Cataluña vista desde fuera, un libro necesario para desenmascarar el delirio separatista
José Antonio de Yturriaga Barberán, nacido en Granada en 1936, fue Embajador en Irak, Irlanda y Rusia y Representante Permanente ante la ONU (Viena).
Asimismo llegó a desempeñarse como Jefe de la Asesoría Jurídica Internacional y Secretario General Técnico del Ministerio de Asuntos Exteriores. Es Profesor de Derecho Internacional y de Derecho Diplomático en la Universidad Complutense de Madrid y en la Escuela Diplomática. En esta entrevista nos habla de su libro Cataluña vista desde fuera, fundamental para comprender lo que está pasando en Cataluña y poner en solfa, con buenos argumentos y datos objetivos, todas las mentiras del separatismo catalán.
¿Qué le llevó escribir el libro “Cataluña vista desde fuera”?
Desde hace 45 años vengo veraneando con la familia en el Delta del Ebro y he seguido muy de cerca el desarrollo de los acontecimientos en Cataluña. He podido comprobar cómo aumentaba gradualmente la animosidad hacia España, especialmente a partir de 2017, a medida que se desarrollaba a el proceso en pro de la autodeterminación y la independencia. Entre familia y amigos formamos un grupo de unas 70 personas en la playa de los Eucaliptus y algunos lugareños han sustituido la cordialidad por la animosidad. Un día del verano de 2017 encontré mi coche en el aparcamiento de nuestro apartamento con una rueda pinchada y un palo cruzado en el parabrisas. Me molestaba ver grandes banderas esteladas a la entrada y salida de Sant Jaume d´Envejá y de Deltebre, así como carteles con el título “República de Cataluña”.
Esta es la causa remota que me ha llevado a escribir este libro, que he dedicado a los catalanes que quieren seguir siendo españoles, para mostrarles su solidaridad, y a los que han optado por la independencia, para que reflexionen sobre su actitud, ofreciéndoles hechos y datos objetivos que ignoran o quieren ignorar, situándose en una situación totalmente ajena a la realidad. No me ha costado trabajo escribirlo porque, durante los últimos años, he ido comentando los principales eventos que se sucedían en Cataluña en la columna que tuve en “Voz Pópuli” y en mi blog “las opinionesdejay”.
¿Es la visión de Cataluña desde fuera más fidedigna que la que se tiene desde el interior?
Sinceramente creo que sí, por eso de que “los árboles no dejan ver el bosque”. Yo he tenido la ventaja de contemplar el bosque de Cataluña desde una perspectiva lejana, pero no distante, pero, a la par, desde dentro, al haber sido testigo directo de la evolución de los acontecimientos. Los independentistas han creado un mundo virtual basado en la mentira, el mito, la mixtificación y la manipulación de la Historia, y la han convertido en una realidad oficial totalmente ajena a la realidad real, y gran parte del pueblo catalán -intoxicado por la propaganda “goebelsiana” de la Generalitat y de los medios de comunicación- se lo ha creído. Yo he aportado datos y testimonios contrastados para poner de manifiesto semejante falacia.
¿Se oculta entonces al pueblo la realidad histórica, política y económica del país?
En efecto. Los historiadores nacionalistas han manipulado la Historia a su antojo. Han hablado de los catalano-romanos –cuando el término “catalán” no apareció hasta el año 1114- y del reino de Cataluña –que nunca existió, pues sólo hubo un Condado que se integró en el reino de Aragón y posteriormente en el de “las Españas” con los Reyes Católicos. Han convertido una guerra de “sucesión” en otra de “secesión” y hecho de la guerra civil entre españoles partidarios de los Borbones y de los Austrias, el comienzo de la lucha por la independización de Cataluña.
En el plano político, han pasado del catalanismo al nacionalismo y de éste al independentismo, y en el económico, se han quejado de la discriminación sufrida por Cataluña a manos de Castilla, de España y de “Madrit”. Antes al contrario, Cataluña ha solido recibir un tratamiento favorable, como se pone de manifiesto con el establecimiento y desarrollo de su industria textil gracias al proteccionismo de los odiados Borbones, que fijaron durante siglos unos altísimos aranceles, que perjudicaban al resto de los españoles.
¿Contra España se vive mejor?
Todos los nacionalismos necesitan de un enemigo para reafirmarse y, si no lo tiene, se lo inventan. En el caso de Cataluña, la “bëte noire” o cabeza de turco ha sido España y el feroz antiespañolismo de sus autoridades les ha llevado a denigrar continuamente a España y a poner en tela de juicio el carácter democrático de su Gobierno. Por otra parte, la Generalitat ha impuesto lo que Rafa Latorre ha denominado la “paz del consenso”, que protege a la delicada biosfera del nacionalismo, que se vuelve hostil con los discrepantes no nacionalistas. De ahí la discriminación que aplica la Generalitat a los catalanes que quieren seguir siendo españoles.
¿Tiene fundamento el victimismo que alegan los nacionalistas catalanes?
En Cataluña un nacionalismo doliente y plañidero se ha adueñado de todo el espacio público y, en su discurso político, se queja de ser “un pueblo víctima”, que no ha conseguido sus objetivos por la presión violenta del Estado español. En este victimismo se basa para violar las leyes e incumplir las sentencias de los Tribunales. Cataluña ha vivido –según Gaziel- en un estado de mal humor y enfurruñamiento permanentes y –según Ortega y Gasset- en un quejido casi incesante.
El pretendido fundamento jurídico de esta actitud es el supuesto enfrentamiento entre “legalidad” y “legitimidad”, que cobró impulso cuando el Presidente de la Generalitat, José Montilla, rechazó la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el Estatuto de Cataluña y trató deslegitimar al Tribunal. En su chovinismo jurídico, los nacionalistas supeditan la “legalidad” –encarnada en la Constitución, el Estatuto y las leyes nacionales- a la “legitimidad” que el soberano pueblo catalán otorga al Parlament y a la Generalitat a través de las elecciones autonómicas. Para él no hay jerarquía normativa y una Orden de Torra prevalece sobre la Constitución. Las argumentaciones jurídicas de la Generalitat hacen sonrojar a un estudiante de Derecho.
¿Ha estado y sigue estando el pueblo catalán oprimido por el Estado español?
En absoluto. Cataluña goza de uno de les regímenes de autogobierno más desarrollado del mundo, superior incluso al de muchos Estados federados. ¿Cómo se explica que una región tan discriminada y oprimida por el Estado, que le ha estado robando durante siglos, sea la Comunidad Autónoma con la más elevada renta per cápita de España? Le cito un par de ejemplos anecdóticos que muestran la ausencia de discriminación hacia Cataluña, antes al contrario. Cuando fui con unos amigos extranjeros a visitar la Alhambra en mi ciudad natal, tuve que pasar obligatoriamente por la Caixa para conseguir los billetes de entrada y, al regreso de mis vacaciones en Playa de Amposta me encontré con una multa por haber excedido ligeramente el límite de velocidad, y cuando fui a mi banco a pagarla, me dijeron que sólo podía hacerlo en la Caixa. ¿Se imagina lo que dirían los nacionalistas catalanes si para visitar la Sagrada Familia o pagar una multa impuesta por la policía municipal en las Ramblas, tuvieran que pasar por Caja Madrid?
¿Cuales han sido las patas principales en las que se ha asentado el independentismo?
El gran artífice y planificador de la independencia de Cataluña ha sido Jordi Pujol, quien –desde que accedió al Gobierno en 1980- afirmó que seguiría un programa nacionalista basado en la “construcción nacional” para hacer “un país grande”. Según Francesc de Carreras, se trataba de una inteligente obra de ingeniería social para transformar la mentalidad de la sociedad catalana y convencerla de que formaba parte de una nación cultural con una identidad colectiva distinta a la de España, y que sólo podría sobrevivir como tal si se convertía en un Estado independiente. “Las patas” en las que se apoyó Pujol para ello fueron el dominio de los medios de comunicación –para poder realizar una intensiva labor de propaganda-, la afirmación del hecho diferencial que justificaba el establecimiento de un Estado propio y la catalanización de la sociedad a través de dos medios básicos: una política lingüística encaminada a establecer la supremacía del idioma catalán y –sobre todo- la inmersión escolar mediante la instrucción en una única lengua y el adoctrinamiento de los alumnos para reafirmar su identidad catalana a expensas, y en contraposición de, la española. Cataluña es el único lugar en el mundo donde los alumnos no pueden ser escolarizados en su lengua materna, que es la lengua oficial del Estado. Pujol desarrolló su plan a medio plazo, sin prisas pero sin pausas, y tuvo la habilidad de hacerlo a la par que se presentaba como indispensable colaborador de la gobernabilidad de España, hasta el punto de que fue elegido por el periódico “ABC” como “español del año”.
El separatismo se ha ido desarrollando desde hace años, ¿cuál ha sido el punto de inflexión para alcanzar la deriva actual?
No cabe hablar de una fecha determinada en la que se produjera el cambio decisivo, sino en una sucesión de actos. La sentencia de 2010 causó en el pueblo catalán un gran resquemor alentado desde el Govern, pero no tuvo las consecuencias que el nacionalismo le atribuye, porque –después de ser dictada- Artur Mas gobernó durante dos años con el apoyo del PP. Un momento clave fue cuando el propio Mas –que veía que la política de recortes que tuvo que imponer para hacer frente al agujero financiero dejado el Gobierno Tripartito estaba dañando la imagen de CiU y que la corrupción del 3% se cernía sobre el partido, decidió echarle las culpas de todo al Gobierno central. Tras exigir la concesión de un Pacto fiscal similar al vasco -que sabía que no se le iba a conceder-, se echó al monte del independentismo. El ciclo lo redondeó Carles Puigdemont cuando decidió celebrar el 1 de Octubre de 2017 un referéndum de autodeterminación, pese a que había sido prohibido por el Tribunal Constitucional.
¿Han sido los Gobiernos de la Nación co-responsables de la situación en Cataluña?
Todos los Gobiernos de España han sido en cierta medida co-responsables del grado de insumisión institucional que reina en Cataluña, unos por acción –Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez- y otros por omisión –José María Aznar y Mariano Rajoy-. Cuando los partidos de Gobierno –PSOE o PP– carecían de la suficiente mayoría para gobernar y requirieron el apoyo de los partidos nacionalistas –especialmente Convergencia i Unió- y éstos cobraron su desinteresada colaboración cobrando en especie, mediante la recepción de amplias competencias correspondientes al Estado y, sobre todo, el otorgamiento de una patente de corso para hacer lo que les placiere. De ahí el grado de impunidad ante las reiteradas violaciones de las leyes y las sentencias En el caso de Sánchez, se ha llegado a un estado de vergonzosa claudicación ante los separatistas, como se puso de manifiesto en la “Cumbre de Pedralbes”, en la que el Gobierno reconoció la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña y aceptó las reivindicaciones del nacionalismo catalán al margen de la Constitución y el nombramiento de un “mediador” internacional para facilitar un acuerdo entre los dos Gobiernos.
¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia Católica en Cataluña?
La Iglesia catalana tiene una falsa aura de progresismo, que le viene de la oposición al franquismo de una parte de ella, encabezada por Aureli María Escarré, Abad de Motserrat, cuyo Monasterio se convirtió en la cuna del nacionalismo catalán. El grueso de la Iglesia, sin embargo, hace honor a sus antecedentes carlistas y es bastante conservador. La Conferencia Episcopal Tarraconense publicó el documento “Al servir de nostre poble”, en el que expresaba su compromiso con el pueblo catalán. Este documento sirvió a los sectores radicales para reivindicar la autodeterminación y a los moderados para apoyar el nacionalismo. De los catorce prelados catalanes, cinco son independentistas y los restantes son nacionalistas o catalanistas. Especial mención merece por su activismo en pro de la independencia del Obispo de Solsona, Xavier Novell. El moderado Arzobispo de Barcelona, Cardenal Juan José Omella, ha afirmado que traicionaría sus raíces si no hiciera lo que el pueblo catalán decidiera. El actual Abad de Monserrat, Josep María Soler, ha manifestado que Cataluña es evidentemente una nación y, en cuanto tal, tiene derecho a decidir su futuro. Unos 300 sacerdotes catalanes firmaron en 2017 un manifiesto en el que hacían un llamamiento a los ciudadanos a que participaran en el ilegal referéndum del 1-O y votaran en favor de la autodeterminación y la independencia. Buena parte de la Iglesia catalana participó activamente en la organización del referéndum.
La Iglesia catalana es “parroquiana” y excluyente, está cerrada sobre sí misma y sobre la identidad idiomática y cultural catalana y rechaza lo que sea ajeno a ella, y –en consecuencia- excluye y discrimina a más del 50% de los catalanes que son castellano-parlantes. Ha apoyado la inmersión lingüística y el adoctrinamiento cultural identitario, especialmente a través de la poderosa Unión de Religiosos de Cataluña. La mayoría de dicha Iglesia –con una parte de la jerarquía al frente- se ha sumado al proceso de autodeterminación e independencia de Cataluña.
¿No tienen los catalanes derecho a la autodeterminación?
Pues no. De conformidad con el Derecho Internacional, el derecho a la libre determinación sólo puede ser ejercido por los pueblos que estén sometidos a un régimen colonial o a graves violaciones de sus derechos humanos. Por amplia que sea la capacidad manipuladora de los nacionalistas, resulta difícil demostrar que Cataluña se encuentre en cualquiera de los dos supuestos mencionados.
Para terminar, ¿qué objetivos ha perseguido con la publicación de su libro?
Son varios: En primer lugar, expresar mi solidaridad con los catalanes que quieren seguir siendo españoles y que están siendo discriminados y menospreciados por las autoridades autonómicas.
En segundo lugar, poner de manifiesto con hechos y datos contrastados la mentira, mitificación, mistificación y manipulación de la Historia y de la realidad de Cataluña. En mi libro hay un 90% de información, que he procurado que sea lo más rigurosa y objetiva posible, y sólo un 10% de opinión, que es ya más subjetiva. Los lectores podrán expresar su desacuerdo con mis opiniones, pero no con los hechos, que son muy testarudos y resultan difíciles de rebatir. He puesto al descubierto las múltiples falacias del independentismo y la irrelevancia del mundo virtual que han construido, que son totalmentes ajenas a la realidad del país.
En tercer lugar, suministrar argumentos en favor del mantenimiento del actual régimen autonómico, que no le ha ido nada mal a Cataluña, pues le ha proporcionado un amplísimo régimen de autogobierno y un considerable bienestar social y económico, lo que no obsta para que se introduzcan en la Constitución, en el Estatuto o en las leyes nacionales los cambios que se consideren necesarios y viables. Por último, lanzar el mensaje de que se puede –y se debe- ser catalán, español y europeo, categorías que no son contradictorias, sino complementarias. He concluido mi libro con las palabras de ese gran patriota catalán y español que fue Josep Tarradellas: “Nuestro país es demasiado pequeño para que desprecie a ninguno de sus hijos y lo bastante grande para quepamos todos”
Javier Navascués Pérez