Vivir con miedo
Vivo con miedo. No miedo a los delincuentes sino a la policía municipal de Madrid. Las últimas noticias de amenazas a diversos personajes confirman esa deriva que vengo denunciando hace mucho tiempo. Todavía recuerdo la anécdota de un control de alcoholemia con resultado de 0,00 y uno de ellos dando voces diciendo “pídele el recibo del seguro del coche, verás como así lo pillamos” o cuando apareció entre mis tarjetas la de Teniente Coronel de las FAS y uno de ellos la tiró al suelo, la pisoteó, me dijo ¿qué crees que estás en la mili? (la forma de dirigirse a mi persona, y por diversos motivos académicos y de pertenencia a Órdenes Militares es de Señor). Ponte de rodillas y cógela con la boca. Yo contesté antes de eso tendrás que darme dos tiros. Un compañero suyo medió la recogió la limpió y me la entregó, no sin algún desperfecto. No tengo armas. Las que tengo están legalmente inutilizadas y utilizadas como adorno. En el salpicadero de mi coche llevo el número de la Guardia Civil, debidamente adherido y con letras grandes Realmente cada vez que veo un vehículo de la policía municipal madrileña temo por mi integridad económica y personal. No puedo vivir así. Ahora veo, en las noticias, que estas cosas ocurren a más personas. Que se insulta por redes sociales, se amenaza de muerte y los jueces casi no toman medidas cautelares. He optado por no salir de casa más a que a horas muy concurridas y con muchos testigos por las calles. También me he planteado llenar mi vehículo de cámaras porque si te ven con el móvil grabando me lo quitarán. Es una pesadilla que recuerda lo que debió ser la URSS de los años setenta. Vivo preocupado.