Tras la confusión inicial, los hechos son ya públicos y notorios. Quince personas, de todo tipo y condición, asesinadas por el terrorismo yihadista con decenas de heridos que aumentan el balance trágico.
El análisis crítico de este episodio va a ser tan largo y profundo como sus consecuencias para España. La caterva de los políticos ha tomado rápidamente sus posiciones.
Citemos dos hechos.
No se ha tratado de la acción enajenada de unos fanáticos aislados en un ordenador. Las evidencias apuntan a tácticas y estrategias de un Islam radical que ha declarado la Yihad al mundo occidental postmoderno.
Este plan criminal planificado en Cataluña, aún con su aterrador resultado sangriento, ha fracasado en la mayor parte de sus objetivos. La principal causa de su fracaso no ha estado en la intervención policial sino en la explosión inintencionada del piso franco convertido en polvorín. Sobre las elucidaciones de enlaces químicos encendidos por el calor del Mediterráneo, debemos recordarnos que los designios de Dios son inescrutables.