Las posibles reformas constitucionales en España y Chile, a análisis
España y Chile no están bajo circunstancias políticas positivas. Mientras que en la Madre Patria somos testigos de una consumación estatista y partitocrática que se deriva en el gobierno frentepopulista de Sánchez e Iglesias, aquellos territorios conquistados por Pedro de Valdivia están bajo un asedio revolucionario terrorífico (la derecha piñerista se entregó a estos).
En ambos casos se habla de reformas constitucionales. En el primer caso, uno de los principales motivos se traduciría en nuevas cesiones a movimientos nacionalistas como el catalanista y el vasquista. En cambio, en el segundo, sería cuestión de sentar las bases para reforzar el llamado Bienestar del Estado, en contra de la sociedad y los cuerpos intermedios.
Por ello, hoy martes, hemos querido elaborar un pequeño “especial”, contando para el mismo con la opinión de dos hispanoamericanos expertos en la materia. Sus opiniones podrán leerse a continuación (al final de la lectura, si desea hacer alguna aportación, puede utilizar la sección de comentarios que se tiene habilitada para ello).
Erick Kammerath: «Reformar, renovar, actualizar, o mejorar, son, entonces, algunos de los eufemismos que las izquierdas de ambos continentes»
Erick Kammerath, responsable del Área de Relaciones Internacionales de la Fundación LIBRE, un think-tank conservador-libertario argentino, se centra en los aspectos comunes de ambas propuestas de reforma.
Concretamente, sostiene lo siguiente:
Es cada vez más habitual, en nuestro mundo globalizado y posmoderno, que el surgimiento de nociones, ideologías, o movimientos políticos y sociales, sean rápidamente reproducidos e imitados más allá de las fronteras del país del que emergen. El interés de las diversas agendas políticas, en efecto, hace tiempo que dejó de limitarse a los (pretendidamente) vetustos estados-nación, para organizarse en función de objetivos internacionales, a los cuales las nuevas tecnologías han asistido de manera esencial. Así, a modo de ejemplo, por un lado Latinoamérica padeció recientemente de la capacidad organicista del Grupo de Puebla, a la vez que, por el otro, pudimos comprobar la importancia de la espontaneidad de las redes sociales en la expansión de la coreografía feminista, “Un violador en tu camino”, iniciada en Chile y rápidamente reproducida en el resto de los países de Hispanoamérica y Europa, e incluso fuera de Occidente.
En este sentido, lo planteado nos evoca a la indeseable y preocupante coyuntura que, a pesar de encontrarse en diferentes continentes, comparten España y Chile: la posibilidad de una pronta modificación de sus respectivas constituciones nacionales. Es que, como sabemos, en concordancia con lo mencionado previamente, a los revolucionarios de oficio les importa poco las abismales diferencias que pueden existir entre estos dos países en cuanto a historia y presente, y, más aún, en cuanto a la real necesidad (en un sentido superador) de una reforma de sus Cartas Magnas. De sincerarnos, notaremos que, como las izquierdas ya han comprendido hábilmente, convencer a las masas respecto de la urgencia de aplicar modificaciones a sus leyes fundantes no requiere de demasiado esfuerzo.
En este escenario, sin dudas, sería engorroso e inconveniente para el progresismo internacional sumergirse en debates serios y evaluaciones profundas sobre los textos constitucionales, a riesgo, además, de ser refutados por los datos que la prueba empírica acumulada por los años del constitucionalismo actual provee a sus opositores. Inconveniente e innecesario, debemos agregar. Tanto el flamante gobierno español, como la extorsiva izquierda chilena, entienden a la perfección que, al hombre moderno, y, todavía más, al hombre posmoderno, alcanza con mencionarle que lo antiguo será reemplazado por lo nuevo, para lograr incorporarlo, casi instantáneamente, a las filas de la militancia en favor de la transformación, o, como mínimo, lograr su apoyo.
Reformar, renovar, actualizar, o mejorar, son, entonces, algunos de los eufemismos que las izquierdas de ambos continentes, no sin la previa aprobación de la mayoría de la gente “de a pie”, pueden darse el lujo de compartir como estrategia común, en aras de lograr sus fines intermedios. Pues, si de fines últimos se trata, comprobaremos que subvertir, destruir o deconstruir lo establecido, son algunos de los términos que, en última instancia, mejor describen los auténticos objetivos a los que las nuevas constituciones de estas izquierdas posmarxistas apuntarán.Es tarea de las derechas española y chilena, a modo de conclusión, estudiar y advertir sobre los corolarios de estas posibles modificaciones constitucionales. Recordar los frutos de la reforma chavista de 1999 no parece un mal comienzo.
Gian de Biase: «Por la falta de Dios, moral e Hispanidad, nuestros pueblos han vuelto a caer en la falacia protestante-liberal-comunista»
El politólogo chileno Gian de Biase no duda en considerar que la cuestión de la Asamblea Constituyente, que se plantea en su país natal, se trata de un avance revolucionario.
De todos modos, puede leerse, a continuación, su perspectiva, con más detalle:
Todo empezó por la vía violenta en Chile, cuando la izquierda soltó a los terroristas que venían preparando hace años para generar el caos y tomarse el poder por la fuerza, así instaurar ¡La revolución comunista! Ahora con sede en La Habana, y lo mismo para España, donde por la vía institucional, a través de fraudes electorales y abusos de poder, los otros traidores y lacayos del tirano Raúl Castro, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, decidieron formar un gabinete izquierdamente comunista.
Es así, hermanos católicos e hispanos, como España y Chile se encuentran de nuevo con la guerra civil, guerras que fueron terminadas por el general Francisco Franco “El Caudillo” y por el general Agusto Pinochet “El Libertador”, pero que, por la falta de Dios, moral e Hispanidad, nuestros pueblos han vuelto a caer en la falacia protestante-liberal-comunista. ¡Hoy la izquierda pide asamblea y revolución! Para mañana tener la guerra civil. Todo este teatro constitucional, es lo mismo que ocurrió en la revolución masónica francesa, una excusa para iniciar una guerra fratricida y una persecución inclemente contra el hispano.
El principal enemigo del comunismo y su Nuevo Orden Mundial, somos nosotros, los hispanos, puesto que representamos todo lo contrario a lo que ese establishment ateo, corrupto, perverso, satanista y vulgar quiere establecer. La caída de Chile y de España a manos del comunismo, solo será el triunfo de Satanás sobre el Mundo Moderno ¡Pero por supuesto! Los hispanos tenemos la fama de a última hora, cumplir con nuestro deber moral. Y cierro con esta santa oración: Dómini Nostri Jesu Christi, crucis bajulatiónem contemplámur, et patiéntia in tribulatiónibus pétitur.