«Pepe» Mujica avala a la dictadura venezolana
Artículo de Hana Fischer
Publicado en Panam Post
La noticia de que el expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica dijo que en «Venezuela hay una dictadura” dio la vuelta al mundo. Algunos lo alabaron por ello y otros lo repudiaron.
Sin embargo –fiel a su tortuoso estilo de actuar – enseguida matizó sus dichos. El método que utilizó para hacerlo revela mucho acerca de su auténtico carácter.
Empezó reconociendo que lo de Venezuela es «dictadura». Agregó, que «en la situación que está no hay otra cosa que dictadura». Pero de inmediato –para restarle gravedad a lo que estaba exponiendo – añadió: «pero dictadura hay en Arabia Saudita con un rey absoluto, hay en Malasia donde matan 25 tipos por día y en la República Popular China, ¿qué me dicen?».
Esas frases de Mujica son cínicas en un doble sentido. Primero, por aquello de que «mal de muchos consuelo de tontos». Incluso si tomáramos como válida esa perspectiva, hay que considerar que la dictadura venezolana no es una cualquiera, sino que junto con la de Adolf Hitler y Pol Pot, pertenece al infame grupo de los autócratas que matan de hambre y enfermedades a su pueblo. El totalitarismo chavista es de los más crueles que la humanidad ha presenciado.
Segundo, porque aunque ahora se quiera hacer el «canchero» pronunciando la palabra «dictadura», hasta hace poco se negaba a decirla. En efecto, en una entrevista concedida a Gerardo Lissardy para BBC News Mundo en febrero de este año, el periodista le preguntó: «usted habla de ‘régimen de Maduro’. ¿Entonces está claro para usted en este momento que es una dictadura?». A esto, Mujica respondió: «no voy a entrar en eso, porque si quiero negociar no puedo insultar […] Para encontrar una salida hay que tener la delicadeza necesaria».
O sea que para Mujica denominar «dictador» a quien ha impuesto un régimen de terror –el informede la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, es contundente al respecto– es «insultarlo» y carecer de «delicadeza». Esa forma de razonar nos dice bastante acerca del carácter moral del expresidente uruguayo.
Y por otra parte, ¿qué ha variado desde febrero para que el Pepe dé esta voltereta dialéctica en el aire?
Lo que ha cambiado es que dentro de tres meses hay elecciones nacionales en Uruguay. Y el oficialista Frente Amplio la tiene difícil. Todas las encuestas dan que es muy probable que pierda el poder. La actitud de las autoridades hacia lo que sucede en Venezuela, es uno de los temas que le están alejando la mayor cantidad de adherentes. Y como es sabido, sin los votos del centro del espectro político, es imposible ganar elecciones.
Sin embargo, sus dichos han servido para que Mujica revele su verdadero rostro: avala a las dictaduras en general y a la de Venezuela en particular. A esta última la justifica con argumentos basados en la ignorancia y/o mala fe.
Luego de las repercusiones que tuvieron sus palabras, Mujica dijo que fueron «sacadas de contexto» (como si eso fuera posible). Comenzó alegando que «toda sociedad en peligro resume el poder» para comparar al usurpador Nicolás Maduro con lo que sucedía en la Antigua Roma. Expresó que «en Roma, en el Imperio Romano, cuando estaban en peligro, nombraban a uno, le daban todo el poder y le llamaban dictador». Con esas afirmaciones, el Pepe apela a la ignorancia, tanto propia como ajena.
Para empezar, el concepto de «dictador» en la Antigua Roma era diametralmente opuesto a lo que actualmente se entiende por ese término. Además, el cargo de «dictador» no fue creado durante el imperio sino que rigió en la etapa de la República. Era un cargo político integrado dentro de la estructura democrática de los romanos.
El cargo de «dictador» era una magistratura extraordinaria que solo se llenaba cuando surgía una crisis, ya fuese económica o militar. Era nombrado por los cónsules de ese año, que debían ser autorizados por el senado. El dictador tenía un poder absoluto pero también una responsabilidad precisa: solucionar la crisis. El tiempo de su mandato estaba acotado a un máximo de seis meses. Si la emergencia se solucionaba antes, ahí finalizaba su gobierno. Además, no tenía autoridad sobre los militares dado que se le prohibía comandar divisiones de caballería en la campaña. Esto último era una medida precautoria para evitar la tentación de perpetuarse en el poder.
Por tanto, vemos que la comparación de Mujica no se sostiene porque el «dictador» romano era diametralmente opuesto a Maduro. Entonces, ¿ignorancia o mala fe? Lo que es seguro, es que su intención fue otorgrle una pátina de prestigio a la brutalidad chavista.
Siguiendo con los argumentos falaces, el Pepe afirma que no conoce «en la historia humana ninguna sociedad en peligro, ningún régimen en peligro, que no concentre el poder a muerte, que meta soldados por todas partes, y que conculque libertades». En consecuencia, asegura que Maduro está actuando con la «lógica» de las circunstancias porque está siendo atacado por Estados Unidos que ha puesto a Venezuela «al borde de la guerra».
Se explayó aseverando que «a Venezuela, desgraciadamente, le han aplicado un conjunto de medidas que no le aplicaron» a ningún otro dictador latinoamericano. «Le cortaron hasta los remedios, le congelaron la plata en los bancos extranjeros, y le aclararon que todas las opciones estaban arriba de la mesa». Afirmó que fue a raíz de ello que «el Gobierno venezolano se llenó de milicos». «En esas condiciones uso la palaba dictadura. Cuando se está en guerra o al borde de, no se hacen asambleas democráticas, es distinto. Las condiciones en que está Venezuela explican la actitud del régimen», sostuvo Mujica.
Mediante esas declaraciones, el «Pepe» busca desinformar descaradamente. Sus palabras –luego del informe de Bachelet– no pueden ser atribuidas a la ignorancia sino únicamente al cinismo.
Primero, porque como expresidente e íntimo amigo de Hugo Chávez y Fidel Castro, debería estar al tanto de lo que sucedía en ese país caribeño.
Pero, suponiendo que no fuera así, el documento emitido por la ONU señala expresamente que Maduro y los suyos han atribuido la culpa de la calamitosa situación imperante en Venezuela a las sanciones impuestas por otros países. Sin embargo, Bachelet advierte que la mayoría «son de naturaleza selectiva y consisten en prohibiciones de viaje y congelación de activos dirigidas a unas 150 personas, incluyendo a altos funcionarios de Gobierno, o embargos de armas». Además, las cifras oficiales prueban que la economía venezolana ya estaba en crisis mucho antes de que se impusieran dichas sanciones.
Dicho informe también denuncia que desde la época de Chávez (1999-2013), se viene militarizando a todas las instituciones del Estado. Pero el presidente norteamericano Donald Trump expresó que «todas las opciones estaban arriba de la mesa», recién en agosto de 2017.
Entonces, es claro que el Pepe practica el principio goebbeliano de «miente, miente, miente que algo quedará. Cuánta más grande sea una mentira, más gente la creerá».
Ergo, queda en evidencia que Mujica está justificando el accionar de Maduro. O sea, los malos tratos, las detenciones arbitrarias, las ejecuciones extrajudiciales, las torturas y asesinatos de opositores –principalmente de los sectores más humildes– utilizando escuadrones de la muerte. Asimismo, que utilice el hambre como herramienta de control social.
Este el verdadero Mujica. El real.