“A la sombra de mi boina. Escritos políticos”.
“A la sombra de mi boina. Escritos políticos”, es el expresivo título del último libro presentado por el que esto escribe en el Aula Isabel la Católica, coincidiendo casi en el tiempo con la publicación del dedicado a los “Carlistas en los altares”.
El libro recoge muchos de los artículos escritos en los últimos cinco años, la mayoría de ellos de ellos aparecidos precisamente en esta revista digital.
Son artículos redactados al hilo de la actualidad política, eclesiástica y la referente al carlismo, pero que tienen vigencia más allá de la coyuntura que los provocó.
El libro aborda una gran diversidad de temas: la Revolución, tal y como se manifiesta en la actualidad; la crisis de la Iglesia; el significado del Partido Popular o Vox en la política española; el futuro de la corona encarnada en Felipe VI; o la crítica y autocrítica del carlismo, dividido hoy en diversas facciones. En conjunto, el libro es un testimonio de lo que a todos viene preocupándonos en estos tiempos convulsos en los que vivimos.
La Revolución es el tema central de nuestro tiempo, y también el tema central para el Carlismo. La Revolución es tan antigua como la rebelión de Luzbel: “Non serviam”, y el pecado original: “Seréis como dioses”. Consiste en la rebelión de la criatura contra su Creador, en la voluntad de los hombres de ocupar el lugar de Dios. En el rechazo del orden querido por Dios -naturaleza de las cosas, orden moral objetivo y externo, dignidad sagrada de la persona, Derecho Natural…- y su sustitución por el hombre medida de todas las cosas y constructor de una nueva humanidad. Hoy vislumbramos las consecuencias solo con escuchar las noticias en el Telediario. La Revolución es incompatible con la Civilización, solo lo es con la barbarie.
Otro de los temas tratados es la situación de la Iglesia. El cardenal Ratzinger se refirió a su futuro con una visión profética a la que me refiero en uno de los capítulos del libro, uno de los dos o tres que les recomendaría más vivamente si decidieran no leer más que algunos.
“La Iglesia de mañana será pequeña, y en gran medida tendrá que comenzar desde el principio. Ya no podrá llenar muchos edificios construidos en tiempos de esplendor. Junto con el número de fieles perderá muchos de sus privilegios en la sociedad. (…) Será una Iglesia de una espiritualidad más profunda…”.
Pero, junto a ello, Ratzinger, sabía que la persecución formaría también parte del futuro de la Iglesia. La causa será la misma que la que originó las persecuciones de los primeros siglos: “la vida austera y retraída de los cristianos era sentida por muchos como un callado reproche”. Como escribió Tertuliano: “En cuanto la Verdad entró en el mundo, con su sola presencia levantó el odio y la hostilidad”. La doctrina y la moral cristiana será simplemente consideradas inaceptables por vulnerar los pretendidos nuevos derechos. Así lo ha afirmado Kamala Harris en relación a la objeción al aborto.
Muchos sectores de la Iglesia han querido evitar ese futuro acomodándose a los gustos del mundo, creyendo que con ello conseguirían atraer a la gente que abandonaba las iglesias. He escrito sobre ello otro de los capítulos del libro, titulado “Las iglesias vacías: las buenas razones. Con esa buena intención, se suprimió el latín, y desapareció el misal y con ello las oraciones y catequesis que contenía; el velo, y se pasó en verano a la camiseta de tirantes, pantalón corto y chanclas a diferencia de lo que hacen los turistas cuando visitan las mezquitas; los monaguillos, y se perdieron vocaciones futuras al sacerdocio; la música sacra y desapareció la distinción de lo sagrado y lo profano); los confesionarios con rejilla, y cayeron las confesiones por el pudor natural; las imágenes, y disminuyó el fervor; se escondió el Sagrario , y se resintió el sentido de la presencia real de Cristo en la Eucaristía; se sustituyeron las velas por plantas, y las iglesias se asemejaron al lobby de un hotel; se cambió la orientación al altar de la misa, y la misa pasó de culto a Dios a asamblea …
Félix Rodríguez de la Fuente, lo explicó gráficamente: por buenas razones se pusieron pesticidas en los campos para deshacerse de las malas hierbas y, sin pretenderlo, acabamos con los conejos y los halcones y arruinamos el ecosistema.
Hay en el libro artículos sobre el PP y la inutilidad del llamado voto útil. El PP es el mal. La reciente entrevista de Felipe González en El Mundo lo ponía de manifiesto: ¿ha cambiado Felipe de manera de pensar? ¿O ha cambiado el PP? La teoría de la difusión de la innovación enunciada a principios de los años 60 del siglo XX por Everett Rogers en su famoso libro “Diffusion of Innovations” señala que el PP no se diferencia del PSOE más que en su condición de rezagado. Eso explica esa superioridad moral que se arrogan los progresistas -que se sienten la vanguardia- y los complejos de la derecha, que se sabe farolillo rojo. El PP es el plano inclinado y hoy es un partido socialdemócrata de 1982. Su deslizamiento se comprueba cuando ponen recursos de anticonstitucionalidad y cuando van a resolverse, resulta que ya han hecho suyo aquello que pretendían anular.
También he escrito sobre el futuro de la Corona. España no es hoy una Monarquía. Una Monarquía es otra cosa. Una Monarquía configura la nación en Reino, y España no lo es. Es una República con un presidente hereditario y mermado, es decir, declarado irresponsable de sus actos, lo que para cualquier persona adulta constituiría un insulto.
La Corona está llamada a desaparecer por el Principio de Correlación Orgánica enunciado por el anatomista y paleontólogo francés Georges Cuvier (1769-1832). Porque el actual estado de los espíritus -igualitarismo, rechazo de las jerarquías sociales, reivindicación de derechos sin los correlativos deberes etc- reclama la República como régimen político más acorde.
¿Por qué parece, sin embargo, sobrevivir la Corona? Porque es útil a la Revolución. Y durará mientras siga siéndolo, aunque los ostentadores -por ahora Felipe VI- tengan que sufrir toda suerte de humillaciones (a la manera de como la “gran profesional” doña Sofia sufrió los innumerables adulterios de su emérito marido).
El libro contiene muchos artículos sobre el Carlismo, sobre su entendimiento, papel, situación actual y futuro, un tema que me ha preocupado especialmente, por ser testigo de la aparentemente irremediable agonía actual del movimiento político más antiguo de Europa.
-El Carlismo es la continuación de la resistencia de la tradición católica española contra la Revolución que empezó en la Guerra contra la Convención de 1793 y que se mantuvo a lo largo de siete guerras en los siglos XIX y XX. Guerras que fueron en realidad una sola, una nueva “Guerra de los Cien Años”, pues todas tuvieron, en su fondo, una única causa.
Por eso he llamado a uno de los artículos “El Carlismo de los buenos españoles” y se dedica una sección del libro a nuestros “demonios familiares”, uno de ellos convertir el carlismo en un club exclusivo de incontaminados que exige pedigrí ideológico a la entrada. U otro, convertir el carlismo en karlismo. Todo ello ha sido causa de que el carlismo pertenezca a la historia y no esté en condiciones de ser el beneficiario del colapso cercano del régimen democrático liberal, cuyos signos de descomposición en todo el mundo son evidentes (Jordi Canal dixit). Otros artículos se refieren a la necesidad de dar respuesta a los retos actuales, evitando la pereza intelectual de repetir siempre las mismas ideas, y a la necesaria unidad, que es tema siempre complicado entre españoles. O al sentido que hoy tiene, o el que ya no tiene, el legitimismo dinástico, que fue una de las reivindicaciones del carlismo.
Los últimos capítulos están dedicados a el carlismo como una forma de ser, y al homenaje a algunos de los hombres que han sido espejo de carlistas en los últimos años y que, de alguna manera, han pasado a engrosar nuestro recuerdo a los mártires de la Tradición.
El libro “A la sombra de mi boina”, en tapa blanda o en tapa dura, puede adquirirse en Amazon o en el Museo Carlista de Madrid.