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2 de julio de 2023 0

Está complicado: los males están en la Constitución, no en su desarrollo más o menos tramposo.

(Por José Fermín Garralda) –

1. Empecemos por la maquinaria “partitocrática”.

Acertaron los mayores al decir que la partitocracia utilizaría la democracia a su propio beneficio y de un modo indecente, como si fuese su dueña y señora. A la vez, los malos “demócratas” han desplazado aparentemente la democracia hacia el extremo racionalista -a todo punto cuadriculado, matemático, y sin rostro-, para ocultar un comportamiento más real. ¿Cuál?: el que las emociones y ambiciones personales impulsen a los partidos políticos a su paulatina  degeneración. Lo entendemos fácil con el dicho: dime de qué presumes y te diré qué careces. En su día, lpartidos “posaron” como si fuesen el modelo político perfecto y la única forma de representación, y crearon la imagen de que era así porque, en breve espacio de tiempo, iban a “dar a luz” a su contrario, que ya ha llegado del todo desenfadado.

La esencia de un partido político liberal o socialista es llegar al poder -“ganarlo”-, y, cuando eso se hace a costa de las buenas posiciones que se decía defender, aparece la devaluación del sistema, que va dejando de ser representativo, si es que alguna vez lo fue.

La devaluación se convierte en perversión cuando se llega al poder con alianzas postelectorales, mercadeando con mentiras, dádivas y mercedes, cesiones de principios, control de los medios e comunicación, males mayores y bienes posibles, “ahora o nunca” y con el afán de ganar a toda costa. Hoy la política es un puzle de los nuevos señores feudales y, además, pésimos caballeretes.

Es muy difícil presentar con éxito otro proyecto desde cero para competir con los partidos existentes. Cuando el votante se queja de la insuficiente “oferta” política que hay en las elecciones, los políticos le retan a crear algo nuevo. Claro es que esta iniciativa no puede competir con quienes llevan casi 50 años en el juego partitocrático, predicando extrañamente la igualdad de oportunidades. Es como si una empresa familiar quiere competir en igualdad de condiciones con una multinacional; enseguida nos dirán que son incomparables porque ambas son “otra cosa”, una realidad muy diferente. Como en tales condiciones la competencia es imposible, VOX se mantiene “minoritario”, mientras que muchos votantes del PP están lejos de querer lo que el PP quiere, en perjuicio sin duda de la representación.  

2. La Constitución, que  debiera de ser el Norte político para los liberales y socialistas de 1978 en adelante, es la gran discutida en la práctica. Esto es muy marxista o “cuco”, pues la vulneración práctica luego se transformará en una nueva Constitución.

Unos (PSOE-PP) hacen decir a la Constitución -la mentirosa y la del incumplimiento-, lo que ellos quieren que diga. El papel todo lo aguanta. Desde 1978 los políticos del PSOE y PP han mentido y mienten como bellacos, y así nos han conducido a la devaluación de todo, al rotundo fracaso. Hoy día el PSOE se ha hecho comunista y el PP no le va a la zaga.

Otros (Vox) afirman que la Constitución no dice lo que afirman los sesudos y serios doctores del tribunal constitucional y los dos partidos mayoritarios. Pues estamos aviados. ¡Qué texto constitucional es éste…! ¿A quién haremos caso? Si cada partido, y la Constitución misma en lo que debe tener de fijo, se hubiera sometido explícitamente a la doctrinal social de la Iglesia, otro gallo cantaría, pues no habría problemas de discutir ni de forzar las interpretaciones. ¿Tan complicado es declararlo? Pues no, es que no lo quisieron Suárez ni Tarancón.

3. ¿A qué situación hemos llegado? El PSOE es un partido amoral, indecente y corrupto más que ninguno. Su refrán parece ser: a vivir que son dos días. Aún me acuerdo del brindis al sol de cardenal Tarancón -fumador empedernido y listillo donde los hubiere-, cuando decía que con el PSOE la Iglesia viviría mejor. Otra cosa es cuando fue obispo de Solsona. ¿Sabía él lo que iba a ocurrir, que se iba a morir pronto, que iba a dejarnos “el pastel” a nosotros, y que se iba a librar del rendimiento de cuentas ante los fieles católicos y los españoles cuya frivolidad o politiquilla no le perdonamos?

El PP, además de haber estado sujeto a altos grados de corrupción -pensemos en la moción de censura al inane  Rajoy-, paraliza los males, los consolida, anima a la hidra a reproducirse, y adelanta otros males gravísimos tan ocultos como la congelación de embriones humanos. El PP se ha ido convirtiendo en un partido de una sistemática amoralidad. Tiene declaraciones muy pecaminosas. Con el PP seguirá la actual miseria en los ámbitos morales y humanos de la vida.

4. ¿Cuál es el verdadero remedio? Sí, estamos ante un gran problema, heredado desde hace muchas décadas. Las causas vienen de atrás. Dirán que así no hay solución. Pues eso es, no hay otra salida que poner en marcha la verdadera solución, que poco tiene que ver con la actual forma de hacer política, la partitocracia, el bipartidismo en falso, y la Constitución de 1978. ¿Laicismo?: no, religión, y no cualquiera sino la cristiana católica ¿Divorcio?: no, familia. ¿Aborto?: no, verdadero derecho a la vida. ¿Estado educador?:no, padres y cuerpos sociales. ¿Autonomías?: no, Fueros y verdadera autarquía social. ¿Rey que reina y no gobierna?: pues no, rey que reina porque en algo -y más- gobierna. ¿Unidad en una Constitución que nada define y nada puede?: no, unidad en la religión de nuestros padres, en el bien común social y en el idioma español… todo lo que se pueda.

La única alternativa (no me gusta la palabra) es el contenido del tradicionalismo español, que llamamos Carlismo, al que muchos añoran pero sin saberlo, aunque en la educación secundaria y el bachillerato intentaron arrancar la buena imagen que siempre tuvo. También lo añoran no pocos entusiastas de Vox… que lo son porque no hay otra cosa, a pesar de ser centralista, y porque en esta legislatura varios de sus miembros han sabido nadar muy bien contracorriente en ciertos temas candentes y espinosos.

5. ¿A quién votar? Miren: una cosa son las elecciones municipales, otras las autonómicas y otra muy distinta las generales, porque el Parlamento reunido en Madrid es la máxima instancia política. Puede hasta cambiar la Constitución. Tal como están las cosas, no queremos que mande el PSOE. Pero tampoco queremos que mande el actual PP, con o sin el apoyo de Vox. Aquí está mi discrepancia con algunos amigos: en el apoyo que VOX dará al PP para echar a Sánchez. Haciendo una finta, podría decirse que esto es responsabilidad de VOX y no del votante de VOX. De todas maneras, la política debe ser clara y sin fintas, sin ambigüedades calculadas y sin líos.

Ni el PSOE ni PP deben ocupar el poder, con o sin ayuda de otros. Son, en esencia, tal para cual en estas elecciones generales, que no son municipales ni incluso autonómicas. Aquí, desde luego, hacemos abstracción del pésimo sistema político y de votación que tenemos. El PP es incorregible y de allí ha salido VOX.

No queremos que se mantengan tantísimos males como mantiene el PP, ni que el PP sea “la nada” que fue Jajoy ante la obra deleznable de ZP, ni la Agenda 2030, ni dejar de trabajar para una buena política y buenos políticos. Así de difícil nos lo ha puesto el partido del PP, paradójicamente votado hasta ahora por muchos católicos, y hasta clero. Hemos tenido tiempo para aprender qué fue con  Aznar, luego con Jajoy, y la ocasión gallega del tal Núñez Feijóo. Un detallico más: ¿modificará el sr. Feijoo, siendo presidente, la supuesta “obligación” de los manuales escolares en divulgar la mal llamada memoria democrática?; ¿dejará que los niños españoles sean manipulados por no pocos manuales de textos escolares vendidos ya para el año 2023-24? Para conocer el verdadero calado de los males de no pocos manuales, les animo a leer los libros de 4º de ESO, de las editoriales SM, Edelvives, Vicens Vives etc… que hasta ahora no presentaban decisivos inconvenientes.

Algunos bienintencionados que ven la hondura el problema y desean salir de él, dicen que hay varios PP. Desearían que el PP se rompiese en dos para reforzar a Vox, y que éste ocupe el lugar que hoy tiene aquel. Otros dicen que hay dos PSOE, el de González y el de ZP y Sánchez. En ambos casos, y aunque haya diferentes maneras, todos son uno, a pesar que “los mayores” de cada partido se echen las manos a la cabeza por las consecuencias que traen sus cachorros ya crecidos.

Sabemos que Vox no va a ganar la mayoría absoluta, ni va a tener más votos que Núñez Feijóo. Sabemos también que éste último le ha repudiado políticamente. Por eso, si Núñez Feijóo quiere ser investido como presidente, que trabaje su mayoría absoluta y la alcance con sus esfuerzos. ¿Situación complicada, eh? O bien que el PP prometa algunos grandes cambios para que los de VOX y otros puedan votar su investidura como mal menor. ¿Por qué? Porque la perversión política del PP hasta hoy, ha hundido definitivamente la política de “derechas” que, en principio, permitiría una “derecha sociológica” floja que “dejaría hacer” todo a quienes dice confiar. Si teniendo todo el poder, como lo da el totalitarismo democrático actual, el actual PP piensa “no hacer nada” -volver a la “nada”-, si no piensa convertirse moralmente en parte, pues qué decirle a Vd.:  nos sobran alforjas para este viaje.

Sin esta “conversión” parcial, el PP llevará una vez más, a sus incautos votantes, “al huerto”. Más aún, si ganase el PP de Feijoo, se va a pensar que “los buenos han triunfado”, tragándose definitivamente todas las leyes que siguen clamando venganza al cielo. Y -repetimos- no hay mayor mal que todos los votantes crean que este “huerto” es bueno porque no hay otro.

Nos basta que haya algunas voces discordantes y enérgicas en el Parlamento, como  en varias ocasiones han sido las de VOX. Aunque no sean las nuestras, han sido necesarias por “cantar las cuarenta” y denunciar debida y brillantemente ciertas leyes, situaciones y políticas. Aunque mande el PSOE, tales voces continuarán existiendo, como ahora. ¿Las habrá si manda el PP con apoyo de Vox? No lo sabemos, porque los partidos “constitucionalistas” son una máquina para alcanzar el poder y a veces dejan principios y jirones por el camino, como ha sido la tónica del PP durante su trayectoria. Más que el gobierno del PP, queremos que alguien con entidad haga una oposición recia. Un buen grupo de políticos valientes y sin complejos son los necesarios para fortalecer a una sociedad que debe reconstituirse. Ojalá no sólo se diga parte, sino que ojalá se diga todo, a lo Joaquín Beúnza durante la República.

Por último, ¿qué político afirma que Dios está por encima del Estado, que la conciencia bien formada está por encima de la ley positiva civil? Cuando el Estado de una orden gravemente injusta, ¿habrá alguien que no la acate, que la incumpla? ¿Qué sabremos sacrificar? Lo decimos porque empieza a ser la hora de la verdad, y aquí todavía no se ve una sana reacción, aunque hay muchos comprometidos: padres de familia, asociaciones católicas, sindicatos independientes, profesionales sanitarios, psicólogos, maestros y profesores de todos los grados académicos, investigadores, colegios privados,  predicadores católicos, periodistas, policías, jueces y magistrados, dueños de restaurantes y salas de celebración, equipos deportivos, presentadores, manifestantes, propagandistas… y tantos otros: ¿tenemos claro cuáles son nuestras líneas rojas en la persecución incruenta?¿Se hablará de esto en la campaña electoral?

Está claro que la Constitución es el problema, porque se plantó en la vertiente equivocada de la montaña. Pues eso, que no queremos ni PSOE, ni PP, con o sin apoyo de otros. Todos tenemos que oponernos abiertamente a la Agenda 2030, pero no sólo pensando en los males a evitar sino en la tradición española que debemos reconstruir.

Gane el PSOE o el PP, se nos va a exigir nadar algo contracorriente y poner a Dios por encima de los hombres, fortaleciendo así la objeción de conciencia. Esto ya sabemos hacerlo porque depende de nosotros, y lo haremos más fácilmente si lo impone el PSOE que si lo impone el PP.

 

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