Fieles interrumpen conmemoración ecuménica de la Reforma en la catedral de Bruselas rezando el Rosario
En Europa se están realizando numerosos actos ecuménicos a favor de la restauración de la figura de la Reforma y de Lutero. Más allá de lo que es un problema doctrinal y eclesiástico en el que no tenemos ninguna autoridad para inmiscuirnos como medio de comunicación, hemos constatado una creciente tensión entre algunos sectores católicos europeos. El último ejemplo de la tensión ha sido en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula en Bruselas, capital belga, donde se celebraba una conmemoración conjunta católico-protestante en honor de la Reforma Luterana. En cuanto el pastor protestante empezó a hablar, un grupo de jóvenes católicos empezaron a rezar el Rosario.
La acción ha sido llevada a cabo con un doble objetivo: protestar por rehabilitar y permitir que los herejes participen de la tribuna reservada para los predicadores católicos; y para manifestar la fe en los dogmas marianos negados por el Protestantismo desde el principio. Poco a poco se acercaron agentes de policía que conminaron a los fieles católicos a acabar con el rezo, a lo cual no hiceron caso. A los 40 minutos, la policía levantó uno por uno a los jóvenes para sacarlos del templo mientras seguían rezando.
La asistencia de la policía indica que fue el obispado quien ordenó el desalojo.
Comprendiendo ambas partes, estamos ante un problema cultural y religioso de envergadura en Europa. La herejía de Lutero no solo removió la fe católica y la puso en peligro, sino que también hizo daño a los cimientos naturales, filosóficos y culturales de la civilización, incoando el liberalismo político y religioso actual tan destructivo de nuestras sociedades. Por una parte, estos actos conmemorativos son vistos como un modo de rehabilitar la herejía, lo que sería un acto intolerable. Por otra parte, hoy por hoy los creyentes en el Nombre de Jesús hacen frente común en ocasiones contra el ateísmo masónico del mundo moderno; y los obispos piensan que es importante tender relaciones entre confesiones cristianas y la única Iglesia de Jesucristo. Un problema que no podemos resolver nosotros.