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Cuestión abierta: ¿Cuáles son las fallas del Estado Autonómico?

Las banderas de todas las Comunidades Autónomas en sus mástiles en el exterior del edificio del Senado, en Madrid | ULY MARTÍN / EL PAÍS

El próximo domingo, los españoles están llamados, en 12 regiones, a elegir la nueva composición partitocrática de sus respectivas cámaras parlamentarias, que tendrán que investir, a posteriori, a quien vaya a ser el nuevo mandatario.

El llamado Estado Autonómico está muy en cuestión, y no sólo entre sectores partidarios de una recentralización. Ya sea por temas económico-financieros o culturales e identitarios, el debate es bastante amplio.

Por ello, hemos querido contar con nuestra plantilla de articulistas así como con determinadas personas de referencia y afines a la línea editorial este diario, para que nos expliquen en qué creen que está fallando el sistema autonómico así como las propuestas de mejora que estimen oportunas.

 

José Bustinza: «El Estado autonómico del 78 se impuso sobre lo que quedaba de reinos y de súbditos que aguantamos el barniz»

El experto en economía familiar José Bustinza, colaborador de este diario, en el que ha publicado un artículo sobre la cuestión que nos ocupaes consciente de que existen demasiadas duplicidades administrativas en España (a nivel local, provincial, autonómico y central). Es más, considera que el actual modelo de organización territorial es más bien un artificio político. Precisamente, afirma que:

[…] Nuestras autonomías, invento moderno, semejan a esa pintura a la tiza que le cae a las mesillas de la abuela. La moderna criatura vive sobre el pasado de esos muebles antiguos, que rescatados del altillo, lijados y repintados aportan la solidez de la madera añeja y la labor artesana de algún antiguo carpintero. El Estado autonómico del 78 se impuso sobre lo que quedaba de reinos y de súbditos que aguantamos el barniz. Si hubo de decidirse entre la tradición o el plagio, el inventito se decidió por innovar con la enjundia de una tesis universitaria de un Sánchez o un Casado cualquiera. Así nos luce el pelo.

 

Luis Carlos Parra: «Descentralizar debería implicar descentralización de la responsabilidad de gasto»

Luis Carlos Parra, ingeniero de telecomunicaciones en potencia y asiduo articulista de la corriente partidaria de la síntesis entre libertarismo y tradicionalismo, está convencido de que el sistema autonómico tiene varios problemas, cuyo análisis es independiente de la «nostalgia hacia tiempos pretéritos y no vividos»En su opinión:

El desarrollo bajo contexto plenamente estatista y la centralización de la responsabilidad del gasto producido por las comunidades autónomas son los principales problemas de la misma.

En relación al primero de los problemas citados, cabe destacar la posibilidad que tienen las comunidades de asumir competencias de forma prácticamente ilimitada.

Esto no es un problema que atañe exclusivamente a las comunidades dado que el Estado central también tiene unos límites a sus competencias, igual de laxos, pero sí que es algo cuyos envenenados frutos se muestran con mayor trascendencia en ciertas autonomías debido a que, en esos casos, la torpeza y corrupción de sus gobiernos es de varias magnitudes superiores (no pretendo con esto restar importancia a la torpeza y corrupción de los gobiernos nacionales de la partitocracia).

Respecto al problema referido a la responsabilidad del gasto, debo expresar que se desarrolla por dos vertientes: la redistribución de los ingresos de las comunidades autónomas y el aumento artificial de la capacidad de endeudamiento de las regiones

La redistribución de los ingresos se realiza mediante los fondos de compensación interterritoriales que permiten a los gobiernos autonómicos tener ingresos extra (que no habrían podido recaudar con su propia fiscalidad) para ciertos menesteres.

La segunda vertiente tiene otro mecanismo algo más perverso: el Fondo de Liquidez Autonómica, que permite al Estado central prestar dinero a las autonomías para que hagan frente a sus deudas, convirtiendo así una deuda de una autonomía con una entidad cualquiera en una deuda de esa autonomía con el Estado central, restableciendo la confianza de muchas entidades en los territorios, lo cual aumenta su capacidad de endeudamiento.

Esto último es lo mismo que se da cuando el Estado avala la deuda de alguna región, como hizo en 2012 con la deuda valenciana contraída con el Deutsche Bank.

Descentralizar debería implicar descentralización de la responsabilidad de gasto.

 

Luis B. de Portocavallo: «Crearon España ex nihilo y desde luego de forma absolutamente no histórica»

Nuestro compañero Luis B. de Portocavallo recuerda, tal y como explica en una reciente entrada para este digital, que antiguamente, la distribución territorial y administración tradicional, estaba basada en los reynos y señoríos —integrados en la monarquía—, con ciudades, villas y comarcas, todos y cada uno “sui iuris, esto es, según su propio derecho, siendo respetados los fueros de cada uno de ellos.

Por ello mismo, tampoco aplaude la configuración del actual “modelo autonómico”. Para ser más exactos, sostiene lo siguiente:

La Constitución de 1978 estableció dos procedimientos para que, a partir de las provincias existentes, pudieran formarse las que se denominarían Comunidades Autónomas, que podrían estar constituidas por una o varias provincias. Seis son uniprovinciales, es decir, se corresponden con otras tantas provincias del mapa político: Principado de Asturias (antes provincia de Oviedo); Cantabria (antes provincias de Santander); La Rioja (antes provincia de Logroño); Comunidad Foral de Navarra (antes Navarra); Comunidad de Madrid (antes provincia de Madrid); Islas Baleares (antes provincia de Baleares); y Región de Murcia (antes provincia de Murcia).

Las 11 restantes son pluriprovinciales, es decir, están formadas por dos o más provincias, siempre contiguas. Hay Comunidades Autónomas a las que se les concede un falso estatus de “origen histórico”, en virtud de la aprobación ilegal de estatutos durante la II República —Cataluña, Vascongadas y Galicia—, y a otras se les concede “raíces históricas o geográficas”, aunque no llegaran a aprobar estatutos durante el periodo republicano: Andalucía, Aragón, Principado de Asturias, Canarias, Comunidad Foral de Navarra, Comunidad Valenciana, Extremadura e Islas Baleares.

En las restantes, las situaciones son diversas: de la región de Castilla La Vieja, pero sin las provincias de Logroño (que pasó a ser la comunidad de La Rioja) y de Santander (que se constituyó como Cantabria), Castilla y León; de las provincias de Castilla la Nueva, exceptuando Madrid (que adquirió condición de Comunidad uniprovincial), más la agregación de Albacete, Castilla La Mancha. Por último, Murcia, quedó integrada por una sola provincia, aunque en el mapa político regional había estado unida a Albacete. ¡Vamos un pastiche! Creando España ex nihilo y desde luego de forma absolutamente NO histórica.

La Constitución de 1978 estableció varios modos para que, a partir de lo que llama “nacionalidades y regiones”, se constituyeran como Comunidades Autónomas aquellas a las que se les había atribuido carácter de “nacionalidades históricas” estableciendo, sólo para ellas, una “vía de acceso rápido” (sus estatutos se aprueban entre 1980 y 1981) con un nivel de autogobierno y de competencias mayor que para el resto de las regiones.

A ese mismo nivel de competencias unieron Andalucía, a pesar de NO SUPERAR los requisitos establecidos en el artículo 151, y la que se denominó Comunidad Foral de Navarra (con estatuto -“amejoramiento del fuero”- aprobado en 1982).

José Fermín Garralda: «El estatismo invierte lo que las cosas son, centraliza, ahoga y se cree la única fuente del Derecho»

De acuerdo con nuestro correligionario José Fermín Garralda, presidente de la Comunión Tradicionalista de Navarra, el constitucionalismo es estatista mientras que las “autonomías” se diseñaron desde arriba, artificialmente, imprimiendo la ficción de haber sido diseñadas desde abajo. Tal y como detalla en un reciente ensayo para este medio:

El texto abrió un largo camino para que el Estado delegase cada vez más sus atribuciones a las autonomías, según hechos prácticos basados en presiones, chantajes políticos, y el lavado de cerebro nacionalista en materia educativa. Si las cosas se ponen feas, le es muy difícil al Estado recuperar sus atribuciones. Por el contario -y segunda réplica-, el Fuero es derecho propio y preconstitucional, jurídico y no político, y mucho más Derecho que Poder.

Las autonomías se diseñaron desde arriba con la ficción de surgir desde abajo. A nadie le desagradó un caramelo: el del poder del Estado, y menos  a la clase política voraz que vió multiplicadas sus posibilidades. Como España era rica, no había problema en ir arruinándola hasta hoy.

La España constitucional es sobre todo un Estado (si era Nación, lo era como el escudo franquista que presidía el texto escrito), una administración pública con todo el poder o estatista, como las Constituciones liberales desde 1812. El estatismo invierte lo que las cosas son, centraliza, ahoga y se cree la única fuente del Derecho. Por el contrario y en tercer lugar, los católicos hablamos del principio de subsidiariedad, y los tradicionalistas además lo aplicamos a toda la vida social.

La diferencia entre el Estado unitario y el autonómico es de número. Unitario era Franco, y en democracia podía de haber muchos Francos -con perdón-, más altos y fuertes que él. Las autonomías son como Feudos o baronías.

Si configuraron España sobre todo un Estado -y una nación diluida-, las autonomías podrían conformar su propia nacionalidad, hasta ser Nación -¿por qué no?- en una evolución posterior, en base a la historia (hoy manipulada), cultura (artificial) y economía común (globalizadora) (Art. 143). Así llenarían de contenido la parte de Estado que les corresponde. En ello se han empeñado los separatistas de Euzcadi, Cataluña y Galicia, con el consentimiento de Madrid. Más todavía: se está viendo que el nacionalismo lleva dentro su expansionismo hacia Navarra, Valencia y Mallorca.

 

Íñigo Altuna: «No creo que la solución esté en promover una contundente centralización»

Íñigo Altuna, un estudiante de Economía y convencido defensor del foralismo desde una perspectiva localista, cree que la extensión del concierto económico que tiene el Estado con las Vascongadas podría ser una solución basada en incentivos de mejora para las Comunidades Autónomas. Precisamente, considera lo siguiente:

Creo que cuando hablamos de España, hablamos de un país que ha experimentado una evolución impresionante desde los años del franquismo en todas las áreas: en la económica, en la social, en la política, etc.

Aún así, siempre nos queda un mal sabor de boca al hablar de ella, ya que creo que es reconocido por todos de que, a pesar de ser un buen país para vivir (el mejor me atrevería a decir yo, mejor que esos países del norte de Europa que tanto nos idealizan), con sus luces y sus sombras, es un país que no ha aprovechado todas sus oportunidades.

El actual Estado autonómico está regido por el “café para todos”, ante lo cual, creo que se requiere un extensión del concierto económico-financiero que tiene el gobierno vasco con el Estado español.

No es justo ni tolerable que, de acuerdo con el sistema de financiación autonómica, año tras años, algunas Comunidades Autónomas (CC.AA) sean receptoras netas del sistema de financiación autonómica (de hecho, más de una recauda una proporción mayor de dinero en comparación con lo que ingresa, mientras que en otras, se acaba perdiendo a la hora de la financiación).

Cuando España ingresó en la Unión Europea, se era un Estado receptor neto. En cambio, actualmente, es más bien “donante”. ¿Por qué no hacer lo mismo con esas comunidades?

Por otro lado, estas entidades políticas también son determinantes en cuanto al exceso de carga burocrática al que se tienen que enfrentar los españoles, el cual también da lugar a una considerable dificultad a la hora de emprender y hacer negocios.

Eso sí, no creo que la solución esté en promover una contundente centralización. Hay que dar más competencias a las CC.AA, pero también a los municipios y a las provincias.

Por cierto, no hemos de olvidar que otro problema del estatismo imperante es la mentalidad cortoplacista.

Finalmente, invitamos a todos los lectores a participar, con su opinión, en la sección de comentarios que tenemos habilitada en esta página para ello.

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