entre soberanía social y soberanía política

Materialmente don Carlos sólo podía consagrar al corazón de Jesús su persona y todas sus cosas, incluido su Oficio de rey. La consagración al Corazón de Jesús de su Oficio de rey debía hacerlo delante de la nación y pueblo español. En ese Acto, podía consagrar “lo suyo”, pero no la sociedad española por constituirla ésta los españoles y sus instituciones sociales. Cada cual consagra lo que puede, de lo que se responsabiliza. En la tradición española no hay totalitarismo posible. En el texto dado por la Iglesia, quien se consagraba reconocía la soberanía de Dios como fuente única de todo bien, se comprometía a guardar las fiestas de precepto, “y (a) procurar su observancia en las personas sobre las cuales tenga influencia y autoridad”.

Don Carlos VII consagró implícitamente al Corazón de Jesús todo aquello a donde se extendía la autoridad regia, ya en tiempos de guerra como en tiempos de paz. Consagró implícitamente y no expresamente el Ejército Real -que estaba presente sintetizando el esfuerzo máximo de todos los españoles leales-, o bien las instituciones públicas civiles -que representaba la soberanía política-, aunque no están mencionadas como tales en la fórmula utilizada, que repetimos es de carácter universal. Así pues, al consagrar su Oficio de rey, don Carlos VII consagraba el poder del rey y a donde éste llegaba -el Ejército, los Tribunales, la administración regia…-, conforme a un modelo político donde había una separación relativa y limitada de los tres poderes. (Donde se presume de separación total se ve que no existe porque es imposible).

Consagrarse como causa formal de la sociedad política, es decir, la autoridad regia, era un modo y sólo por extensión de consagrar España y a los españoles. Las instituciones presentes en el Acto remarcaban dicha extensión, pues la presencia del Ejército Real en tiempos de guerra -un momento muy significativo- suponía la presencia de toda la España leal, al igual que aclamar a un rey visigodo en el campo de batalla era lo mismo que aclamarlo en la Corte y un Concilio toledano. Fin de la observación. 

(2) De Carlos Ibáñez tenemos, hoy por hoy, una historia del Carlismo en tiempos de don Javier, conocida pero aún no publicada, donde expresa su proverbial capacidad para el recuerdo, su sencillez y estilo directo, y la precisión de doctor ingeniero. Ha escrito, Amor a Euskalerría (2000) e Historias de la reconciliación (2002) en Historia Viva, y La agonía del vascuence (2009) en Tradere societas. Considero precioso un folleto titulado “¿Para esto levantó Sabino Arana su bandera?”, bajo el pseudónimo Zortzigarrentzale, publicado por “Sancho el Fuerte” (Pamplona, 1984), “Catolicismo y Política” (2006), “¿Qué monarquía?” (CTC). Tiene varios importantes trabajos en la revista “Verbo”. Son muy conocidos sus artículos en “Ahora Información” en papel y digital. Tiene otros en multitud de revistas tradicionalistas como “Unión Carlista“, el primer año de “Acción Carlista” y tantísimas otras. Incluso hace unos día leí su colaboración en “Ave María” sobre “El caso Galileo… y otros casos” (nº 720, VI-2006). También colaboró “diciendo grandes verdades” sobre el nacionalismo en el diario “Deia” y en una ponencia al Congreso de la Fundación Sabino Arana, que nos extraña cómo se la  admitieron. Pues eso, que es preciso ser, vivir respondiendo y estar en los sitios.

José Fermín Garralda
Pamplona, 15-VI-2025
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