¿Qué es el Carlismo? Tradición, Subsidiariedad y Bien Común
Inauguro mi blog con este artículo, motivado por una conversación de hace unos días con una amiga que no entendía qué es el carlismo y me pidió que se lo explicara. Escribo estas líneas para expresar lo que, como carlista, pienso en lo político, con idea de que cualquiera que tenga dudas o no sepa lo que es el carlismo pueda entenderlas.
Yo le hablaba del ideario de la CTC, disponible en carlistas.es y del Syllabus de Pio IX. Pero ella mencionó creer que defendíamos un régimen absolutista y entonces me recordó la enorme manipulación del sistema liberal hacia nosotros.
Explicaré lo que defendemos, por qué es necesario defenderlo y qué proponemos a cambio, priorizando un lenguaje que todos podamos entender. Pero tratando de no apartarme de los principios que definen mis valores. Al lector avanzado le recomiendo el Syllabus de Pío IX, el Programa Político de la CTC y su Ideario.
Ante la crisis moral, social y política que atraviesan las Españas, como español libre y responsable, comprometido con el futuro de las Españas, alzo mi voz para proponer una alternativa firme, realista y esperanzadora.
La partitocracia ha secuestrado la verdadera democracia. Los intereses partidistas lejos de servir al bien común, buscan el poder y el beneficio propio. El Gobierno ha venido sofocando los mecanismos tradicionales de control, que en su día aseguraban que la autoridad fuera ejercida con responsabilidad y garantizase la justicia. Llevándonos cada vez con menos sutileza, a una tiranía encubierta. La cultura del egoísmo y del consumo ha erosionado el alma de nuestras gentes.
Por todo ello, entiendo la necesidad urgente de una regeneración profunda del orden político, social y cultural.
No se trata de restaurar fórmulas caducas, sino ofrecer un camino nuevo desde principios eternos. Nuestro proyecto responde con valentía a los desafíos de hoy: la vía de la Tradición, la Subsidiariedad y el Bien Común.
I. UN DIAGNÓSTICO QUE CLAMA AL CIELO
El parlamentarismo ha degenerado en partitocracia: los españoles votan, pero no gobiernan. Grupos de presión en la sombra financian los partidos y exigen su parte del poder.
Las instituciones ya no sirven al común de los españoles, sino a intereses ideológicos, económicos o clientelares.
El centralismo estatal y el desorden autonómico han fracturado la unidad del reino y la eficacia del gobierno.
Las autonomías, lejos de acercar el poder, han multiplicado estructuras, gastos y desigualdades.
La política se ha vuelto cortoplacista y sin alma, al servicio de intereses partidistas, no del bien común.
El trabajo ha perdido su dignidad y dimensión creadora: se explota, se precariza, se olvida.
La familia, célula básica de la sociedad, está desprotegida frente a políticas ideológicas y a la precariedad económica.
La cultura del deseo ha reemplazado el deber; la opinión a la verdad; y el egoísmo a la virtud.
El sistema educativo ya no forma una Comunidad responsable y consciente, sino un rebaño de consumidores dóciles y personas desarraigadas.
El sistema sanitario carece de unicidad y equidad: una persona fuera de su comunidad puede quedar desatendida por una cuestión censal.
Y todo ello ocurre con la connivencia de una monarquía decorativa, ajena a su función moral y a su responsabilidad que como cabeza rectora del bien común, no es sino garantizar el orden natural de los pueblos de España.
II. EL CARLISMO ES UNA ALTERNATIVA DE ESPERANZA
Proclamamos un nuevo orden político, ético y social inspirado en el pensamiento tradicional, en la doctrina social de la Iglesia, y en el sentido común de la comunidad hispánica.
Los pilares son claros:
Dios, Patria y Rey: La soberanía no nace del capricho de las mayorías, sino del orden natural. El poder no es un fin, sino un servicio al bien común.
Mandato imperativo y responsabilidad real: El representante debe rendir cuentas ante quienes lo eligen. No más poder sin control.
Representación orgánica: Queremos una representación real, donde no manden partidos ni élites ideológicas, sino los cuerpos vivos de la sociedad: municipios, colegios profesionales, cooperativas, universidades, gremios libres y la Iglesia.
Gestión basada en la subsidiariedad y la unicidad ordenada: Cada nivel institucional debe asumir solo aquello que le corresponde. Desde ese equilibrio natural, la eficiencia no es una obsesión tecnocrática, sino el fruto de un orden justo. Hay que reconstruir desde abajo, no imponer desde arriba.
Unidad espiritual y diversidad foral: España es una comunidad de pueblos con alma común. Defendemos una estructura foral renovada: más cercana, justa y eficiente.
Autoridad moral, no poder partidista: El gobierno debe estar al servicio de la verdad, la justicia y la virtud, no del cálculo electoral.
Salario Justo es aquel que permite vivir dignamente, tener una vivienda, mantener una familia y ahorrar.
Vivienda digna como prioridad nacional, especialmente para jóvenes y familias, mediante una política que ponga los hogares por encima de los intereses especulativos.
Educación en la virtud: Es urgente recuperar el sentido del deber, del honor, de la historia y de la trascendencia.
Solidaridad concreta, no ideológica: Una sociedad que olvida a sus miembros más débiles: a sus ancianos, a sus hijos y a sus trabajadores, ha perdido el alma.
Monarquía con legitimidad de origen y de ejercicio:
El Rey reina por pacto con los cuerpos vivos y comunidades históricas, no por decreto constitucional.
La herencia otorga legitimidad de origen; pero si gobierna contra el bien común, pierde su legitimidad de ejercicio.
El Rey debe ser garante de las libertades, defensor de la justicia y símbolo de la unidad espiritual de las Españas.
III. PROPUESTAS CLAVE
Reforma institucional: Introducción gradual de una Cámara Social con representación de colegios profesionales, gremios libres, municipios y universidades, como contrapeso a la partitocracia.
Reforma territorial: Implantación de un modelo foral funcional y eficiente, basado en pactos entre el Gobierno y las regiones, que evite duplicidades de gasto y garantice la equidad.
Equilibrio desde la unicidad: El Reino debe asumir un papel de coordinación, no de asfixia. Solo desde una unidad ordenada y subsidiaria se alcanzará la verdadera eficiencia.
Renovación cultural y educativa: Recuperar el pensamiento crítico, las virtudes cívicas y el legado cristiano de España como base de una ciudadanía consciente.
Justicia fiscal y control del gasto: Fin del despilfarro. Supervisión local, transparencia y responsabilidad.
Justicia social: No se trata de igualar por abajo, sino de garantizar las oportunidades para que cada individuo pueda contribuir por medio de su mérito y esfuerzo, siendo estos factores clave de su éxito. No se trata de fomentar la mediocridad.
Sanidad solidaria y eficiente desde la subsidiariedad: Coordinación unificada para especialidades, urgencias y recursos estratégicos; gestión local para atención primaria y prevención desde la subsidiariedad.
Recuperación del deber individual: Frente al “yo primero”, proponemos una cultura de esfuerzo común y compromiso mutuo.
Reforma de la Monarquía: Para que deje de ser rehén del sistema de partidos y vuelva a ser servidora de Dios y del bien común.
Soberanía: el Rey o el Gobierno no son señores de las vidas ni de las haciendas de sus súbditos, salvo por causa justa (ius regni).
IV. RESUMIENDO
No soy nostálgico, ni quiero volver atrás.
Miro hacia adelante, con raíces.
Quiero una España libre, justa, virtuosa y unida por su alma, no dividida por intereses.
Este es el camino que propongo, no como una utopía ideológica, sino como una reconstrucción posible desde nuestras raíces. Si algo de esto conecta contigo, si ves que algo no funciona en lo que nos imponen, te invito a pensar, a debatir, a construir y reconstruir.
Por ello invito a todos los hombres y mujeres de buena voluntad — jóvenes y mayores, del campo y de la ciudad— a unirse en este camino de restauración.
España no está perdida.
España espera.
España resiste.
¡España renacerá!
Por Dios, por la Patria, por los Fueros y por el Rey
Luis M.ª Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
8 comentarios en “¿Qué es el Carlismo? Tradición, Subsidiariedad y Bien Común”
Carlista a secas
Ese discurso de lo que es la “justicia social”, además de no serlo, ni es carlista, ni emana de la Doctrina Social de la Iglesia, sino que es profundamente liberal y perverso. Ese “igualar por abajo”, decir que justicia social es “igualdad de oportunidades”… Lo habrá cogido de VOX o de cualquier cuenta liberal de Twitter, pero desde luego no casa con el Carlismo ni la doctrina católica y no sé qué hace en un blog oficial de la CTC.
David Fernández
Buenos días:
Justicia social se puede entender de varias maneras. Una, la moderna es una justificación para la creación de esa monstruosa burocracia que hoy llamamos “Estado de Bienestar”. Como bien dices, es a falsedad no es compatible con la doctrina católica.
Sin embargo, justicia social por su significado original de Luigi Taparelli es “que el bienestar llegue a la luz del Evangelio a todas las capas de la población.”. Esto no implica que quien lo haga llegar sea el Estado, muy al contrario son los cuerpos intermedios y la familia preferiblemente.
La doctrina de la Iglesia dice «1928. La sociedad asegura la justicia social cuando realiza las condiciones que permiten a las asociaciones y a cada uno conseguir lo que les es debido según su naturaleza y su vocación. La justicia social está ligada al bien común y al ejercicio de la autoridad.»
Así que creo que el debate respecto a este tema es más profundo y merece más estudio para elucidarlo bien.
Un saludo
Luis Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
Estimado Carlista a secas
Creo que no nos conocemos, de otra forma no pensarías que he cogido conceptos prestados de cualquier fuente liberal. Sabrías que tengo muchos defectos y uno de ellos es decir sólo lo que pienso.
El origen de lo que expreso está en la educación que me dieron mis padres y antes a ellos los suyos. Me preceden nueve generaciones dando un paso al frente, en público, allí donde ha sido necesario. No por codiciar bienes caducos, sino para defender los derechos imprescriptibles de los españoles. Casi 192 años.
Dicho esto, te agradezco sinceramente que con tus palabras hayas abierto el debate y me des ocasión de desarrollar más este punto:
“Justicia social: No se trata de igualar por abajo, sino de garantizar las oportunidades para que cada individuo pueda contribuir por medio de su mérito y esfuerzo, siendo estos factores clave de su éxito. No se trata de fomentar la mediocridad.”
Pues quizá, en una lectura rápida, pueda ser malinterpretado, como bien señalas. Pero mediante una lectura atenta verás que NO estoy proponiendo más que:
– Trabajo como vocación y medio de santificación: Que permita al padre de familia proveer al sustento y a todas las atenciones de los que engendró, mediante su propio esfuerzo.
– Cultura del esfuerzo y el ahorro: Si el obrero percibe un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos, dado que sea prudente, se inclinará fácilmente al ahorro y hará lo que parece aconsejar la misma naturaleza: reducir gastos, al objeto de que quede algo con que ir constituyendo un pequeño patrimonio.
Hay varios textos en los que puedes apoyarte para desarrollar estos conceptos. Sin duda uno especialmente luminoso es la Rerum Novarum, de León XIII.
Viva Cristo Rey,
Luis Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
Santés
Enhorabuena por el artículo, Luis. Se agradece que de vez en cuando aparezcan carlistas de de verdad, es decir, carlistas y no ‘carlistólogos’, que tengan los pies en el suelo, propuestas realistas, ganas de mejorar las cosas y un poco de sentido común. Muchos nos hemos quemado por ese otro carlismo de salón, más preocupado por el rito de la Misa del párroco de su pueblo que de hacer política en el s. XXI.
Lo dicho, enhorabuena y adelante. Me ha gustado mucho la propuesta de una ‘Cámara social’.
Luis Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
David, Santés,
Completamente de acuerdo en que es necesario mucho trabajo desde aquí para cambiar las cosas.
Gracias por vuestros comentarios
Carlista a secas
Predicar la “igualdad de oportunidades”, concepto tomado del liberalismo anglosajón, especialmente el estadounidense, es muy peligroso. En primer lugar, la igualdad de oportunidades es una falacia en la práctica, pues no todos tienen los mismos medios, ni la misma cuna, ni las mismas circunstancias vitales, ni la misma trayectoria. De modo que incluso si se proveyesen medios para que todos partiesen de la misma situación, esto no ocurriría. La piedra de toque para la justicia social es la caridad, y dejar a su albedrío a cada uno sin ayudar a los más débiles, ignorando el bien común, es perverso. Para que haya justicia social se tienen que atender las necesidades de los débiles, de los pobres, de quienes en “igualdad de oportunidades” nunca tendrán oportunidad de prosperar. ¿Para qué lleva la Iglesia lanzando iniciativas gratuitas para ayudar a quienes lo necesitan durante siglos? Y si la sociedad por sí misma no puede garantizar que todos tengan lo mínimo para vivir dignamente (vivienda, trabajo, o subsidio (sí, subsidio) para subsistir, es obligación de las administraciones (por supuesto Estado incluido) proporcionar esos medios. Y eso ni es comunismo, como quieren vender los liberales, ni nada que se le parezca, sino defensa del bien común.
Así que conviene revisar los conceptos.
Luis Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
Estimado Carlista a secas:
Gracias por tu réplica, tan enérgica como necesaria. Coincidimos en mucho más de lo que parece: en rechazar el liberalismo, en afirmar la primacía de la caridad, y en sostener que el bien común exige estructuras morales que protejan a los débiles, en lugar de entregarlos al alzar y al interés.
Permíteme, sin embargo, precisar :
1. No defiendo la “igualdad de oportunidades” en el sentido anglosajón-liberal que describes. Rechazo esa falacia.
2. No niego la ayuda al que cae, ni el deber subsidiario del Reino. Lo que rechazo es el sistema actual: no porque proteja, sino porque aplasta. Destruye la familia, ignora la virtud y convierte al hombre en cliente del poder.
3. La caridad cristiana no es lo mismo que el asistencialismo estatal. La Iglesia ha levantado hospitales, orfanatos y comedores porque es madre, no porque compita con la burocracia. Yo defiendo que el auxilio debe nacer desde abajo: del municipio, del gremio, de la parroquia. El Reino debe garantizar lo justo, pero no asfixiar al cuerpo social. Por eso también el concepto de “Estado” como lo entiende el liberalismo es ajeno a nuestra tradición.
4. Decir que quien trabaja con honestidad debe poder vivir dignamente no es un eslogan liberal. Es lo que enseña la Iglesia desde León XIII. Lo contrario —que alguien trabaje, se esfuerce y no pueda formar un hogar— es verdaderamente injusto.
Comparto, no obstante, que la Doctrina Social de la Iglesia no puede reducirse a una frase rápida, y que es fácil incurrir en imprecisiones. Por eso he escrito un pequeño artículo donde trato de explicarla. Espero haberlo hecho con fidelidad.
Con espíritu fraterno,
Viva Cristo Rey,
Luis M.ª Flórez-Estrada Orlandis-Habsburgo
Juana de Beira
Con todos los respetos al autor y al artículo. El contenido del artículo, recoge en gran medida la Doctrina Social del Carlismo expuesta históricamente.
Manifiesto de Maguncia 1860, por S.M.C. Carlos VI.
El Sociedalismo de Vázquez de Mella. En el primer cuarto del siglo XX.
Documento de las Juventudes Carlistas de Madrid en 1946, en su punto La Cuestión Social, con la oprobación del Rey Legítimo (1943-1953) nieto de S.M.C. Carlos VII (El Grande).
Las Reivindicaciones y propuestas del M.O.T. (Movimiento Obrero Tradicionalista), en la segunda mitad del siglo XX.