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Desmintiendo leyenda negra: El español no fue impuesto en la nuevas tierras descubiertas

Somatemps, en su lucha por defender la hispanidad, recuerda cómo fue la verdadera historia de la conquista española.

Somatemps.-Otra de las grandes mentiras de la leyenda negra antiespañola que siempre ha tenido gran difusión es la de que los conquistadores realizaron un genocidio lingüístico en las Indias y que las lenguas nativas fueron exterminadas y prohibidas imponiéndose el idioma español de forma autoritaria y antinatural.

Antes de analizar este tema creo importante resaltar que en el momento de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo existían unas 160 grandes familias lingüísticas que a su vez en el ámbito local se dividían en más de 2.000 hablas locales o variedades dialectales. Se puede hacer uno una idea de la ingente tarea que habría sido la de prohibir estas lenguas y vigilar que se cumpliese esa prohibición. Algo absurdo e inviable a todas luces.

La corona no legisló contra las lenguas nativas

Entrando en materia comentar que desde el principio de la conquista de América la corona española nunca legisló ni lanzó iniciativas encaminadas a suprimir las lenguas nativas, simplemente buscó cuál era la mejor vía de poder comunicarse con las élites nativas y con ello cumplir con el principal motivo de la conquista: la evangelización de las Indias. Para poder realizar esa tarea los Reyes Católicos recomendaron enseñar el español a los nativos pero no pasó de eso, de una recomendación basada en el desconocimiento que aún se tenía en aquellos años del tamaño y magnitud del continente americano. Una vez se empezó a tener conciencia de la dificultad de ese trabajo se plantearon otras opciones como que los misioneros aprendiesen las lenguas nativas para transmitir la palabra de Dios pero, al ser éstas miles, a lo más que podrían llegar sería a aprender algunas en el ámbito local donde iban a trabajar, algo muy complicado también.

Pasados los primeros años de la conquista empezaron a tomarse decisiones más prácticas. El 7 de junio de 1550 el rey Carlos I emitió una Real Cédula en la que se declaraba a favor de enseñar el castellano a las élites nativas para agilizar y facilitar la comunicación con ellos a nivel oficial pero, de nuevo, en ningún momento prohíbe o condena el uso de las lenguas nativas o trata de imponer el español como lengua única. Unos pocos años después el Consejo de Indias, ante los pocos avances logrados, pidió al rey Felipe II que se unificasen las lenguas a favor del castellano y este respondió: “No parece conveniente forzarlos a abandonar su lengua natural: sólo habrá que disponer de unos maestros para los que quieran aprender voluntariamente nuestra idioma”.

Incluso en 1558 el Virrey de la Nueva España Luis de Velasco propuso a Felipe II la fundación en Guadalajara de un centro de enseñanza del idioma náhuatl para jovenes parlantes de otros idiomas, contribuyendo con ello a la expansión y conocimiento de esta lengua y su uso como lengua unificadora de los pueblos que conformaban el virreinato de Nueva España.

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