Jaimito 0- Tradicionalistas 1
Servidor no sabe si jugaba de local o de visitante, pero esto no altera el resultado.
Nos estamos acostumbrando en pensar que todo tiene que pasar por un terreno político y qué en ese terreno ya llevamos muchas derrotas y alguna mínima victoria.
Ciertamente, si un tradicionalista escucha lo que existe hoy en día en el Congreso de los Diputados, se dará cuenta de que nada tiene que ver con nosotros.
Es el circo de la partitocracia.
Por desgracia, ya desde el año 78 han decidido sus leyes dar la espalda a Dios y gobernar atacando todo aquello que nosotros defendemos.
Ya vienen desde hace algún tiempo atacando el pilar fundamental de la familia y quieren controlar especialmente lo que piensan o hacen nuestros hijos.
Nosotros tenemos que ser un bastión, un baluarte en el cual resida nuestro espíritu sin mover un ápice nuestras propuestas.
Ayer servidor se encontraba haciendo algo muy típico, tomando algo con amigos y con su hijo, en un bar normal de estos de toda la vida.
En un determinado momento entran dos personas al local y se sientan en una mesa de taburete alto.
La susodicha antes era Jaimito, después fue Nicki y ahora tiene otro nombre, desconozco cuál y casi que mejor.
Aunque Jaimito, se sienta mujer y se haya operado como una mujer, Jaimito es un hombre, la biología no miente.
El caso que Jaimito, que iba con un vestido bastante corto, comenzó gritando a los de la mesa de al lado que eran conocidos suyos.
La conversación esperpéntica trataba sobre su nueva operación de pechos y prácticamente enseñándolos.
Mentiría si no digo que en ese momento me hubiera levantado y le hubiera dado dos leches, pero no estaba solo y además pensé que así perdería yo frente al resto de gente, dónde sería denominado como un cavernícola. Poco me importa, pero se trataba de sumar y no de restar.
Deje pasar unos minutos y Jaimito seguía con su espectáculo, es lo que estaba haciendo allí un espectáculo y sentirse la reina de todo aquello.
Muy educadamente me levanté, me dirigí a los camareros y les pedí que por favor le llamasen la atención, ya que en ese local había niños y no me parecía el lugar de hacer obscenidades sexuales o hablar de ellas en ese tono delante de todos.
Los camareros lo entendieron, me salí fuera y me encendí un cigarro. En el momento que entró, los camareros se encuentran recriminando su actitud a Jaimito.
Jaimito, en vez de cortar su espectáculo, seguía y esta vez soltando improperios contra nuestra mesa y diciendo que en ese bar le querían mucho… Lo tengo que consultar con las dueñas, amigas mías.
Como vio que el circo no seguía y que hasta los de su propia mesa se iban pidiendo disculpas, Jaimito, también se fue diciendo que vivíamos en el medievo.
Suerte tiene Jaimito de no vivir en el medievo, pero la realidad es que los modales, la buena educación y el saber estar parecen cosas del pasado y nada más lejos de la realidad.
Cuándo Jaimito se marchó todos aplaudimos.