Sobre el oxímoron del «desarrollo sostenible»
Les escribo con ocasión del día mundial del ahorro de energía sobre el oxímoron del desarrollo sostenible. Lo haré exponiendo varios argumentos del filósofo austríaco Ivan Illich.
Ivan Illich es un filósofo nacido en Austria en 1926, parte de su vida fue sacerdote, para lo cual estudió y sobresalió en las disciplinas teología y filosofía. Luego, a raíz de su pensamiento disidente fundó un centro de estudios (CIDOC). Posteriormente fue dejando la práctica religiosa por razones personales, manteniéndose sin embargo como sacerdote. Varias causas fueron abiertas contra él por sus escritos pero finalmente no recibió ninguna sanción canónica. Es conocido por sus críticas a las instituciones centrales de la modernidad: La escuela, el sistema sanitario y a los costes humanos de la ideología del desarrollo. Falleció, de cáncer, eligiendo cómo afrontaría su final, se negó a someterse a quimioterapia prefiriendo usar terapias alternativas para mitigar su dolor hasta el último momento.

En primer lugar, una de las aportaciones de éste filósofo es el cuestionamiento del progreso material como único objetivo para las sociedades. Ésta «ideología del desarrollo», que ve el crecimiento de los bienes y servicios como lo más deseable es bastante moderna.

El discurso de 1949 de Harry Truman dividió el mundo entre los «países desarrollados» y los «países no desarrollados». Ésta división, a pesar de las pretendidas buenas intenciones del ponente, tiene el objetivo de ejercer un control político de los países juzgados «de tercer mundo», imponiéndoles una cosmovisión y unas expectativas de crecimiento que se concretan en obligaciones de cambios políticos, sociales y económicos a favor de los «países desarrollados»

De la misma manera, la agenda 2030 impone una serie de restricciones a las naciones del mundo con beneficio de los nuevos países que llevan la voz cantante (EEUU, China y Rusia). Antiguamente, esta dominación se hacía para favorecer la dominación cultural y política de los países dominadores sobre los países dominados, anulando su capacidad de subsistencia, haciéndolos dependientes y débiles frente a cualquier agresión exterior. Hoy en día, la agenda 2030 es una continuación de ésta política, que se extiende a Europa y a zonas que antes eran consideradas «mundo desarrollado»

En segundo lugar, las consecuencias de la ideología del desarrollo son palpables.
- No somos capaces de vivir de manera autónoma ni aunque queramos. Estamos hacinados en ciudades y no tenemos ni los conocimiento ni el terreno para abastecernos de alimentos o materiales por nuestra propia cuenta. Ejemplo palpable de esto es la despoblación del medio rural.
- Desconocemos nuestro entorno, sus plantas, recursos y geografía sin necesidad de la tecnología. Mucha gente necesita de google maps hasta para encontrar una tienda en su propio barrio. Además, debido al desarrollo urbano, muchas zonas estás inaccesibles a pie. Siendo éstas zonas vetadas por un complejo entramado de autopistas y autovías que privilegian al conductor, perjudicando al viandante. Esto ataca principalmente la subsistencia de las comunidades rurales.
- El sector sanitario tiene más control sobre nuestras vidas que nunca, obligándonos con sus estrategias preventivas y evitando que podamos ser autónomos sobre nuestros propios cuerpos. Uno sólo está «enfermo» cuando el médico se lo dice y ésta gente de bata blanca se ha convertido en la nueva «casta sacerdotal» incuestionable. Ejemplo de esto es la presión ejercida durante la pandemia para ponerse las mascarillas, aceptar restricciones de movilidad e invasiones de la vida íntima así como la presión para vacunarse con productos químicos que no han pasado todas las pruebas propias de una vacuna.
- El sistema educativo que no nos enseña lo que vamos a necesitar el día de mañana sino que educa para la obediencia. Nos condicionan para «necesitar» a una autoridad para aprender y de que los niños estén de 6 a 8 horas diarias separados de la familia, siendo educados por extraños. Ejemplo de esto es la creciente ingeniería social sobre la educación que somete a los niños a ideas contrarias a la razón como la ideología de género.
Hemos llegad0 a una situación dantesca, como los personajes de la película Wall-e

Por ésta extrema dependencia que tenemos éstos días, cualquier acción contra el Gobierno está condenada al fracaso a menos que se rompa con ésta. Relación propia de la de un esclavo con su dueño.

Finalmente, el futuro no puede construirse sobre un refrito de la ideología desarrollista. Es necesario explorar alternativas que surjan del respeto a la subsistencia y autonomía de las personas y las sociedades. Es necesario contraponer la asistencia mutua frente a la «ayuda planificada» que no surge de un deseo genuino de ayudar, sino del contrario, de controlar y disminuir a aquel que se pretende ayudar.
Un mundo basado en la avaricia desarrollista y materialista es insostenible, otro mundo basado en la ayuda y autoasistencia verdaderas es posible.