Via Crucis en Montejurra 2021 y la exaltación de la Santa Cruz
(Por José Fermín Garralda) –
ASÍ ES cómo el pasado sábado, día 18 de septiembre, tuvo lugar la hermosa peregrinación al Vía Crucis de Montejurra (Navarra). Acudieron unas 60 personas. Ahí estaban los Caballeros Voluntarios de la Cruz, conforme a sus Reglas (2006), para rezar el Vía Crucis del Monasterio de Irache (Art. 7). Según costumbre, el día elegido es el domingo siguiente a la festividad de la exaltación de la Santa Cruz, pero ese día 19 se reservaba para Isusquiza. La Asociación juvenil Cruz de Borgoña acompañó a la Hermandad en mutuo intercambio. Gracias a ellos, para la Hermandad fue un día muy feliz.
La víspera había llovido bastante, acumulándose el barro entre las piedras de caliza y conglomerado, que muchas veces salvan del resbalón. El día estaba nublado. Chispeó durante la subida y, en el descenso, el cielo se empezó a despejar. Ningún niño o muchacho se quejó, los mayores aguantaron, y el ambiente fue óptimo.
En la falda de Montejurra, los peregrinos se introdujeron en la espesura de la montaña sagrada, marcando con sus boinas y banderas el serpenteante y empinado camino agreste del Vía Crucis, jalonado con solemnes cruces de piedra, hoy sustituidas por algunas de hierro. Durante la pausada y rítmica subida, las banderas de España con el corazón de Jesús y la de Cruz de Borgoña, ondeaban al viento, siendo a veces recogidas para evitar los espinos.
No se localizaron todas las Cruces del camino pues, debido a la espesura de la maleza, se sobrepasaron la 6ª, 7ª y 12ª.
Al rato, y a la altura de la octava estación, los peregrinos salieron de la vaguada para coronar después el ascenso hacia las restantes seis estaciones plantadas antes de la primera cima donde está la gruta del Cristo Negro. Ahí, finalizado el Vía Crucis, entonado el Oriamendi y antes de seguir, un veterano de la HCVC quiso constatar y agradecer, de forma espontánea, el rayo de esperanza traído por los jóvenes peregrinos. Aunque originemos cada vez males más graves en la sociedad, hay jóvenes que desean seguir el buen camino como verdaderas personas, buenos católicos y españoles, juntándose, despertándose unos a otros, y reconfortando indirectamente a los que quedaban del anterior esfuerzo. Nuestros jóvenes peregrinos son una gran esperanza para todos. ¿Qué dijo dicho veterano? Pues dijo más o menos lo siguiente:
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Permitidme un recuerdo personal, hoy que la tristeza ha terminado. La Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz nació el 26-XII-1939. Desde entonces, siempre ha peregrinado al Vía Crucis de Montejurra como indican sus Reglas. Hace poco, Telmo Aldaz, hoy presidente de la Comunión Tradicionalista Carlista, me envió una fotografía de quienes subieron ésta sagrada Montaña hacia 1978. Ahí estaba su madre Ana de la Quadra Salcedo con su hija Mar, el marino Carlos Etayo, Nicanor Arbeloa, los hermanos Tomás y Joaquín Catalán, Félix Igoa Garciandía, Vicente Maiza Auzmendi, Esteban, Jesús Iriarte, Antón… y tantos otros hasta llegar a los 23. Abajo nos esperaba el prior Joaquín Martínez Úbeda. Entonces yo tendría veinte años. Gran parte de ellos han fallecido, y sólo quedamos los cinco jóvenes que estábamos allí. Así se nos han ido, delante de nosotros los últimos héroes de la Cruzada. Nos hicimos la fotografía en esa parte de las escaleras, ahora hundida por el paso del tiempo. En 1980, “La Gaceta del Norte”, hoy desaparecida, publicó una reseña y fotografía donde estaba Carlos Etayo, Nicanor Arbeloa y un muchacho junto al calvario que hemos dejado oculto en la maleza. Hace unos pocos años, tan sólo ascendimos dos caballeros, por lo que es un gozo ver aquí a tantos niños y muchachos. Desde el Cielo, otros verán que el número de los peregrinos ha aumentado a más del doble, y que su edad ha bajado muchísimo. Vosotros, que sois pero que muy jóvenes, intentad pensar en ellos. ¿Por qué? Porque lo que somos, la vida, la Tradición y España, es como el Guadiana, que se filtra en el terreno de caliza para luego resurgir, lo que le hace el río más español en su comportamiento. Dentro de no mucho, los de mi quinta no estaremos aquí, y vosotros creceréis; ahora estáis en lo mismo que yo sentía al ver a uno de la edad que yo tengo. Vosotros sois el relevo.
Mirad, el tiempo pasa y este Vía Crucis ha tenido muchos altibajos. Nuestra situación está mejorando. Vosotros lo hacéis posible. Los arriba citados no podían imaginar que hoy ibais a venir tantos y tan majos. Esto significa que, en los momentos bajos, debemos ser fieles y perseverar, que Dios dirá porque la viña es Suya. ¡Ay si todos los que pueden, se moviesen y actuasen! Os doy las gracias por estar aquí empezando a hacer realidad nuestra esperanza”.
Hasta aquí lo que más o menos dijo el veterano. Y seguimos.
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Saliendo de la gruta del Cristo Negro, orlamos la cima con cuidado de no despeñar, hasta alcanzar una cota aún más alta o vértice geodésico, donde está el repetidor. Ahí, una vez despejada la niebla por el fuerte viento, se pudo contemplar el hermosísimo paisaje y recordar la historia de sus gentes. Un experto monitor explicó la batalla de Montejurra, con el triunfo carlista (como la de Lacar, Abárzuza y tantas otras), y su significado en la historia de España. De nuevo la niebla endurecía el ambiente.
Bajando el monte por su vertiente Sur -la Solana-, se hizo un alto para almorzar. Y siguió el descenso hacia el pueblo de Arellano por laderas suaves, algún barrizal y prometedoras llanadas. Después de concentrarnos en la fuente del toro o Fuentica, en el término municipal de Arellano, el tiempo y el camino fueron cada vez mejores. Viéndolos a distancia, el reguero de jóvenes peregrinos hacia parpadear la senda.
Ya en Arellano, donde está la villa romana de las Musas, se subió a la torre de vigilancia. Luego se pasó por la ermita de Uncizu del s. XVI, utilizada como fortín en la primera guerra carlista.
Los pequeños se turnaban como abanderados de una enorme bandera de Navarra, con la que el pequeño Miguel, con la boina calada hasta las cejas, se mostró muy valeroso y gentil mientras entraba en Dicastillo.
Ejercicio físico y amistad, rezo y oración, contemplación, conversación y bromas, hicieron un día inolvidable. Siguió la convivencia y la comida, ya no diremos dónde ni cómo. Sumar la hospitalidad de un amigo en un pueblo cercano… eso fue la bomba.
El día que vayamos todos a todos los sitios, va a ser la leche. ¿Por qué siempre hay ausencias? Ese día, cada piedra se convertirá en una boina roja al servicio de Dios y la Patria, y Cruz de Borgoña es materia prima para este milagro.
Un día excepcional. El ambiente fue muy natural, confiado y alegre. Muchas gracias, Pablo y Sancho por Cruz de Borgoña. Gracias sobre todo a los padres que estaban, y que han confiado sus hijos a los monitores del campamento. Gracias Javier Vives por la HCVC. Gracias, jóvenes y niños, como el citado Miguel que, muy orgulloso de lo que hacía, llevaba con gran estilo y aplomo la gran bandera de Navarra donde envolver todo el entorno.
Ha sido uno de mis mejores días de mi vida.
Sin duda, la HCVC agradecerá a la Asociación juvenil Cruz de Borgoña su apoyo y comprensión, en unas circunstancias donde predomina la mentira y presiones de los marxistas y separatistas contra lo que significó la Cruzada, donde aparecen hijos desnaturalizados y olvidadizos con un falso pretexto de concordia –la que no quieren aquellos ante quienes ceden-, y donde se advierte la cobardía de los terceros grandes deudores, de los que me callo. Que los de ayer nos protejan para dirigirnos hacia un futuro de esperanza con la mirada limpia, y conscientes de nuestro deber y servicio.
José Fermín Garralda