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19 de agosto de 2019 17 / / / / / / / / / / / / / / / / / / / / /

¿Puede haber un tradicionalismo favorable al libre mercado?

Artículo publicado en Navarra Confidencial

En más de una disciplina o área de pensamiento, existe más de un tema sujeto a un grado de controversia demasiado variable, por así decirlo. Quienes sostenemos una postura determinada, tendemos a aclarar, porque lo estimamos necesario y oportuno, así como a convencer, de que el enfoque de la cuestión ha de responder a determinados patrones.

No es raro que la aclaración no tenga como única finalidad invertir la mayor parte del tiempo que uno tiene disponible para discutir sobre términos, especialmente cuando se trata de filosofía o política. Eso sí, en todo caso se buscará que se tenga clara una serie de conceptos, detalles y teorías.

En base a motivaciones como las anteriormente enunciadas, responderé (sin intención pretenciosa alguna, sino con la máxima honestidad y humildad posible) al “problema” de las malas interpretaciones sobre el “libre mercado” (así se puede interpretar el concepto de “capitalismo”) que se dan por parte de algunos tradicionalistas hispanos.

A continuación, bueno, a lo largo del artículo, trataré de explicar por qué pienso que la economía de libre mercado no ha de ser algo hacia lo cual el tradicionalista tenga que tener demasiadas reservas.

El mercado forma parte de la naturaleza

Por naturaleza también podemos referirnos al orden espontáneo, que es lo que no solo rige en patrones meteorológicos, geológicos y, entre otros, animales, sino también humanos (por razones bastante diversas). El resultado de ese concepto viene a ser tanto el día a día como la evolución de las sociedades y de los medios que les pueden facilitar la vida (la tecnología, por ejemplo).

A su vez, se impone una serie de reglamentos morales y de valores que, en nuestro caso, han guardado relación con la herencia cristiana europea (tradición católica en el caso hispano) que se expandió a las Américas, y podemos definir como “ley natural” (no contraria al concepto de comunidad ni al principio de entrega al prójimo, sino al iuspositivismo y sus ingentes cantidades de problemas).

Hay muchos mecanismos de interacción que forman parte del orden natural (algunos se ven amenazados por la ingeniería social). La convivencia entre amigos (núcleo de apoyo moral, socialización y diversión) o la formación de noviazgos (a deber considerar como periodos previos a la formación de enlace matrimonial, en la que los miembros se conocen mejor el uno al otro) son algunos ejemplos.

Pero, por esa misma lógica, hemos de incluir al mercado, una interacción entre dos personalidades físicas o jurídicas (estas últimas, en cierto modo, controladas por las primeras) basado en intercambios voluntarios tanto de bienes como de servicios (suele haber una especie de valor asignado) para satisfacer determinadas necesidades de distinto tipo.

Las inmoralidades a acontecer no son exclusividad alguna del mercado

El escepticismo hacia el libre mercado suele darse, en ocasiones, dadas ciertas situaciones de plena inmoralidad (dejemos aparte la tipificación penal que se dé o debiera estipularse). Una de ellas, absolutamente reprobada y denunciada por los escolásticos salmantinos (a considerar como pro-mercado) es la usura, definida por la Real Academia Española como:

[En base a su segunda acepción, como] ganancia, fruto, utilidad o aumento que se saca de algo, especialmente cuando es excesivo [o, en base a la tercera, como] interés ilícito que se llevaba por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo.

Nada de esto se discute, igual que en el seno de las familias, de las parejas o de los círculos de amigos pueden darse conflictos totalmente reprobables tales como la ruptura de avaricia a la hora de heredar bienes legados por figuras paternales, traiciones al prójimo, negativas de ayuda o chantajes promiscuos.

Pero no por ello nos oponemos a la formación de esas instituciones sociales que también contribuyen tanto a la armonía como al carácter floreciente de las sociedades. Tampoco exigimos una compacta, enrevesada y compleja regulación normativa, legislativa y burocrática que más bien puede volverse en contra de quienes buscamos la consecución del “bien común”.

¿Monopolio y pocos propietarios?

Una de las preocupaciones que tienen aquellos tradicionalistas más próximos al distributismo que a la Escuela Austriaca es que todo pueda acabar, si no es bajo monopolio, en pocas manos (por algo dicen defender una tercera vía frente al capitalismo y el socialismo, bajo inspiración chestertoniana).

Pero antes habrá que aclarar que un régimen de monopolio solo es posible bajo acción estatal, para tener el control absoluto sobre la producción-prestación de un determinado bien o servicio mientras que el oligopolio resulta de favores burocráticos y cierta connivencia entre una serie de empresas que solicitan ayuda para blindarse de la competencia.

«Big Government + Big Businesses» no resulta ser una combinación aritmética que resulte del libre mercado. Precisamente, cuanto menos restringidos a cooperar e intercambiar bienes y servicios de manera voluntaria, más fácil será poder ofrecer alternativas (competencia).

En base a esa libertad, más fácil será respetar a los “pequeños propietarios” (defendidos del distributismo, sin discrepancia paleolibertaria) y competir (la competencia no es la ley del más fuerte, sino la oferta de alternativas que puedan tener un respaldo derivado del cambio de criterio del cliente y demandante, teniendo en cuenta criterios diversos: calidad, precio, servicio…).

Facilidad para “realizar” el principio de subsidiariedad

El principio de subsidiariedad, clave también moral frente al problemático estatismo, es totalmente opuesto a la interferencia en comunidades de orden inferior, requiere un gran respeto hacia las familias así como otros cuerpos intermedios (comunidades religiosas, asociaciones de padres y de trabajadores, etc.).

Entre todas esas “estructuras”, se requerirán determinadas interacciones. Así pues, cuando se busque satisfacer determinadas necesidades, dejando aparte la cuestión de la solidaridad (amigable con el mercado en cualquier caso), tenemos el mecanismo natural del mercado, basado en espontaneidad e intercambios voluntarios.

De hecho, por si no queda claro, haré una cita a San Juan Pablo II, que en su encíclica Centessimus Annus hizo cierta defensa del libre mercado, reconociendo la ambigüedad del término “capitalismo” (distinto es que no le agradara demasiado este mismo, prefiriendo otras nomenclaturas):

[…] ¿Es quizá éste el modelo que es necesario proponer a los países del Tercer Mundo, que buscan la vía del verdadero progreso económico y civil? […] Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa», «economía de mercado», o simplemente de «economía libre». […]

Una cuestión de justicia moral

Una vez abordado todo lo anterior, ha de quedar claro que el libre mercado es el mecanismo económico más natural así como moralmente justo para satisfacer necesidades sociales muy diversas (respetando tanto libre expresión y elección como la propiedad privada). Ha de haber leyes morales, sí, a la par que no hay que oponerse al castigo (persecución) de la estafa y la confiscación.

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17 comentarios en “¿Puede haber un tradicionalismo favorable al libre mercado?

  1. De hecho oponerse al libre mercado porque existen aberraciones como la usura, el monopolio, etc, es como oponerse al matrimonio y a tener hijos porque el sexo puede llevar a la prostitución, a la pornografía, al adulterio…

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  2. identicon

    Luís B. de PortoCavallo

    Al título del articulo ¿Puede haber un tradicionalismo favorable al libre mercado? La respuesta desde el tradicionalismo es ABSOLUTAMENETE NO, NO PUEDE HABER UN TRADICIONALISMO FAVORABLE AL LIBRE MERCADO.

    ¿Por qué?

    1º Lo primero que hay que decir es que, lo que se denomina mercado libre, libre mercado o libre comercio (términos que hoy comienzan a sustituirse por el de Economía de mercado —aunque no es exactamente lo mismo—) es una ideología política y como tal, una visión parcial e interesada de la realidad, es decir, un conjunto de ideas que se plantean como verdad única fundamental que caracteriza una línea de pensamiento, cuya finalidad es la especulación, esto es, el ánimo de obtener lucro mediante la práctica de operaciones comerciales.

    2º El liberalismo económico es a la economía lo que el liberalismo político es a la política. La afirmación de que el “mercado forma parte de la naturaleza” es una falacia cuando se aplica únicamente al “libre mercado” como concepto excluyente. Es una afirmación que aparece a partir de los fisiócratas, especialmente por influencia de la ilustración de carácter anglosajón.

    De facto, y a pesar de que sus partidarios abogan por la no intervención del estado, la implantación del “libre mercado” viene dada por la imposición de determinadas leyes que favorecieron su establecimiento (Actas de Cercamiento en 1760 y 1840, en Inglaterra, Le décret d’Allarde de 2 y 17 de marzo de 1791 y Ley Le Chapelier de 14 de junio de 1791), materialización de las ideas del principio de libertad de comercio e industria, (extraído así aun hoy, por la jurisprudencia administrativa de los “sabios —jueces— de la rue Montpensier”, como es conocido el Conseil Constitutionnel de la République Française), leyes mediante las cuales se concentró la propiedad y se destruyó (bajo pena de muerte), el tradicional sistema de gremios (así como cofradías y hermandades de asistencia fundados por ellos), estos sí, cuerpos intermedios naturales, que ejercían su actividad bajo los principios de subsidiariedad, solidaridad y bien común.

    4º La acusación de inmoralidad no proviene de los muchos abusos que el pretendido “libre mercado” ha perpetrado y perpetra, eso serían actos concretos inmorales, sino por la finalidad última. Así como no se puede decir que exista una usura que es moral, sino que, por su misma esencia, cualquier tipo de usura es inmoral, la pretensión de convertir el “libre comercio” en especulación crematística para obtener el mayor lucro, esto es, la codicia sin límites para alcanzar su fin, como expresión del injusto modo de adquirir (mayor ganancia injusta), es lo que hace el sistema inmoral en sí mismo.

    El tradicionalismo está tan próximo al distributismo, como a la Escuela Austríaca, esto es, EN LAS ANTÍPODAS, y hay que advertir que tampoco es de “inspiración chestertoniana”, sino muy al contrario, es Chesterton quien se inspira en el tradicionalismo para ejercer la crítica a su tiempo.

    6º Tampoco es cierto que “un régimen de monopolio sólo es posible bajo acción estatal” y para muestra los grandes monopolios de grandes compañías inglesas, y sobre todo estadounidenses, obsesionadas con el control absoluto de determinados sectores, que han llegado a obligar, en multitud de ocasiones, a la creación de leyes anti- monopolio (y a la reacción de las corporaciones a hacer uso de esa corrupción institucionalizada que llaman “lobbies” para presionar a los gobiernos).

    7º El mito ideal del “intercambio de bienes y servicios de manera voluntaria” que deben adquirirse en el “mercado libre” es otra de las falacias, pues para ello sería requisito necesario que entre los participantes de cualesquiera transacción se diese una semejanza en la posición que no se da, ni en la producción, ni en el mercado, de tal modo que los “intercambios” no son tan “voluntarios” como se preconiza.

    8º No es cierto que el principio de subsidiariedad sea “totalmente opuesto a la interferencia en comunidades de orden inferior” como se afirma categóricamente. El principio de subsidiariedad no puede entenderse correctamente sin el concepto de cuerpos intermedios y dicta que los asuntos deben ser resueltos por los diferentes órganos sociales naturales con autoridad en su ámbito y que en caso de que, por diversas causas, no sea posible, deberán ser atendidos por el correspondiente órgano o cuerpo intermedio superior en su orden, que asumiría su función subsidiaria de forma temporal en aquellas cuestiones concretas; por lo tanto sí que el órgano superior puede intervenir en caso necesario.

    9º Es cierto que la solidaridad es “amigable con el mercado”, pero con el mercado entendido en sentido natural, no con el “libre mercado”, lo que NO es lo mismo.

    10º como conclusión, ni el “libre mercado” entra en la categoría de natural, sino que usurpa el concepto “mercado”, ni es moralmente justo, tal y como está planteado ideológicamente.

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    1. Una afirmación especialmente absurda es decir que el libre mercado y el liberalismo económico son equiparables. Nada más falso.

      El liberalismo es una ideología condenada por la Iglesia fundada en el relativismo puro y duro. Una forma de liberalismo es el marxismo, para el cual todo valor es una mera convención social que va cambiando con la historia. Por tanto, el liberalismo jamás aceptara un valor absoluto y atemporal como la ley natural. De ahí que el liberalismo llevado al terreno económico no defenderá una forma de economía sino que considerara todas igual de validas y relativas.

      El cambio, el libre mercado parte de la ley natural que establece como valor suprahistorico la propiedad privada.

      En ese sentido para el liberalismo tan valido es el libre mercado como el mercado regulado; tan valida una economía natural basada en la ley natural (libre mercado) como en la expropiación forzosa del Estado (soviético).

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      1. identicon

        Luís B. de PortoCavallo

        No, no son equiparables el “libre mercado” es el fundamento del liberalismo económico y así aparece en todos los Manuales de Economía de todas las Universidades (incuídas las de naciones ultra liberales).

        “el libre mercado parte de la ley natural que establece como valor supra historico la propiedad privada”.

        Desconozco de donde saca esta peregrina idea que al parecer es dogma para Vd., pero vamos a ver si entiende que esa afirmación que hace es gratuita, infundada además de errónea.
        ¿Quizá es que no tiene claro qué es la Ley Natural”?
        [Le recomiendo el libro del P. Royo Marin, O.P. Teología moral para seglares, dónde vienen claramente expuestas las diferencias entre ley eterna, ley divina, ley natural, derecho natural, derecho positivo, etc.]

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        1. ¿Ignora de donde saco la idea de que el fundamento del libre mercado es la propiedad privada?… Pues es muy sencillo: de la mera razón. Y sino pruebe usted mismo a hacer este razonamiento: Si la propiedad privada no está intervenida, si es respetada… entonces yo (o cualquiera) puedo vender mis propiedades como me parezca bien y oportuno… Si hay completa liberta de compra y venta entonces hay libre mercado… ¿capta?

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          1. identicon

            Luís B. de PortoCavallo

            Vamos a ver, lo que le pregunto no es eso.
            El derecho de propiedad si es de derecho natural y así está ampliamente argumentado (lo que de ningún modo significa que pueda hacer lo que le de la gana pues no es un derecho absoluto ni ilimitado y como todo derecho comporta ciertas obligaciones -entiéndase obligaciones en sentido jurídico, no vulgar-)
            Incluso el “comercio” o el “mercado”, en sentido de intercambio puede considerarse una actividad humana natural, cuando es justa.

            Lo que no sé es de dónde saca, para afirmar tan rotundamente, dando un salto cualitativo, que una teoría concreta que aparece en el S.XVIII como el “libre mercado”, con connotaciones ideológicas, es de derecho natural. Algo falla en su argumentación lógica que no acabo de asimilar.

          2. Creo que usted le pasa como al personaje de Moliere que un día descubre que hablaba nada menos que en prosa… Y paralelamente usted descubre que el libre mercado aparece en el siglo XVII… En fin, que, según usted, antes del siglo XVII no existió nunca la libertad de mercado… ¿no?… Desde luego algo le debe faltar a mi lógica, cuando pierdo el tiempo discutiendo tamañas tonterías.
            Y desde luego también es evidente que sus prejuicios ideológicos le afectan de tal manera que no entiende algo tan simple como que si nadie cuestiona la propiedad que yo tengo sobre un bien, entonces yo soy libre para comercializarlo como quiera (o regalarlo, o colgarlo de la lámpara de mi salón, o llevarlo de paseo al Parque Nacional de Ordesa…).
            ¿Se lo repito por enésima vez? Vale, ahí va: COMO LA LEY NATURAL RECONOCE EL DERECHO A LA PROPIEDAD PRIVADA, ENTONCES RECONOCE TAMBIÉN SU CONSECUENCIA NECESARIA: LA LIBERTAD DE MERCADO. Tinto y en botella.

          3. identicon

            Luís B. de PortoCavallo

            A ver si se entera de una vez
            Una FALACIA es un silogismo con APARIENCIA de razonamiento que es DEFECTUOSO, INCORRECTO y FALSO (Lógica elemental)
            Y su tan traída afirmación es EXACTAMENTE ESO
            Para Vd. será dogma de fe, pero no quiera hacer que otros comulguen con ruedas de molino

            “Para aquellos que creen, ninguna prueba es necesaria. Para aquellos que no creen, ninguna cantidad de pruebas es suficiente”(S.Ignacio de Loyola)
            En lo único que coincido es que es tontería tratar de seguir.
            Hasta aquí hemos llegado

    2. Chía

      Fantástico, suscribo cada palabra, reciba mi admirado aplauso.

      Si bien dudo que la sarta de estupideces contenidas en el artículo, mereciesen respuesta, bien ha valido la pena la patochada de ese Gª Carmona; tanto por haberme dado oportunidad de leerle a usted, como porque dudo que tal batiburrillo de mentiras, medidas verdades, textos y citas fuera de contexto, más que fruto de idiocia e/o ignorancia, son claramente intencionadas, obedeciendo a un plan de tantos voceros (algunos con alza cuello) para “despistar” a votantes católicos poco informados de la secular condena de la iglesia católica al liberalismo usurero y su fraude de moneda fiduciaria.

      Reciba un saludo, reiterando mi aplauso a su detallada y precisa respuesta.

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  3. Una cosa que me aterra en la actual situación de la Iglesia es la infección socialista de los católicos en general y los pseudotradis en particular. Y no voy a entrar en el análisis histórico de cómo se formula esta aberración del pensamiento, pero básicamente va unido a la aparición del socialismo en la I Internacional y a la invención marxista del término “capitalismo”… Luego al calor del Vaticano II aparecerán tumores como la teología de la liberación, cristianos por el socialismo o los tradi-socialistas… Pero esa es otra historia.

    Y es fin, para no tener que escribir aquí un tratado sobre la degeneración socialista del católico moderno, simplemente unos pocos conceptos:

    1) La propiedad privada es de LEY NATURAL, cual en su séptimo mandamiento ordena “no robaras” y en el décimo dice “No codiciaras los bienes ajenos”… Y con eso la crítica al socialismo queda completada.

    2) En una sociedad en la que se respeta la propiedad privada yo puedo hacer con mis bienes lo que lo que me parezca bien: regalarlos, guardarlos o… VENDERLOS. Y se llama LIBRE MERCADO a las relaciones comerciales establecidas en una sociedad en la que se respeta la propiedad privada.

    3) La economía de una sociedad en la que se respeta la propiedad privada y por tanto el libre mercado, al ser una economía fundada en la ley natural, la podemos llamar con toda justicia ECONOMÍA NATURAL.

    4) La mitología marxista invento no solo el absurdísimo termino capitalismo (que no es sino la propiedad privada calzado en un publirreportaje socialista) sino que nos hizo creer que el libre mercado nace con lo que el mitólogo Marx llama “capitalismo”. Lo cual es simplemente una bobería de un desmesurado tamaño: el libre mercado ha existido siempre y en todas partes, si excluimos ciertas sociedades aberrantemente socialistas (como la inca). De forma que no solo existía libre mercado en la Edad Media o en la antigüedad mediterránea, sino que se han descubierto conchas de moluscos asiáticos en la Europa prehistórica y que se supone se usaban como moneda de intercambio hace miles de años.

    5) En consecuencia UN CATÓLICO COHERENTE NO SOLO PUEDE DEFENDER EL LIBRE MERCADO SINO QUE ESTÁ OBLIGADO A DEFENDERLO POR LEY NATURAL.

    6) Precisamente ese es el motivo de que el MAGISTERIO MODERNO DE LA IGLESIA SIEMPRE HA CALIFICADO EL SOCIALISMO COMO INTRÍNSECAMENTE PERVERSO, y en cambio nunca haya condenado lo que Marx calificaba de capitalismo, en sí mismo. Y la razón es muy clara: Mientras que el llamado por los marxistas “capitalismo” es de acuerdo a la propiedad privada, es decir, a la ley natural; el socialismo niega radicalmente la ley natural.

    7) En los documentos del Magisterio de la Iglesia lo que si hay es la condena de los excesos y perversiones de la propiedad privada. Por ejemplo la usura, la explotación de los obreros, o el monopolio en cualquiera de sus formas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que todas esas tumoraciones del sistema solo funcionan ALLÍ DONDE EXISTE UN ESTADO TOTALITARIO (solo así funciona el monopolio realmente)… ES DECIR UN ESTADO SOCIALISTA. Pues, todas esas degeneraciones solo son viables allí den de la corrupción del Estado lo facilita.

    8) Téngase en cuenta que en realidad los bienes y servicio, al ser escasos, siempre tienen un propietario. Incluso en un sistema soviético siempre tiene un propietario, el estado soviético en este caso. ¿CUÁL ES, POR TANTO, LA DIFERENCIA REAL ENTRE SOCIALISMO Y ECONOMIA NATURAL? La diferencia principal radica en que mientras en la economía natural la propiedad está en manos de aquel que ha producido tales bienes y servicios, en la economía socialista el Estado se auto-imputa el derecho de apropiarse de bienes y servicios generados por la sociedad y robándoselos a su legítimo propietario. Un procedimiento de expropiación del Estado que puede ser total (como en la sociedad soviética) o parcial (como en la actual Unión Europea, donde el Estado se apropia “solo” poco más de la mitad de la riqueza generada por la sociedad).

    9) Fuera de la Economía Natural y de la economía socialista, no existen terceras vías o esas terceras vías son pura mitología mítica (como el distributismo y otras utopías que no existen en ningún sitio).
    Fuente: https://edicionescatolicas.org/economia-natural-y-libre-mercado/

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    1. identicon

      Luís B. de PortoCavallo

      El gran enemigo de la Tradición —y todo lo que implica— han sido secularmente las corrientes liberales en todas sus acepciones y sentidos, y tratar de casar éstas con la tradición es una contraditio in terminis.

      Eso sí que da miedo, la infección ultra liberal y relativista en la Iglesia, mucho más dañina que cualquier otra herejía a lo largo de la Historia.

      1º La propiedad privada es efectivamente de derecho natural, (parecido a ley natural, pero no lo mismo, ya que lo uno está referido al objeto, mientras, lo otro a cualidad de sujeto); de hecho, el término correcto es “derecho de propiedad”, que «se funda en la naturaleza racional del hombre»[S.S. León XIII, Rerum novarum #5; 1891].

      El “derecho natural de la propiedad” contempla distintas cualidades, a saber: el justo título de adquisición, el pleno dominio (que se adquiere por la possesio) y el uso y disfrute, con un doble carácter individual y social ordenados al bien común (evitando tanto el “egoísta individualismo”, como el “pernicioso colectivismo”) [S.S. Pio XI, Quadragesimo anno #16; 1931]. El derecho de propiedad se distingue de su uso y no tienen los mismos límites [S.S. León XIII, Rer. nov. #19 y S.S. Pio XI, Quadrag. #17], según doctrina de S. Tomás en cuanto a la propiedad y uso de los bienes [S. Th., II, q. 32, q. 5, ad 2].

      Queda claro el rechazo absoluto al socialismo [S.S. León XIII, Quod apostolici muneris #4; 1878 y S.S. Pio XI, Divini Redemptoris; 1937], que impugna el derecho de propiedad, declarandose tal actitud injusta [S.S. León XIII, Rer. nov. #3, 4, 5 y 12].

      No obstante, «[…] mientras la Iglesia condena toda injusta violación del derecho de propiedad, advierte a la vez que éste no es ilimitado ni absoluto; porque existen precisas obligaciones sociales. Desconocerlas sería ir contra la Justicia, sería luchar contra el reino de Jesús»[S.S. Pio XII, Discurso de 28 de oct. 1956, en Ecclesia, núm. 800; pág. 519].

      Si bien el derecho a poseer pacíficamente ha de ser defendido por el estado [S.S. León XIII, Rer. nov., #30] «Los hombres deben tener cuenta no sólo de su propia utilidad, sino también del bien común, como se deduce de la índole misma del dominio, que es a la vez individual y social, según hemos dicho. Determinar por menudo esos deberes cuando la necesidad lo pide y la ley natural no lo ha hecho, eso atañe a los que gobiernan el Estado. Por lo tanto, la autoridad pública, guiada siempre por la ley natural y divina e inspirándose en las verdaderas necesidades del bien común, puede determinar más cuidadosamente lo que es lícito o ilícito a los poseedores en el uso de sus bienes»[S.S. Pío XI, Quadrag. #18]. Aunque no tiene derecho a abolirla con un exceso de cargas e impuestos; «sólo puede atemperar su uso y conciliarlo con el bien común» [S.S. Pío XI, Ibídem, id.]

      Por otro lado, «La Historia demuestra que el dominio no es una cosa del todo inmutable, […] Qué distintas han sido las formas de la propiedad privada»[S.S. Pío XI, Ibídem, id.]

      2º Desconozco de qué diccionario de bolsillo de Economía ha salido esta definición: «se llama LIBRE MERCADO a las relaciones comerciales establecidas en una sociedad en la que se respeta la propiedad privada», pero es inexacta, además de absolutamente incorrecta.

      3º Decir que «La economía de una sociedad en la que se respeta la propiedad privada y por tanto el libre mercado, al ser una economía fundada en la ley natural, la podemos llamar con toda justicia ECONOMÍA NATURAL», es una falacia silogística del tipo:
      «Todo acto libre es bueno;
      y todo acto libre es una elección;
      por lo tanto, toda elección es buena».

      que suele estudiarse en Lógica en el bachillerato.

      Por otor lado, “Economía”, etimológicamente, es la administración doméstica (proviene de la palabra griega griega oikonomía [οἰκονομία], literalmente de oîkos [οἶκος] “casa” y [νέμειν] némein “administrar”), sentido que le da Aristóteles, primero en distinguir las diferentes técnicas económicas en el ámbito de la empresa y la familia. Para referirse a las cuestiones que consideramos, hoy, económicas, Aristóteles utilizó la palabra chrēmatistikós [χρηματιστικός] y la forma chrēmatistikḗ [χρηματιστική] “crematística”, “arte de adquirir”, abordando temas como el valor, el dinero y el interés.

      Su enfoque es ético. Para entender debidamente el pensamiento económico de Aristóteles conviene recordar que, a los fenómenos económicos, no se les daba un tratamiento independiente, sino que se estudiaba entre las tres ciencias prácticas, que se ocupaban:
      del bien del individuo humano, la ética,
      del bien de la comunidad familiar, la económica, y
      del bien de la comunidad cívica, la política.

      Ese sentido de “economía doméstica” es el único en el que podría entenderse el calificativo de “natural”.

      4º El concepto de “libre mercado” tal como se entiende NO ha existido siempre y las administraciones de Egipto, Grecia, Cartago y Roma tenían institucionalmente un control absoluto del comercio que se ejercía, de “libre” no tenía nada. En la Edad Media las ferias y mercados eran privilegios concedidos (las Partidas).

      «se han descubierto conchas de moluscos asiáticos en la Europa prehistórica y que se supone se usaban como moneda de intercambio hace miles de años». Gran argumento.

      Ya Aristóteles distingue entre “valor de uso” y “valor de cambio”, sobre los “precios justos” y entre dinero y riqueza. Considera al dinero (moneda), producto de la convención, no de la naturaleza, en su uso, al que le atribuye las funciones de medio de cambio —mercancía útil para facilitar los intercambios—, medida del valor y depósito del valor, e identifica el interés con la usura que, en todo caso, condena éticamente. También trata temas relacionados con la propiedad privada o la esclavitud. Ejerciendo una importante influencia en el pensamiento económico de la Escuela de Salamanca, que construyeron su pensamiento y análisis apoyándose explícitamente en el pensamiento aristotélico.

      5º Según afirma taxativamente: «En consecuencia UN CATÓLICO COHERENTE NO SOLO PUEDE DEFENDER EL LIBRE MERCADO SINO QUE ESTÁ OBLIGADO A DEFENDERLO POR LEY NATURAL».

      Sin embargo, La Iglesia, considera que el orden económico ha de obedecer la ley moral, dice que el principio rector del mundo económico no puede ser la libre competencia «Como la unidad del cuerpo social no puede basarse en la lucha de clases, tampoco la recta organización del mundo económico puede entregarse al libre juego de la competencia».

      » […] De este punto, como de fuente emponzoñadora, nacieron todos los errores de la ciencia económica individualista, la cual suprimido por olvido o ignorancia el carácter social y moral del mundo económico, sostuvo que éste debía ser juzgado y tratado como totalmente independiente de la autoridad pública, por la razón de que su principio directivo se hallaba en el mercado o libre concurrencia y con este principio habría de regirse mejor que por la intervención de cualquier entendimiento creado».

      »La libre concurrencia […] no puede ser en modo alguno la norma reguladora de la vida económica […]»[S.S. Pío XI, Quadrag. #37]. “La Justicia y la Caridad sociales” son los principios que deben regir la vida económica. El alma del orden económico justo es la caridad social [S.S. Pío XI, Ibídem, id.].

      La economía está al servicio del hombre en orden al bien común, regida por la ley moral, y no al revés. Y es a la Iglesia a la que compete la ley moral y su interpretación «en lo que a esto se refiere tanto el orden social como el orden económico están sometidos y sujetos a nuestro supremo juicio»[S.S. Pío XI, Quadrag. #14].

      Todo lo cuál contradice la premisa que defiende ¿A quién hacer caso? ¿A la Iglesia o a su premisa de dudoso origen?

      6º Es rigurosamente cierto que la Divini Redemptoris de S.S. Pio XI,; 1937, condena el socialismo y el comunismo como «intrínsecamente perverso». Pero no es menos cierto que de ello haya que colegir esa dicotomía reduccionista y simplona entre socialismo y capitalismo y que no se condenen también los perniciosos abusos del capitalismo feroz.

      7º En su afirmación «Sin embargo, hay que tener en cuenta que todas esas tumoraciones del sistema solo funcionan ALLÍ DONDE EXISTE UN ESTADO TOTALITARIO (solo así funciona el monopolio realmente)… ES DECIR UN ESTADO SOCIALISTA. Pues, todas esas degeneraciones solo son viables allí donde la corrupción del Estado lo facilita» olvida los monopolios generados en los corruptos sistemas de pretendido libre comercio donde las grandes corporaciones generan inmensos monopolios que pretenden controlar sectores estratégicos.

      Dos ej. : AT&T, mediante la absorción (no siempre muy limpia) de competencia de menor entidad se convirtió en el gran monopolio telefónico y telegráfico más grande del mundo; y el intento de Edison de controlar la incipiente producción cinematográfica, mediante una dudosa patente (ya que había sido presentado en la Exposición Universal de París unos años antes por los Lumière y Pathe como fabricante de película) ejerció una presión legal persecutoria (abusando de su influencia política) desde el Este de EE. UU., que hizo huir a los pioneros de esta industria hacia California, no hablemos de las eléctricas o de las farmacéuticas …

      8º «Téngase en cuenta que en realidad los bienes y servicio, al ser escasos, siempre tienen un propietario […] La diferencia principal radica en que mientras en la economía natural la propiedad está en manos de aquel que ha producido tales bienes y servicios […]
      ¿De verdad que se cree esta simpleza? (No voy a extenderme en este complicado tema por que daría para una tesis sobre la producción, el trabajo, el valor —de uso y de cambio—, el precio, etc.).

      9º Antes de la economía liberal que tiene su antecedente en el XVIII y se desarrolla en el XIX y XX (que califica gratuita y erróneamente como “natural”) y la socialista, existían otros modos … y otros modos aparecerán … o cree que se ha parado la Historia.

      LA ÚNICA CONDICIÓN QUE PROPONE LA TRADICIÓN ES QUE, SEA EL SISTEMA QUE SEA, TIENE QUE SER MORAL Y NINGUNO DE ESTOS, QUE DESACERTADAMENTE PROPONE COMO DICOTOMÍA, LO SON.

      Siempre se pueden proponer los existentes antes del s. XVIII que duraron mil años, que se dice pronto.

      OBSERVESE QUE LAS CITAS SON DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA, Y NINGUNA PROGRE

      Hombre, no deja de ser curioso y hasta es gracioso que se cite Vd. A símismo como fuente:
      Fuente: https://edicionescatolicas.org/economia-natural-y-libre-mercado/

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      1. Dejando la aparte las descalificaciones ad hominem, las burlas y las citas sacadas del manual de turno (vengan o no vengan a cuento), lo único que me queda de su farragoso texto es una vaga idea de que a usted no le gusta el libre mercado, pero ni siquiera me queda claro el porqué. Lo mismo es porque su estilo de escritura de funcionario universitario me aburre y por eso no penetro su profundo pensamiento en absoluto. Será.

        Pero, a ver si me aclaro en este puré de guisantes que me arroja a la cara: Si el libre mercado es según usted malo, debo deducir necesariamente que defiende un mercado regulado… Regulado por el Estado, claro… O sea lo que usted defiende a la postre es el socialismo puro y duro, ¿no?

        Pues dígalo usted directamente y no se vaya tanto por las ramas que al final ya ni se sabe lo que está defendiendo ni porqué. Y no se avergüence de sus propias ideas. Mire usted, la supuesta Iglesia del vaticano II está hasta arriba de filosocialistas, de forma que no tiene usted que sentir vergüenza ni sentirse raro por ello. Animo.

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        1. identicon

          Luís B. de PortoCavallo

          Vamos a ver si reconducimos esto a una conversación racional

          No es una cuestión de “gustos”. Si no le queda claro se lo voy a tratar de explicar, como dice el Magisterio (por cierto anterior al Vaticano II), el problema radica en que las teorías del “libre mercado” emponzoñan el sano concepto de mercado promoviendo unas relaciones injustas y faltas a la caridad sustrayendose a todo tipo de autoridad, es decir, un orden económico inmoral.

          Por otro lado Vd. no puede hacer afirmaciones aprioristicas tan taxativas como las que hace para justificar sus propias posiciones y pretender decir con una autoridad de la que carece que
          “UN CATÓLICO COHERENTE NO SOLO PUEDE DEFENDER EL LIBRE MERCADO SINO QUE ESTÁ OBLIGADO A DEFENDERLO POR LEY NATURAL”
          Es decir, que ¿el que no esté de acuerdo con Vd. y no defienda sus posiciones no es un católico coherente?
          Pues mire Vd. el Magisterio (le recuerdo que anterior al C.V. II) le dice que quien tiene la autoridad es la Iglesia y por desgracia no coincide con sus proposiciones.

          Sus juicios de valor maniqueos de bueno o malo y su reduccionismo a “una cosa, u otra” (o se es liberal o si no, sé es socialista) no son ajustados a la verdad ya que ambos son errores que denunciamos. Algo estaremos haciendo bien los tradicionalistas cuando nos acusan de integristas ultramontanos por un lado y de socialistas por otro. NI UNA COSA, NI LA OTRA, Vd. no puede decirle a nadie lo que es o deja de ser, ni determinar lo que otro piensa calificándolo de forma simplista (a menos que sólo sea una manera de descalificación que pretenda usar como falso argumento), es por lo que no le he calificado de liberal recalcitrante.

          Por último le diré que no me importa que no le guste mi estilo (y eso lo entiendo) de escribir y menos aún que le aburra, mi pretensión no era parecerle gracioso, sino hacerle pensar en sus contradicciones.
          Pero, al parecer, (por lo que Vd. mismo indica despreciativamente respecto de la Universidad), no está muy acostumbrado al debate académico, donde se rebaten ideas. Para muestra aquí se le permite hacer comentarios, lo que Vd. no hace en su web (dónde parece que sólo pública Vd.) “ediciones católicas” y sólo sube los comentarios que le interesan. Lo dicho, no está acostumbrado al debate.
          Tiene que ser lo que Vd. propone o eres … ¿como dice? ¿Pseudotradis filosocialistas?
          Vamos que el César Carlos, Felipe II y S. Ignacio fueron peligrosos socialistas.

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  4. Antonio Jesús Sanabria Santiago

    El mercado, antropológicamente hablando, es anterior incluso a la propiedad privada y se da entre tribus. Luego se va alternando el mercado de bienes comunales con bienes particulares, sin mayor problema (v.g.: el emporio -no imperio- de Tartesos). Pero siempre se parte del ofrecimiento de algo útil y necesario, a cambio de algo también útil y necesario.
    Lo que no es mercado real, sino una estafa general, legalizada por los gobiernos liberales al servicio de los estafadores que dirigen a la sombra, es el mercado de valores.
    Mientras que resulta de derecho natural la libre circulación de personas y cosas, no se puede admitir la libre circulación de capitales. Si alguien pretende invertir, debe de hacerlo con nombre y apellidos, no bajo una nomenclatura social, que limita la responsabilidad de los socios, de manera que, mientras ganan, se lo llevan; pero cuando pierden o tienen que responder, no pagan y tienen que sufrir otros el pago y el perjuicio (por ejemplo: las compañías inglesas han estado llevándose el cobre de Rio Tinto durante dos siglos, hasta agotarlo, tras lo cual cierran, dejan toda la basura contaminante, se rompe la presa y sufrimos los perjuicios de los daños causados, y de la reparación necesaria para evitar daños mayores)
    El testamento de Alfonso Carlos nos da la clave: el objetivo principal es la declaración de nulidad (no anulación, sino darlas por nunca válidas) de todas esas leyes liberales de sociedades sin responsabilidad de los socios y el juego de la bolsa. La bolsa supera en criminalidad antihumana a todas las organizaciones terroristas y mafiosas, que finalmente sirven, de varios modos, a quienes se benefician de semejante cuento, donde no se ofrece nada útil ni necesario para llevarse el máximo beneficio, sino que por el contrario promociona la devastación de la tierra.
    Una empresa maderera se hunde en bolsa si utiliza madera fresca para su negocio, porque la madera quemada en incomparablemente más barata, Así que ¡ a arrasar, destrozar y pegarle fuego a todo!
    La cosa es mucho más extensa, pero por hoy lo dejo así.
    Solamente añado mi sospecha fundada, de que ese entramado capitalista fomenta el terrorismo de cualquier signo y la violencia cotidiana; posiblemente fomenten las primeras “manadas” agresoras, como todos sospechábamos ya cuando el caso de las niñas de Alcáser. Con fenomentos tan escabrosos y llamativos, pasa desapercibido que cada hora mueren de hambre cerca de diez mil personas, y necesitan que pase desapercibido.
    Paz y bien

    Responder
    1. La responsabilidad economica de todo tipo de empresa está regulado por ley. El problema es la sobre intervención del Estado, y allí donde el Estado aparece le acompaña necesariamente la corrupción. Pero precisamente la intervención del Estado es lo que convierte el mercado en regulado.

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  5. Episcopus 96

    Queridos amigos,

    Creo, en primer lugar, que todas las aportaciones (tan diferentes entre sí), aquí realizadas, nos muestran lo compleja que es esta cuestión y que, a pesar de todo lo que ha dicho el autor del texto, el llamado “libre mercado” y la defensa de la Tradición no son tan “compatibles”.

    Es cierto que la base de lo que creemos los tradicionalistas reside en el respeto a la cultura judeocristiana y, por encima de todo, a la Ley Natural, con lo que ello atañe a la familia, a la propiedad privada, a la autoridad y a la sociedad. Como aquí se dice, el estatismo liberal o pos-liberal y sus prácticas de ingeniería social son extremadamente dañinos con respecto a nuestros principios, sobre todo en lo referente al respeto a la propiedad privada (cada vez está más amenazada) y a la libre iniciativa económica.

    Ahora bien, ¿qué es el ” libre mercado”? ¿Es esta abstracción y creación teórica garante del respeto al principio de subsidiariedad como aquí se dice? ¿No es verdad, como ha dicho uno de los compañeros, que este concepto acaba con los grupos intermedios (familias, corporaciones de oficio, comunidades parroquiales) o los diluye? ¿No nos damos cuenta que esa “libre iniciativa” y ese “intercambio espontáneo” son promotores del individualismo y de la atomización? ¿Acaso, eran los gremios defensores del “libre mercado” o, por el contrario, defendían legítimamente su cuota de mercado restringiendo esa “sana competencia”? Y, por último, pese a no ser su causa primera, ¿no facilita esta práctica la usura y el fraude?

    Como veréis, queridos compadres, yo no soy muy entusiasta de esto que se llama “libre mercado”, porque considero que, en esencia, es una intromisión de las teorías racionalistas liberales en el tradicionalismo, además de un potente disolvente de las asociaciones naturales.

    Aún así y, a pesar de las posibles discrepancias, es un placer debatir con vosotros y, a través de este comentario, participar en el foro.

    Un cordial saludo.

    Responder
    1. Javier Garisoain

      Me sumo al agradecimiento a todos aquellos que debaten con respeto y argumentos. Gracias.

      Responder

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