Esperpento
Según el gran etimólogo Joan Corominas, la palabra esperpento significaba “persona o cosa fea”. Pero rastrear las raíces etimológicas del término francamente es difícil ya que puede derivar de distintas procedencias. Empero casi todas nos van bien para ilustrar lo que queremos exponer en este artículo. Algunas apuntan al perpéndere latino que significaría colgajo, espantajo o muñeco deforme; o bien al perperam: cosa torcida o falsa; de donde derivaría el verbo italiano esperperareo arruinar una cosa, perderla o desbaratarla. Vengan por donde vengan los tiros etimológicos, todos nos vienen como anillo al dedo para explicar la situación actual del asociacionismo antinacionalista en Cataluña.
Lo peor de todo es la terrible sensación de que Cataluña nunca volverá a ser lo que fue
Y es que toda Cataluña -de un bando u otro- ha sido transformada en un esperpento. La clase política no deja de ser una especie de muñeco deforme donde Puigdemont es el primer analogado. También recorre la espalda un escalofrío que nos hace sospechar que todo está torcido y rezuma falsedad. Y, lo peor de todo, es la terrible sensación de que Cataluña nunca volverá a ser lo que fue. La mayoría de seres humanos hemos nacido para vivir la vida entre pausados cambios que poder asimilar, juzgar, entender y -en su caso- aceptar o combatir. Pero ahora todo va rápido; excesivamente rápido para siquiera ser analizado con la prudencia debida. Y la sensación de que alguien ha movido el suelo bajo nuestros pies, es inevitable, pues el vértigo acecha ante tanto esperpento diario.
La revolucionaria Anna Gabriel decide largarse a una de las ciudades más caras del mundo a costa de la Caja de resistencia de la CUP y su nuevo look nos recuerda a un cartel electoral de Ciudadanos. Por su lado, ERC regala un diputado al grupo mixto y así el PP de Cataluña podrá acceder a las mesas y comisiones del Parlamento ¡Milagro o misterio! Lo que Ciudadanos no le concedió, ERC se lo regala. A cambio, el PP y sus marcas blancas no dejan de repetir que el 155 no tocará el sistema de inmersión lingüística y mucho menos intervendrá en los contenidos del sistema educativo dependiente de la Generalitat. ¿Qué recibirá el PP a cambio de preservar la fortaleza educativa del separatismo?
El secesionismo prepara su propia puesta en escena de una investidura esperpéntica. A cambio de una dramaturgia en Bruselas, de la que Puigdemont saldrá investido simbólicamente como presidente de la Generalitat, el candidato formal y oficial será Jordi Sánchez. ERC ha aceptado esta propuesta porque intuye que el de la ANC no podrá ser un presidente efectivo desde la cárcel ni siquiera desde fuera. No es un hombre preparado para la gestión, sino para la confrontación contra el Estado. No sabe hacer otra cosa y ello pondría en peligro la estabilidad institucional que los poderes fácticos desean.
El presidente del Parlament, Roger Torrent, sufre el desplante de la judicatura catalana ante uno de sus impertinentes discursos; Torrent desplanta al Jefe del Estado en la inauguración del Mobile World Centre
ERC ha aceptado el cambio de cromos porque Junts per Catalunya le ofrece a cambio de la presidencia, el control del portaviones mediático: TV3 y Catalunya Ràdio. Ahí es nada. Poco podrá Jordi Sánchez, encausado, en prisión con medidas cautelares, con la espada de Damocles de la inhabilitación sobre la cabeza, y la TV3 en manos de ERC segándole la yerba bajo los pies. Ya dijimos que la venganza de Junqueras contra Puigdemont será lenta pero efectiva. Y aunque parezca mentira, tanto al PP como a ERC les interesa aunar esfuerzos para rematar al de Waterloo, cuya lenta agonía se hace ya más que pesada.
Lo relatado hasta ahora es el esperpento estructural. Luego, nos llueve cada día las extravagancias coyunturales que nos nublan el entendimiento y no nos permiten tener una perspectiva clara para diseñar una estrategia frente al nacionalismo. El presidente del Parlament, Roger Torrent, sufre el desplante de la judicatura catalana ante uno de sus impertinentes discursos; Torrent desplanta al Jefe del Estado en la inauguración del Mobile World Centre. La única autoridad catalana que recibe a la jefatura del estado, es la que representa a los Mossos d´Escuadra, los ahora hasta sospechosos de sedición. Los Mossos ahora cargan contra los separatistas y TV3 no manda las imágenes al resto del mundo. Y la resistencia contra el nacionalismo se ha transformado en una sopa de letras con las que no hay forma de aclararse quién es quién. El colorido de la resistencia suple las propuestas para una alternativa política a las quiméricas intenciones separatistas y a las encajonadas propuestas del gobierno central. Lo dicho, todo es esperpéntico.
Cataluña ya no es una comunidad autónoma, ni mucho menos un principado. En estos momentos Cataluña es una esperpéntica performance colectiva.
Se podría decir que Puigdemont ha conseguido lo que quería, convertir Cataluña a su imagen y semejanza: una mamarrachada que no hay por dónde cogerla, una vorágine sin lógica ni sentido, una desestructuración anómica donde la “política” es una palabra sin sentido. Cataluña ya no es una comunidad autónoma, ni mucho menos un principado. En estos momentos Cataluña es una esperpéntica performance colectiva. Todo este desborde de acontecimientos, someramente descritos, pasarán. Y tras ellos, muchos ilusionados con revertir la situación a la que nos había arrastrado el nacionalismo, volverán a sus casas hastiados. Se está jugando con sus ilusiones pues estamos perdiendo la capacidad de estructuración y establecer objetivos en este movimiento de resistencia. Los partidos están ganando la partida. El asociacionismo libre, preparado, fuerte, con doctrina y propuestas reales, ni le interesan a ERC ni al PP, ni a cualesquiera de los otros partidos con representación parlamentaria.
Sin verdadera sociedad civil, los partidos constitucionalistas nada tiene que hacer frente al separatismo
Al asociacionismo se le puede matar de muchas formas: reblandeciéndolo, agitándolo sin orden ni concierto, comprándolo, enfrentándolo, engañándolo, desprestigiándolo, manipulándolo, estigmatizando a los díscolos y todas las maniobras que se les pueda ocurrir. Los que hemos sido protagonistas estos últimos cuatro años de cómo emergía un verdadero asociacionismo, con sus dificultades, imperfecciones y méritos, tristemente estamos siendo testigos de que todo puede quedar fagocitado por una esperpéntica estrategia de supervivencia de los partidos políticos. Pero que no se engañen.
Sin verdadera sociedad civil, los partidos constitucionalistas nada tiene que hacer frente al separatismo. Y este sería el último de los esperpentos del momento actual: que el constitucionalismo partitocrático matara al asociacionismo real, concediendo así la victoria al separatismo. Aún estamos a tiempo. Podemos evitarlo, pero que cada uno haga examen de conciencia.