Conocemos por el diario La verdad de Murcia que mañana exhumarán los restos de D. Francisco Martínez García para enterrarlo por la tarde en la Catedral de Murcia a causa de su próxima beatificación por mártir. El diario que tan bien dirigió D. Francisco, glorifica su paso por la alcaldía de Murcia, su categoría humana, su capacidad intelectual y profesional, su papel como director del diario y su carácter profundamente religioso. Pero omite no sé si por descuido o deliberadamente su militancia política durante sus últimos años de vida en el Carlismo, siendo durante la república y hasta el fin violento de sus días jefe provincial de la Comunión Tradicionalista de Murcia. Se hace pues necesario refrescar un poco la memoria.
Tras el advenimiento de la república y vueltos a la disciplina de la Comunión Tradicionalista los integristas, comienza una efervescencia del Carlismo en el antiguo Reino de Murcia, aglutinándose alrededor de la figura de D. Francisco Martínez García, que ingresó en el Carlismo al ver que la situación de la Religión y de España empeoraba cada vez más. “Estudió a fondo los programas de los partidos (explica su hija María Francisca) y se decidió por la Comunión Tradicionalista“. Pronto consiguió reestructurar la Comunión Tradicionalista en la Región, junto a otros jóvenes murcianos como José Sintas o Diego Hernández Illán, que se encargaron respectivamente de la AET (Asociación Escolar Tradicionalista) y de los Estudiantes Católicos. En 1934 ya lo vemos como jefe provincial.
Durante la república las actividades carlistas aumentan progresivamente en propaganda y organización, con D. Francisco al frente. Se llevan a cabo reuniones organizativas, mítines divulgativos, etc, llegando a constituírse Juntas Comarcales en casi todas las comarcas del antiguo Reino. Con ello, llegó también para el Carlismo murciano la persecución, como lo prueba el asalto y destrozo del Círculo Tradicionalista sito en la Plaza de Romea de la capital o las detenciones de numerosos carlistas como José Sintas, Andrés Campillo, Francisco Fernández Herrera y otros. Esto no hizo sino que llegaran a las filas de la Comunión más murcianos, como Valverde, Vicente Llanos y tantos otros.
En víspera del 18 de julio de 1936, los carlistas murcianos se integran en los preparativos del Alzamiento. Llegado el 17 de julio, de la casa de Diego Hernández Illán salen hacia Cartagena dos delegados, uno de Falange y otro del Carlismo, siendo apresados ambos y asesinados en el llamado puerto de la Cadena. El carlista era Francisco Robles.
La familia de D. Francisco estaba de vacaciones en Tribaldos (Cuenca). El 5 de agosto, Francisco Martínez García vio como un camión de milicianos empezaba a rodear la casa. “Servidor de ustedes”, respondió a las milicianos que preguntaban por él. Inmediatamente, él y una empleada fueron arrestados y llevados a una Iglesia, usada como cárcel. La empleada contaría después cómo durante su cautiverio D. Francisco permaneció en oración. A las nueve de la noche fue fusilado a la salida del pueblo. Al exhumar su cadáver encontraron el rosario entre sus dedos. Después de su muerte un miliciano a una hija suya le confesaría: “No había más remedio que matarlo, porque había pruebas de que era muy católico”.
Honor y gloria a este murciano católico y carlista que dio su vida por Dios y por España y que pronto, parece que muy pronto, será beatificado.