Volver al 78 ¿para repetir el desastre?
(Por Carlos Ibáñez) –
Los organizadores de la manifestación en la Plaza de Colón del pasado día 13, la han presentado como una vuelta al año 78.
Ello nos lleva a la duda de si dicha manifestación ha de servir para algo, o será totalmente inútil, como se anuncia en los medios afectos al gobierno actual.
Volver al 78 de la actual Constitución no serviría para nada. Ya estuvimos en el 78. Los carlistas anunciamos el desastre que nos prometía la aprobada y ensalzada Constitución. Hemos llegado al año 2021 y, sin que en el intermedio se haya dado ninguna violencia, se han cumplido los malos augurios que hicimos los carlistas. Volver al 78 supondría que, dentro de un tiempo igual, o más corto, volveríamos al desastre en el que estamos inmersos.
Imaginémonos un puerto de montaña. El 78 equivaldría a su cumbre. En la misma colocamos un vehículo sin frenos. A ello equivalió el dotar a España de la actual Constitución. El vehículo rodaría libremente por la pendiente. Al principio suavemente. Con la aceleración constante aumentaría la velocidad, alcanzando un valor catastrófico. Es un claro símil de lo que ha ocurrido con España.
Si por un milagro el vehículo parara sin precipitarse por un barranco, sería absurdo conducirlo a la cúspide del puerto y colocarlo en las mismas condiciones que la otra vez: en la pendiente y sin frenos. Lo lógico sería dotarle de éstos y aparcarlo en un lugar donde no hubiera pendiente.
Esto es lo que hay que hacer con España: dotarle de instituciones que nos permitan vivir en libertad y no permitan que el gobierno sea ocupado por los pillos y los tontos que hoy nos gobiernan. Volver al 78 no basta. Hay que hacer más. La tradición española nos puede servir de modelo e inspiración.
La cifra 78 nos ha inspirado una reflexión a la que no damos importancia, pero que no nos resistimos a exponer a nuestros lectores. El primer mandamiento del Decálogo nos prohíbe creer en supersticiones. Nos prohíbe creer que el número 13 es el de la mala suerte. Dicen los gallegos que no se puede creer en las “meigas” pero “haberlas haylas”.
El usurpador don Alfonso era el “trece” y salió corriendo por Cartagena.
Si descomponemos el número 78 en sus primos, veremos que es el producto de 2x3x13. El número de la mala suerte entra en su composición. En el número que invocan, como solución a los problemas de España, va encerrado el de la mala suerte. “No se puede creer en las meigas; pero haberlas, haylas”.