¿Dónde estaba yo? (en la defensa de los niños) (3)
(Por José Fermín Garralda) –
Parte Iª- Una reflexión personalísima. Sí, ¿dónde estaba yo cuando otros se concentraban en la calle de Pamplona (Navarra) el domingo 5 de septiembre, con éste único lema: “Los niños no se tocan! Stop “vacuna” experimental. Ven a luchar por la Salud y los Derechos de nuestros Niños!”.
¿Pero dónde estaba yo? ¿Es que otros me tienen que “sacar las castañas del fuego”? Sólo estuvieron dos tradicionalistas. ¿No quiero mezclarme con tales otros, “por si acaso” y aunque la unión haga la fuerza? No, esta vez no se han visto gestos políticos entre el público, como en la primera hubo ocasionalmente.
¿Estoy cayendo en la dejadez de los conservaduros que sólo son capaces de salir a la calle una sola vez, y aunque continuamente les usurpen alguno de sus derechos fundamentales a sus hijos? ¿Es que la calle debe ser de unos y no de todos? Pues, mire Vd., he aquí un punto de examen y mejora que a los 40 años de democracia debe corregirse para estar a la altura de nuestro tiempo. ¡Así nos las han dado todas… en cadena y siempre a peor!
Antes nadie nos tachaba de nada y, ahora, empezamos a sufrir la “dictadura Covid”. ¿O también queremos huir de esto? Está visto que aquí siempre tiene que existir “un malo”; y, si no, lo crean, que es bien fácil. Por lo mismo que había gente malísima en el pasado, a la que tachar y marcar con fuego, ahora el malísimo es el no vacunado: ya se le considera enemigo de la salud pública, enemigo de la Caridad cristiana, y enemigo del Estado. Casi nada.
Quizás lo digan ciertos parientes muy bien avenidos con el qué dirán, con lo políticamente correcto, y con el no desentonar. Lo dice por vídeo el Papa Francisco. Lo dice el social-comunismo. ¿Queda alguna instancia pública verdaderamente libre? ¿No nos encontramos, con tanto parecer que se está de acuerdo, con tanto guardar un silencio estratégico para que nos dejen en paz, con tanto esconderse… cavando la terrible sujeción que se acerca en un futuro cercano? Un futuro que nada más pensar en él nos acorrala y ahoga. Sí, las cosas buenas y el prepararse para evitar males hay que hacerlo “a tiempo”. En ésta España nuestra se reacciona tarde y con estallidos: he aquí una segunda cosa a mejorar.
Y conste que nosotros usamos mascarilla, mantenemos las distancias, no somos gregarios, ni promiscuos… pero no exageramos ni tenemos el miedo que algunos ya tienen metido en el cuerpo, ni nos contradecimos después con el echar la cana al aire hartos de tanta represión, ni cantamos viva la Pepa el fin de semana en las poblaciones playeras o el Casco Antiguo de cada ciudad. Más cuidado que nosotros, pocos. Pero sin miedo, con libertad y sin seguidismos, sin estar a la Orden de aquel que no le importamos, ni nos quiere. ¿Al servicio de marioneta-Sánchez, de los forrados Soros, Gates y estas gentes?
Parte IIª- En la concentración del día 5 se dijo que el Mentizias de Navarra y la Sexta están al servicio del nuevo discurso. (No… ¿pues qué creían?) Se dijo que la “vacuna” no es tal sino que es una terapia génica, que no previene la enfermedad, que es mejor ganar un sistema inmune, que no es necesario un tratamiento para una enfermedad que yo no tengo. Sí, nos prometieron la vacuna para inmunizarnos, y ya se anuncian varias dosis al año a perpetuidad: ésta es la “nueva normalidad” de Sánchez y los políticos. Pues bien, aquí nadie asume las responsabilidades, ni los sanitarios ni las farmacéuticas: todos se callan los efectos adversos. No tenemos seguridad con los mayores y hay efectos irreversibles. ESPEREMOS, esperemos a vacunar a los niños.
¿Engaños?: no, por favor. No nos fiamos de la gente que engaña. ¿Cómo vamos a fiarnos de quienes desean reducir la población del mundo drásticamente? ¿Experimentos?: por favor, tampoco. Pero ya estamos sufriendo en el mayor experimento de la Historia médica, unido a una gran censura oficial y de ahí social. Lo que ocurre nada tiene que ver con la sanidad, sino con los derechos y libertades.
¿Y la mascarilla? No hay estudio alguno que muestre que previene del virus ni de las bacterias. En el resto de Europa ya no se llevan mientras que aquí se obliga a los alumnos que empiezan la escuela.
En realidad, las medidas del covid están sujetas a un borrador. Casi todos estamos haciendo el caldo gordo a la Administración pública. Casi todos se han hecho cómplices del Gobierno: la policía, los supermercados, el personal sanitario. Claro, al que no dice amén, y a los que denuncian la situación, les purgan. Ya hay científicos sancionados.
La gente del público que participó en la concentración de 5 de septiembre, dijo que hay tratamientos que podemos utilizar en nuestra casa, y que tenemos que saber gestionar nuestra salud con el ozono, el agua de mar, la lejía, el dióxido de cloro –este es enemigo nº 1 del coronavirus- y tantos otros. También se remarcó lo dicho anteriormente.
Así pues, tomemos conciencia de a dónde nos quieren llevar, de que el futuro cercano lo estamos preparando nosotros. Por eso, los que tenéis hijos ESPERAD a vacunarlos, y si vosotros lo habéis hecho, no lo volváis a hacer.
Parte IIIª- En un artículo, David Engels, historiador y analista en el Instituto Zachodni en Poznan, de la revista liberal-conservadora Tychis Einblick, dice así (extracto algunos párrafos):
“(…) el segundo elemento indispensable para la solidificación de las condiciones autoritarias emergentes (es), a saber, la complicidad de una parte importante de la población con el crimen y, por tanto, esa corresponsabilidad moral que hace casi imposible cualquier “vuelta atrás”.
“La dictadura no sólo se basa en la tiranía, sino en la complicidad y en la secreta y espeluznante alegría de que “sólo” sea el otro quien sea humillado y perseguido (…) Mientras que uno se cree seguro como alguien que es “como todo el mundo”, que no “da problemas” y confía en “los de arriba” que “sólo tienen buenas intenciones”.
Y termina diciendo: “el discurso público se ha polarizado tanto que una mayoría de ciudadanos, para salvar su propia cara, deben seguir afirmando la actual deshumanización de los presuntos “covidiotas”, hasta que, sobre este pedestal de exclusión selectiva de toda una parte de la población, se levante un régimen que, tarde o temprano, también victimizará a sus actuales cómplices…”
Tomado de “El Correo de España”, 13-VIII-2021, art. “El eterno chivo expiatorio: El escéptico del Covid.” Por Álvaro Peñas.
En conclusión: lo que no aguantan son las culturas nacionales, la familia y el Cristianismo. Cada cual vera por qué lucha. Nosotros, por todo ello.
Gracias por leer estas tres partes.